La tendencia del rapeo improvisado llegó a Mendoza y los recreos de la escuela son el momento preferido para las "batallas de los gallos". De qué se trata y qué dicen ellos.
Las "batallas de gallos" conquistan a los chicos mendocinos
Si en un momento lo fue el elástico y en otro las cartas de Pokémon o Yu-Gi-Oh!, ahora, y desde hace poco más de un año, las "batallas de gallo" se impusieron en los recreos de las escuelas mendocinas.
Se elige un sector del patio, se forma un círculo de espectadores y ante un jurado de tres o cuatro chicos, dos oponentes hacen freestyle usando rimas y mucho ingenio para superarse mutuamente y humillar y al rival en un tiempo asignado previamente. Van avanzando rondas hasta que el mejor se consagra.
En estas "batallas" se trata de superar al oponente, viendo quién rapea mejor con mejores rimas.
Hay que decir que el freestyle es un tipo de rap que se hace en el momento, improvisando letras frente a un oponente a la vez que se rapea sobre un ritmo. Las competencias de freestyle han crecido exponencialmente en nuestro país, y la tendencia ya llegó a la provincia.
Este tipo de "enfrentamientos" hace tiempo se practican en EEUU, y se popularizaron en la película 8Mile, protagonizada por Eminem. En 2005, la marca Red Bull organizó la primera edición de esta competición internacional, y ahora cualquier lugar es el escenario ideal para las "batallas de gallos", desde plazas hasta cumpleaños.
Los celulares y tablets han dejado -por el momento- de ser la atracción principal de los recreos de primaria y secundaria y ahora sirven para filmar estas batallas que la mayoría de las veces se sube a Instagram o YouTube.
"No nos escondemos, si hay hora libre, recreo o un descanso en gimnasia hacemos batallas", dice Emilia (13), alumna de un colegio privado de la Ciudad de Mendoza. Ella asegura que no se mete a "batallar". "No es común que las chicas nos metamos, más bien miramos y alentamos o abucheamos", cuenta.
Lo cierto que con el afán de superar al oponente humillándolo es común decirse bastantes cosas fuertes y fuera de tono. Los profesores no suelen meterse. "Los maestros están en la suya, es más, en el campamento del año pasado el profesor de gimnasia se metió a batallar con nosotros. Se dicen cosas fuertes, pero después queda todo bien", explica Agustín (12) alumno de una escuela primaria pública del Centro.
No importa lo que surja en la batalla, cuál haya sido la decisión del jurado, qué tanto público atrajo ni las ofensas que se digan o defectos que se marquen entre dos compañeros. Cuando suene el timbre del recreo todo volverá a ser como antes.
En primera persona, por Eva Sanz
Un fenómeno que esta surgiendo en toda la Argentina pero, que los adultos tienen poco conocimiento de ello.
Son al rededor de las 11:30 AM y se puede escuchar los sonidos de las lapiceras chocando consecutivamente con los bancos, la gente está inquieta, y mira la hora a cada minuto, al sonar la campana todos corren por las escaleras hasta llegar al patio formando un avalancha de gente reunida en una ronda gigantesca.
Mi curiosidad sobre lo que estaba pasando fue inevitable, decidí acercarme pero era casi imposible, podía observar a mis amigos subiéndose a las puntas de bancos, otros sujetados de ramas, creí que lo que estaba ocurriendo era una pelea, ya que lo único que podía escuchar eran abucheos.
Cuando por fin tuve la oportunidad de integrarme en la multitud, descubrí que lo que estaba llamando la atención de todos era una batalla de rap, comunmente conocida como “batalla de gallos”. La euforia de los que competían era inevitable.
Por alguna razón a mi y a mis compañeros nos llamó mucho la atención, nos gustó poder salir un rato del estudio y decir lo que nos pasaba por la mente en ese momento, cosas que normalmente no podés decir en el aula porque te podrías ganar una suspención, estar en las batallas, por más inosente que sean se sentía como un acto de rebeldía.
A medida de que pasaban los días más gente se empezaba a sumar, cuando me dí vuelta pude ver que el selador de mi colegio estaba escuchando.
Rápidamente empezó a aumentar la “calidad” de las batallas. Empezaron a aparecer jurados, elegidos por los alumnos, alguien que controlaba el tiempo de las peleas, pero mientras más gente se sumaba para presenciar la pelea, más era la necesidad de los competidores por impresionar a su público, y las palabras contra los adversarios se volvían más crueles, cada uno se burlaba de los defectos fìsicos de su contrincantes.
Batallas que suceden en frente de nuestros padres y profesores, que aunque parezca un momento divertido, la mayoría ya no participa por miedo a que se burlen de sus defectos.