La empresa de la tarjeta de crédito líder del país es un monstruo que se autoalimenta a costa de inflar precios y dominar el mercado.
PRISMA el negocio redondo de Visa que entorpece la economía
Un Prisma es una figura geométrica que tiene varias caras o facetas y que, además, tiene la capacidad de descomponer la luz. No al divino botón la empresa que maneja cada una de las caras del monstruoso negocio de los pagos electrónicos y las tarjetas de crédito se llama Prisma.
Propiedad de los 14 bancos más importantes del país, Prisma es la única empresa que representa a Visa, pero también es la única autorizada a adherir comercios, es dueña del sistema informático que utilizan los negocios para cobrar con Visa (y otras tarjetas), y propietaria de la empresa que fabrica las terminales para cobrar, el aparato por donde se “pasa” la tarjeta.
Esta cuádruple presencia en un mismo mercado, que no es ilegal aunque aseguran que en Argentina falta legislación al respecto, es lo que analizó la Comisión de Defensa de la Competencia (CNDC) y que, concluyó, atenta contra la competencia entre empresas.
Es que al ser Visa la tarjeta dominante en el mercado, el hecho de que la misma empresa actúe en todas las instancias que forman parte del pago electrónico, y siendo encima propiedad de los mismos bancos a los que debe pagarle, hace que sea un negocio súper redondo donde, no sólo la plata que sale regresa sino que, además, tiene la capacidad de imponer las reglas dejando afuera cualquier intento de competencia.
Según la CNDC, alrededor de los pagos electrónicos con tarjeta se mueven 4 mercados:
El de emisión de tarjetas (los plásticos)
El de adhesión de comercios
El de procesamiento de pagos
El de provisión de terminales (aparatos POS)
Prisma es, en Argentina, dueña de Visa en el sentido en que ninguna otra empresa puede ofrecer la tarjeta. Pero además, al ser propiedad de los principales bancos, hay una pérdida de la posibilidad de que los bancos compitan en cuanto a ofrecer mejores servicios o menores tasas con la tarjeta porque se ponen de acuerdo entre ellos y ponen las condiciones que puede afrontar como bancos importantes. Los bancos más chicos no alcanzan, por su cuenta, a brindar mejores opciones para el cliente.
Los 14 bancos que son accionistas de Prisma son Galicia, Santander, Macro, Francés, Citi, Itaú, HSBC, ICBC, Comafi, Santa Fe, Patagonia, Nación, Ciudad y Provincia.
En los tres mercados siguientes (adhesión, procesamiento y terminales), Visa se autoalimenta a través de Prisma. Ningún comercio que quiera cobrar con Visa puede hacerlo si no contrata las otras tres facetas de su negocio, pero, además, ninguna otra tarjeta puede ofrecerse a un negocio si no es a través del procesamiento de datos y terminales POS de Prisma (salvo Máster Card, que es la segunda en el mercado de tarjetas y la única otra marca que tiene Procesamiento y POS propios).
De ahí que tarjetas más pequeñas y no bancarias, como la local Nevada, que podrían intentar ganar mercados con mejores condiciones para los consumidores, prefirieron acordar con Visa y sumarse al abuso que están sufriendo comerciantes y clientes.
¿En qué nos afecta a los consumidores?
El informe de la CNDC es claro respecto a dos temas fundamentales que el dominio de Visa – Prisma tiene sobre el precio final del producto.
Por un lado, porque los comercios, al tener sólo dos opciones en sistema de procesamiento de datos y terminales (Visa y Máster) no logran bajar el arancel del 3% que les cobran por cada transacción. Además, los comercios no pueden ofrecer descuentos o promociones salvo las que Visa o Máster propongan.
Por otro lado, y directamente sobre el usuario de tarjetas de crédito, al ser Visa la tarjeta líder, pertenecer a los bancos más importantes y centralizar el mercado, ella es quien pone las condiciones de financiación y, por ende, la tasa de interés, que ronda entre el 48 y el 52% anual.
La mentira de las cuotas “sin interés”
El último punto que reveló el informe de la CNDC es el más revelador y el que más daño le hace a la economía argentina.
Es que, las famosas compras en cuotas “sin interés” no existe. El informe desenmascaró que el CFT (Costo Financiero Total) es decir, lo que sale realmente comprar algo con tarjeta sumando la tasa de interés, la comisión bancaria y otros gastos, se suma al costo del producto antes de venderlo con tarjeta o en efectivo.
“El hecho de que no se diferencie el valor total de la suma de las cuotas del precio ofrecido por compra al contado no implica que la tasa de interés sea nula sino que resulta en que el costo financiero se traslada al precio del bien en cuestión”.
Esto quiere decir que el producto no sale en realidad lo que le cobran y eso “no permite discriminar el precio real del producto, del costo de financiamiento. Esta falta de transparencia en los precios dificulta la competencia en los precios y perjudica a los consumidores que no tienen acceso a medios de pago electrónicos”.
Las personas que no tienen tarjeta y no pueden comprar en cuotas pagan lo mismo que aquellas que compran en cuotas porque el producto tiene un precio “inflado”. Es por eso que otros planes de financiación que se ofrecen para los menos pudientes (créditos a sola firma, préstamos personales, etc) son tan caros, porque deben sumar un costo financiero a un costo ya puesto en el precio final del bien.
Una vez más, quien menos tiene termina financiando a quien tiene más posibilidades de pago.