La operación busca manchar más que un nombre: el del periodista Horacio Verbitsky. La columna de Cynthia García para el Post.
La fallida operación contra Horacio Verbitsky
En sus intentos desesperados por impedir la continuidad del gobierno nacional, los grupos concentrados de poder buscan ensuciar todo lo que les suene a K. Hace unos años arremetieron contra el juez Eugenio Raúl Zaffaroni y ahora contra el periodista Horacio Verbitsky. La operación busca manchar más que un nombre: intenta atacar un núcleo ético de estos años, echar un manto oscuro sobre el movimiento de derechos humanos.
El nuevo episodio es la publicación (se estima que en septiembre) de un libro de Gabriel Levinas sobre el titular del Centro de Estudios Legales y Sociales: afirma que Verbitsky le escribió los discursos al brigadier Omar Rubens Graffigna durante la dictadura. Y va más allá, sostiene que trabajó para la Fuerza Aérea entre 1978 y 1982 y que incluso fue “protegido” por el comodoro Juan José Güiraldes en el inicio del Golpe de Estado, en 1976.
Empecemos a repasar los nombres para ver quién es quién en esta historia:
Horacio Verbitsky es periodista, escribe en el diario Página/12 y es autor o coautor de veintidós libros de investigación. Algunos de los más salientes con Robo para la corona (1991), Un mundo sin periodistas (1997), Doble juego: la Argentina católica y militar (2006) y Cuentas pendientes. Los cómplices económicos de la Dictadura (2013). Más allá de su prolífica y excelente obra periodística, dirige el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la organización no gubernamental que trabaja desde 1979 en la promoción y protección de los derechos humanos y el fortalecimiento del sistema democrático. Este organismo fue el promotor de la derogaciónde las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
En los años 70 Verbitsky compartió labores periodísticas con Rodolfo Walsh. Se sumó a la militancia política revolucionaria y debió exiliarse en Perú por la persecución de José López Rega. De regreso al país, difundió cables desde la Agencia de Noticias Clandestina que denunciaban la represión ilegal: en 1976 hizo circular la primera Historia de la Guerra Sucia, con noticias del centro clandestino de detención en la ESMA y de cómo arrojaban personas al Río de la Plata. Hace unos años integró por un tiempo el Espacio Carta Abierta.
Omar Rubens Graffigna fue ascendido a Brigadier General y nombrado comandante de la Fuerza Aérea Argentina el 26 de enero de 1979, sucediendo a Orlando Ramón Agosti. Permaneció en la Junta Militar hasta el 17 de diciembre de 1981, cuando pasó a retiro y dejó en su lugar a Basilio Lami Dozo.
En el juicio a las Juntas de 1985 la fiscalía le imputaba los delitos de homicidio calificado, privación ilegítima de la libertad; tormentos, reducción a servidumbre, encubrimiento, usurpación y falsedad ideológica, pero fue absuelto. Hoy, a los 89 años, cumple arresto domiciliario por la desaparición de Patricia Roisinblit, hija de la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
Gabriel Levinas es un personaje desconcertante: escribe en el diario La Nación, es columnista de Jorge Lanata en su programa de Radio Mitre y es panelista del reality show Gran Hermano. En los años 80 dirigió el periódico cultural El Porteño y en su rol de marchand afrontó una causa por el robo y comercio ilegal de 15 piezas del artista plástico León Ferrari, lo que le significó un juicio oral y un pago de deuda para evitar ir a la cárcel.
Su aura de intelectual progresista se fue diluyendo hasta recalar en la producción de Lanata, donde se suma a las diatribas del conductor contra el gobierno nacional.
En su libro de próxima aparición, iniciativa de Penguin Random House (PRH), Levinas señala a Verbitsky como colaborador de la Fuerza Aérea durante la dictadura. Para el autor, Verbitsky trabajó para un manuscrito usado en un discurso de Graffigna, en conmemoración del Día de la Fuerza Aérea, el 10 de agosto de 1979. Sin embargo, Según venía adelantando el propio Levinas, su “investigación” se basa en pericias caligráficas sobre la cual construye la hipótesis de que el titular del Cels trabajó durante la dictadura para el brigadier Graffigna. Parte de una documentación con la firma falsificada de Verbitsky, por lo que toda la “investigación” pasa a ser una farsa.
¿Es legítima una publicación de un libro que supone ser “periodístico” pero parte de un documento adulterado?
