El mendocino Alfredo Camacho sigue operando impunemente a pesar de las denuncias en su contra y de que ejerce una actividad que prohíbe el Código Penal.
El médico abortista mendocino que sigue haciendo de las suyas
La discusión respecto del aborto es interminable, no solo en Argentina sino también en otros lugares del mundo. Hay infinitos argumentos a favor de su despenalización y otros tantos en contra de la misma medida.
Claramente, allí aparecen bandos irreconciliables desde la memoria de los tiempos.
En ese contexto, en Mendoza hubo sendas marchas a fines de septiembre pasado. Por un lado, se manifestaron grupos “pro vida” —a favor de la penalización— y, por el otro, grupos sociales que pidieron que haya “aborto legal, seguro y gratuito”.
Entre los primeros, se destacó la prédica del maipucino Eduardo Cattáneo, miembro de Entidades por la Defensa del Niño por Nacer, organización que milita en contra de la interrupción del embarazo.
Lo curioso del caso es que el hombre viralizó un video donde hace referencia a un médico abortista mendocino cuyas actividades fueron reveladas por el Post en enero de 2015.
Se trata de Alfredo Camacho, quien supo "destacarse" en un ostentoso consultorio ubicado en la calle Colón 452. “La cantidad de mujeres que se dirigen allí son legión cada semana”, de acuerdo a la nota que publicó este diario entonces.
Ver además: El médico que "domina" el negocio del aborto en Mendoza
En el video de marras aparece el propio Cattáneo invitando a buscar en Google las palabras “médico, aborto y Mendoza”.
Al mismo respecto, el hombre advierte: "En la primera entrada vas a tener los datos del Sr. Alfredo Camacho, un médico que es el rey del aborto en Mendoza". Ello en obvia referencia al artículo en cuestión publicado por el Post en 2015, que aparece al tope en el buscador más famoso.
Cattáneo insiste: “Es un médico que es el rey del aborto en Mendoza, sale hasta en los diarios. Sale su fotografía y su dirección. Yo me pregunto por qué este señor no está detenido preso o juzgado siendo que todos saben que mata niños por nacer”.
Lo que puntualiza el hombre es más que atendible: ¿Cómo se entiende que Camacho siga, como si nada, haciendo de las suyas? Peor aún: ¿Cómo es posible que sea "encubierto" por quienes tendrían que detenerlo por sus actividades ilícitas?
Esto último está referido a lo que denuncia un grupo de personas que suelen reunirse todos los meses en la Plaza Chile, frente al domicilio del médico, a efectos de intentar convencer a las mujeres que buscan abortar de que no lo hagan.
"El hombre (Camacho) llamó a la municipalidad y los agentes acudieron para pedir que se retiraran los carteles", denunciaron en Facebook los militantes que impulsan tal acción.
A esta altura, debe aclararse un punto crucial: no se trata de discutir si se está a favor o en contra del aborto, sino de lo que dicen las leyes.
Por caso, el Código Penal Argentino establece en su artículo 85 que "el que causare un aborto será reprimido" en el marco de dos situaciones puntuales y concretas:
1º- Con reclusión o prisión de tres a diez años, si obrare sin consentimiento de la mujer. Esta pena podrá elevarse hasta quince años, si el hecho fuere seguido de la muerte de la mujer.
2º- Con reclusión o prisión de uno a cuatro años, si obrare con consentimiento de la mujer. El máximum de la pena se elevara a seis años, si el hecho fuere seguido de la muerte de la mujer.
Además, en el artículo 86 se establece que "incurrirán en las penas establecidas en el artículo anterior y sufrirán, además, inhabilitación especial por doble tiempo que el de la condena, los médicos, cirujanos, parteras o farmacéuticos que abusaren de su ciencia o arte para causar el aborto o cooperaren a causarlo".
Está claro, en ese marco, que la actividad de Camacho es punible bajo la normativa argentina. Ergo, ¿por qué sigue haciendo de las suyas? ¿Qué es lo que espera la Justicia para actuar de oficio y avanzar en lo que dicta el Código Penal?
Hay cosas que no se entienden, acaso como aquella frase que inmortalizó Mahatma Gandhi: "No me asusta la maldad de los malos, me aterroriza la indiferencia de los buenos".