En Mendoza hay una residencia que esconde una historia de terror

En Mendoza funciona un hogar para ancianos donde los que allí residen deben convivir con gatos, murciélagos y excremento. Exclusivo Post.

En Mendoza hay una residencia que esconde una historia de terror

Por: Mendoza Post

Pitágoras solía decir que “una bella ancianidad es, ordinariamente, la recompensa de una bella vida”.

Es un lema que parece no cumplirse en Mendoza, al menos no en la calle Urquiza 520, casi esquina Ituzaingó de la Tercera Sección de la Capital, donde se encentra uno de los hogares para ancianos más conocidos de la provincia: la residencia Vicentina Betania, también conocido como San Vicente de Paul.

En su interior se alojan cerca de 35 ancianos, los que para poder ingresar abonan más de 20 mil pesos al mes.

Ese no es el punto, sino lo que ocurre, no solo con los mayores que allí se alojan, sino también con su propio personal.

Excremento de murciélago por doquier

Gracias a fuentes de información de la propia institución, que se suman a las puntuales fotografías a las que accedió el Post, se pudo determinar el grave panorama que vive la residencia Betania.

Lo primero que debe decirse es que solo dos empleados se encargan de atender a, por lo menos, diez residentes. No hace falta mencionar que estos abuelos requieren constantemente higienización, desinfección y otro tipo de atenciones de primera necesidad, que solo dos personas no alcanzan a realizar.

Debe decirse que, a su vez, los dos empleados deben limpiar pisos, baños, lozas y utensilios de cocina.

Lleno de gatos

“Antes de la cena, el lugar se vuelve una locura, porque hay que alimentar a los abuelos, hay que cambiarlos, bañarlos. No da todo el tiempo para hacer todo eso, además hay que limpiar pisos y baños”, reveló a este diario una persona que supo trabajar en el hogar referido.

La misma fuente reconoció que los abuelos son bañados una vez por semana y añadió un dato inquietante: “Nos hacían limpiar justo antes de los horarios que venía gente a ver el lugar”.

Otro de los detalles que se perciben en Betania es la presencia de más de una decena de gatos. Si bien los animales domésticos son buena compañía para los abuelos, la superpoblación de estos no lo es.

Las condiciones son penosas

No obstante con los gatos, los residentes también tienen que lidiar con murciélagos, los cuales adoptaron el techo de una de las habitaciones como su hogar, por ende todo el piso de ese lugar está plagado de su excremento.

No hace falta ser experto para saber que los desechos de este animal, al igual que los del gato, pueden producir problemas respiratorios y si se tiene en cuenta que el lugar lo habitan ancianos, el problema puede revestir severa gravedad.

Además de estas dificultades, el informante del Post comentó que, más allá de la buena voluntad de los empleados del hogar, estos no cuentan con capacitación para enfrentar las diversas situaciones que se pueden presentar con un paciente de avanzada edad.

“El personal no está capacitado para realizar ciertas tareas, por ejemplo, como curaciones de ulceras por presión, las que a veces se ensucian por contacto con materia fecal y estas terminan infectándose” contó la fuente.

Y añadió: “Dos de las enfermeras capacitadas del lugar tienen más de 60 años, ya no tienen capacidad física para realizar las tareas. El personal no sabe cómo abordar, ACV, polineuropatías, demencia senil, hemiplegias, etc”.

No es lo único: como se dijo al inicio de esta nota, otro de los conflictos del lugar está relacionado a los empleados.

“Cuando entrás a trabajar te hacen firmar un papel como que donás el aguinaldo, si no lo firmas, no te contratan”, contó una de las fuentes consultadas.

Además los empleados deben trabajar horas extras, fines de semana y feriados, los que no son pagados. “Según convenido del sindicato de Sanidad, no se pueden trabajar más de 40 horas semanales, en este lugar se trabaja más de lo establecido”, cuenta con indignación otra de las fuentes.

Concluyendo

Lo que ocurre en Betania es un reflejo casi calcado de lo que sucede en otros hogares para ancianos.

Es un tópico que no suele aparecer en los medios de comunicación, porque a pocos les interesa.

Sin embargo, es harto relevante, no solo porque allí podemos terminar eventualmente muchos de nosotros en un futuro, sino porque además podría ser el lugar donde recalen nuestros seres queridos.

No es poco.


Producción: Fernando Bedini/Christian Sanz