¿Es legítima una publicación de un libro que supone ser “periodístico” pero parte de un documento adulterado? Dos peritajes caligráficos aseveran que los manuscritos no son de puño y letra de Verbitsky. A ellos se les sumó el testimonio de Graffigna para dar por tierra la operación y terminar de derribar la “hipótesis” montada por Levinas.
En una nota de Página/12, Verbitsky introdujo un nuevo nombre en este caso: “Luciana Bertoia, de 29 años, graduada como periodista en TEA, licenciada en Ciencia Política con diploma de honor en la UBA, magister en Derechos Humanos y Democratización por la Universidad Nacional de San Martín y la Unión Europea, y doctoranda en Ciencias Sociales en la UBA hizo lo que omitieron Levinas, el Grupo Clarín, Juan Ignacio Boido (director de Penguin Random House) y los abogados de PRH: una mínima verificación del gravísimo cargo de colaborar con la Junta Militar, cuyos crímenes denuncié dentro y fuera del país desde 1976 y sin pausa hasta hoy. Bastaba con la consulta a Graffigna y con un peritaje caligráfico serio, contra un completo cuerpo de escritura mío, como hizo Diana Trotta, y no con pocas palabras escritas a la disparada en las dedicatorias de dos libros, que ni siquiera es seguro que hayan sido escritas por mí y que tampoco los muestran porque dicen que sus propietarios me temen”.
Bertoia es la autora de una entrevista a Graffigna publicada el pasado sábado en el diario Buenos Aires Herald, en la que negó que Verbitsky hubiera escrito sus discursos o los de sus predecesores (seis testimonios desmienten la falacia del libro que sugiere que el comodoro Güiraldes le dio refugio cuando el golpe de 1976).
El Post dialogó con Bertoia, quien compartió la grabación de su nota con Graffigna. Cuando le preguntó por el supuesto vínculo con Verbitsky, el exmilitar contestó con un rotundo “Nada que ver. Cualquiera tiene derecho a decir lo que quiere. Pero la gente es inteligente y es claro que lo bueno y lo malo no pueden ir juntos. Él era parte de Montoneros y yo era uno de los líderes de las Fuerzas Armadas... Me reí mucho cuando escuché sobre el documento”.
En la nota del Herald, Graffigna se preguntaba “¿Cómo podría ser cierto (que Verbitsky le escribiera los discursos)? Yo era Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea ¿Cómo pudo haber una relación entre la Fuerza Aérea y un periodista que tiene ideas totalmente distintas?”
“Graffinga fue una persona con un cargo alto en la junta pero que critica a Malvinas y no se hace cargo de su rol en la represión”, subraya Bertoia.
-¿Qué te llamó a hacer esta nota?
-Me había llegado un trascendido de que Graffigna se quejaba bastante porque lo vinculaban con Verbitsky. Por estos días él y el CELS están en el eje de atención de muchos periodistas y me pareció interesante chequear esa información.
-Debe haber una motivación detrás de ese foco puesto en Verbitsky. No es casual que se de este interés...
-El CELS es el organismo de derechos humanos más importante de la Argentina. Ha tenido mucho impacto en políticas claves como la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final o, más recientemente, en la anulación de la Ley de Inteligencia. Y si hay dudas sobre estos organismos, deben ser aclaradas.
-¿Qué impresión te quedó de tu charla con Graffigna?
-Que hablé con una persona que tuvo a su cargo la represión y que no se hace cargo... En un momento me dice: “yo lloré tres meses seguidos por la locura de Malvinas”, entonces le pregunté “¿pero no lloró por lo que ocurría en los centros clandestinos de detención?”. “Ah, ese es otro tema”, me respondió. Es un protagonista vivo, que estaba ubicable y que podía ser consultado.
-¿Le queda claro que la acusación contra Verbitsky es falsa?
-No conozco los documentos que tiene Levinas ni el colega con el que ha estado escribiendo. Pero hay un protagonista vivo y dice que no; Verbitsky dice que no y aportó muchas pruebas en Página/12... Con toda la evidencia que hay tiendo a creer que lo que dice Verbitsky es verdad.
Con su proverbial lenguaje, Verbitsky le puso un cierre a esta operación: “Esta coalición entre mercenarios que nada tienen que perder, porque debido a su incompetencia profesional carecen de cualquier respetabilidad, medios que hasta llegaron a inventar cuentas bancarias inexistentes de Máximo Kirchner y Nilda Garré, y la mayor editora multinacional, que recluta jóvenes sin escrúpulos decididos a abrirse paso sobre la base del escándalo, da como resultado un catálogo de mentiras, que voy a refutar con datos duros. Lo único real de esa operación es la malicia de sus responsables”.



