Hay al menos cuatro organismos estatales para prevenir y actuar pero sigue habiendo niños golpeados hasta la muerte. La ceguera de ver casos y expedientes.
Nadie ve a los chicos maltratados
Caterina murió golpeada y violada. Tenía tres años y meses. Su hermana Sheila, de 7 años, está internada en el Notti con lesiones gravísimas que van desde moretones hasta quemaduras de cigarrillo y cortes “compatibles con hebilla”, según el informe médico.
Y nadie se hace cargo de las fallas que permiten que siga habiendo niños abusados hasta la internación o la muerte.
En Mendoza hay al menos cuatro organismos que deberían ocuparse de evitar estos horrores: la DOAITE, que depende de la Dirección de Escuelas, los OALES repartidos por toda la provincia, que dependen de Desarrollo Social, el PPMI (Programa Provincial de Maltrato Infantil) que depende del ministerio de Salud, y la justicia de menores.
Todos fallan. Hace años.
Cambian los gobiernos, cambian los directores, cambian el nombre, pero lo que no cambia, nunca, es la realidad de los chicos maltratados hasta el límite.
Siempre igual
Hace cinco años, dos meses después de la desaparición de Johana Chacón, Silvia Minoli, la directora de la escuela de Johana, denunció que uno de los hermanos de la niña había sido golpeado por el padre. En esa ocasión, la respuesta de Cecilia Pallucchini, quien era directora de Dinaf, fue que ella no tenía forma de saber que el padre podría golpear al chico. La historia de la familia incluía el abandono de la madre que se fue luego de varias denuncias contra el padre por golpes, las hermanas mayores vivían con vecinos porque su padre las dejó ahí, Johana llevaba dos meses desaparecida, el otro hermano había sido separado del hogar por orden de Dinaf luego de recibir una golpiza del padre pero la funcionaria de entonces decía que “no tenía evidencia” para suponer que Chacón fuera a golpear al otro chico.
“Hay 8 mil fichas al mes que se renuevan” fue la respuesta de la antigua directora de Dinaf para justificar que no supiera sobre un caso en particular. Para ella no eran niños en peligro sino fichas, nombres en un registro.
No hicieron lo correcto, está muerta.
La miserable imagen de la conferencia de prensa brindada por referentes de OAL, ministerio de Salud y Policía, desligándose la responsabilidad en la muerte de la pequeña Caterina mostró lo mismo: nadie ve a los niños. Son casos, fichas, nombres. Son un trámite.
Por eso todos decían haber hecho lo que les correspondía, haber actuado correctamente y según protocolo, pero nadie mostraba horror, ni dolor, ni culpa. Le echaron la culpa a la familia.
Lo cierto es que hace seis años que ese organismo “Administrativo Local” (como para dejar claro que se ocupan de papeles y no de niños), tenía conocimiento de que Sheila era maltratada. Había un expediente, pero no lo encontraban.
No lo encontraban.
Entre tantos miles de papeles, se les perdió el expediente de Sheila, que era maltratada desde que tenía un año, mucho antes de que su hermanita Caterina naciera y muriera asesinada a golpes.
Y claro, entre tantos papeles, que se pierdan unos cuantos es normal. Pero son chicos, no papeles. No son expedientes ni fichas ni nombres en un registro.
En octubre de este año, Esteban LLull volvió a ver a su hijo luego de cuatro años de separación por una denuncia que hizo la ex esposa, diciendo que Esteban le había pegado al niño. El juzgado pidió a OAL que hiciera la investigación pero, dos años después, y sólo porque el hombre recurrió al periodismo, pudo saber que el informe decía que nunca le había pegado al niño. Pero el juez no lo sabía porque OAAL no envió los resultados de la investigación. “El juzgado no pidió que se remitiera y entonces se archivó”, dijeron. El juzgado mandó a investigar, pero si no pide los resultados, no se los envían, se archivan.
Porque para ellos son papeles. No son chicos.
La OAL le quitó a un niño la presencia de su padre durante casi cuatro años. Pero no lo ven. Ven papeles. Fichas. Registros.
Repartiendo la carga
Sheila llegó al Notti con heridas muy graves. El Programa de Prevención del Maltrato Infantil, que depende del ministerio de Salud inició entonces el protocolo con la justicia y puso la denuncia en la fiscalía. Y hasta ahí llegó su participación. Ya hizo lo que debía. Por eso en la conferencia no estaba la coordinadora del Programa, Silvina Mollo, quien el viernes por la mañana ya había salido de la provincia por el fin de semana y, según informaron, no regresaba hasta el lunes.
EL PPMI, junto con la Dirección de Protección de Derechos de DINAF, organizó en septiembre pasado un ciclo de “formación sobre detección y abordaje de casos de maltrato infantil”, cuyo objetivo era “generar espacios para una profundización y articulación de las prácticas, delimitando incumbencias e intervenciones”. Es decir, se repartieron la responsabilidad y la carga del trabajo. Esto te toca a vos y esto a mi.
“Esto es muy positivo, porque era necesario generar instancias de acercamiento, específicamente con los equipos técnicos, y hemos fortalecido un vínculo que nos permite avanzar sobre los acuerdos para trabajar en el abordaje de casos” dijo en ese momento Verónica Álvarez, directora de Protección de Derechos. Casos
¿Justicia?
La justicia, tenía al menos cinco expedientes distintos tanto de la madre como del padrastro de Sheila y Caterina, pero nadie, ningún juez, ni fiscal, tuvo la ocurrencia de averiguar si esta gente tenía hijos a cargo y preocuparse por ver en qué situación podrían estar.
Y claro, si preguntamos seguro van a decir que no es su tarea, que ellos no son juzgado de minoridad, y que no es parte de “la causa”. Causas.
La DOAITE, que es el organismo de la DGE que interviene cuando hay problemas no académicos con los chicos, también hizo su tarea cuando Sheila faltó varios días seguidos. Fueron a los dos domicilios que tenían, uno en el Barrio San Martín y el otro en el barrio 8 de Abril. Como no encontraron a la nena, dieron aviso a OAL.
Pero en la escuela aseguran que sólo les llamó la atención que Sheila faltara. No le vieron antes ningún golpe, ni la niña transmitió nada sobre una situación de abuso. ¿La habrá mirado alguien? La mirada de una niña a la que queman con cigarrillos o cortan con hebillas de cinturón ¿será como la de cualquier otra niña?
Para saberlo hay que mirarlos como niños.
Pero sólo están viendo casos, fichas, registros, expedientes.
(Nota: el lunes pasado Juliano Ibañez, de dos años, llegó muerto al Notti con la columna fracturada. La necropsia determinó que la fractura fue por un golpe y su madre y padrastro están detenidos. Tampoco nos olvidamos de Juliano)