La pelea que había empezado de la peor manera, se resolvió entre quienes debían hacerlo. Un presupuesto útil para gobernar, pero también para ensayar una tibia reactivación.
El gesto sensato de Suarez y Anabel
Muchas veces en los últimos años, los dirigentes de los partidos mayoritarios de Mendoza caminaron hasta el borde del abismo. Aunque al final, siempre aparecieron las voces razonables que evitaron el suicidio. La "sensatez" en función trasnoche que tanto se estaba reclamando de uno y otro lado, para poder aprobar un presupuesto que le sirviese al gobierno, a los intendentes, pero fundamentalmente a Mendoza. El año que viene se asoma repleto de acechanzas por una macroeconomía que no ayuda, y con los efectos de la pandemia encima. No sabemos aún qué quedará en pie. Sobre todo, si una segunda ola de contagios golpea al país, repitiendo los efectos ruinosos del primer avance del coronavirus y su consecuente cuarentena eterna absolutamente inútil. Ahora, sin obra pública y cargando con servicios de la deuda, para la economía de nuestra provincia 2021 resultaría mil veces peor.
Hubo una decena de negociadores y protagonistas ayer, en una jornada extensa en el Senado local. La mayoría habrá espiado el partido Perú-Argentina por la eliminatoria de Qatar en sus celulares, mientras los líderes de las bancadas y el vicegobernador Mario Abed iban terminando los detalles del presupuesto provincial en línea con Lisandro Nieri y el gobernador. Con el "roll over" de la deuda y 160 millones de dólares de créditos para obras, el presupuesto volvió a Diputados para la sanción definitiva, que saldrá como por un tubo. Justamente Mario Abed y el jefe de los senadores peronistas Lucas Ilardo, fueron quienes llevaron el peso de las negociaciones. También el senador "senior" Adolfo Bermejo. Hasta que una conversación telefónica de varios minutos entre el gobernador Rodolfo Suarez y la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti, terminó encaminando todo.
La puerta se había abierto mucho antes, al mediodía, luego que el peronismo hubiese enviado el fin de semana una batería de señales positivas para abrir "algo" las charlas que el gobierno había cerrado en "esto, o nada". Fue importante también la presión de los intendentes peronistas, que no querrían haberse pasado un 2021 sin obra pública en la media docena de departamentos que gobiernan, entre ellos algunos muy importantes en peso político y población como San Rafael y Maipú.
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La conversación entre Anabel y Suarez fue tensa, aunque amable. Intercambiaron varias "facturas". La senadora estaba dolida porque el gobierno había salido con todos sus ministros y legisladores, a culparla por el fracaso del presupuesto en Diputados. Suarez tenía con el peronismo cuentas pendientes más antiguas, desde el presupuesto anterior. No le gustó lo de "niño rico" y "caprichoso". A la legisladora le había pegado mal lo de "oposición salvaje". Quienes conocen la trama íntima de estas negociaciones, saben que la senadora peronista había pedido a Lucas Ilardo y Germán Gómez, los jefes legislativos, que Suarez tuviese un presupuesto. No cualquiera, pero uno que le resultara útil a todos. Luego, todo se empantanó y hubo responsabilidades compartidas. Dicen que Anabel se habría comprometido a que el peronismo no volverá a trabar el roll over de la deuda en próximos presupuestos. Y que el PJ insistió con que habilitaría crédito para obras y se evitaría un ajuste mayor de las cuentas públicas. La senadora también le habría transmitido al gobernador que no -realmente- quería pelear. Ella sabe que de ningún modo le conviene aparecer como una "bloqueadora" del gobierno, o que los radicales y sus aliados hagan aparecer al peronismo como los reyes del palo en la rueda. Estamos, aunque no aparezca en agenda, a cinco minutos del próximo año electoral. Al final, ganaron ambos. El triunfo político del gobernador fue tener un presupuesto con apoyo del peronismo. Y el de Anabel, "debutar" como jefa política y formal del peronismo mendocino, conduciendo una negociación razonable con el gobierno.
Sí, hubo toda una tarde de "poroteo" por las obras. Y antes, un desacuerdo permanente, porque el gobierno no quería saber nada con congelar los impuestos patrimoniales.
Sobre la medianoche, hubo zozobra. "Cayo Nieri y objetó un montón de cosas" contó un peronista con el malhumor acumulado, antes del humo blanco que apareció cerca de las dos de la mañana.
Finalmente, sobraron montones de palabras. Especialmente los calificativos. Y el presupuesto se resolvió con negociación parlamentaria y gestión política. Es el camino correcto, el que una Mendoza expectante y castigada en su economía, venía reclamando. La situación no está como para "caprichos", "salvajadas", ni "insensateces" de nadie.