¿Funciona o no funciona el detector de mentiras?

¿Funciona o no funciona el detector de mentiras?

Por: Mendoza Post

Primero lo primero: la relación entre el acto de mentir y su consecuencia fisiológica llevó al abogado y psicólogo estadounidense William Moulton Marston a desarrollar el primer aparato para detectar mentiras.

Su invención, realizada en 1915, sobre la base del polígrafo moderno y consistía en medir la presión sanguínea.

Más adelante se añadieron otras mediciones hasta llegar a los aparatos actuales, descendientes directos del detector de mentiras inventado en 1921 por John A. Larson, un estudiante de Medicina de la Universidad de California.

En general, estas maquinarias miden y registran los cambios en la respiración, el ritmo cardiaco, la presión sanguínea y la respuesta galvánica de la piel (su capacidad para conducir electricidad), que detecta la sudoración de las manos y reciben el nombre de polígrafos.

¿Cómo funciona?

Según explica QUO, el detector tiene más de 80 años de historia y quienes lo emplean han desarrollado un complejo sistema de preguntas y respuestas directas, con interrogantes obvias y otras capciosas que, en teoría, permiten a jueces entrenados poder discriminar si se está diciendo o no la verdad.

Se efectúan algunas preguntas irrelevantes para las cuales tanto el investigador como el entrevistado ya tienen una respuesta conocida, como por ejemplo: “¿Hoy es lunes?”.

Otras, llamadas “de control”, buscan determinar cómo reacciona el organismo del entrevistado ante la perspectiva de decir mentiras, aunque no refieran al tema de la investigación. Finalmente se aplican interrogantes relativas al caso investigado.

En sus dos vertientes (analógicos o computarizados), los polígrafos se emplean en muchas partes del mundo y se basan en la teoría de que esos valores cambian debido al conflicto psicológico que ocasiona mentir.

Y no detecta verdades

Sin embargo, debe tomarse en cuenta que el polígrafo no detecta verdades ni mentiras, sino cambios fisiológicos provocados por algún estímulo.

Por ello, su principal problema es que si una persona no tiene ningún sentimiento de culpabilidad al mentir, sus registros permanecen inmutables, en comparación con algunos inocentes que pueden mostrarse sumamente nerviosos al ser interrogados, cuyos registros podrían inculparlos erróneamente.

De hecho, el bajo nivel de aciertos que puede ofrecer un polígrafo –que algunos expertos sitúan en 70% o menos–, hizo que en 2003 la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS por sus siglas en inglés) concluyera que las pruebas con polígrafo pueden discriminar entre quien dice una mentira y quien dice la verdad con un promedio de exactitud “superior al azar, pero muy por debajo de la perfección”.

Por si fuera poco, la Academia reconoció que incluso en los registros de una mentira, los cambios podrían no tener relación con el acto de mentir, sino con el estrés que genera ser acusado de un delito.