La mayoría tiene cuadros graves. No duermen de noche y no tienen ganas de nada. "No nos motiva nada", dicen.
Siete de cada diez adolescentes sufre depresión por la cuarentena
Un estudio sobre entrevistas a más de mil adolescentes reveló que lo que más los afectó durante esta pandemia fue el hecho de no ver a los amigos y que la gran mayoría padece algún grado de depresión.
La fundación Vivir Agradecidos, que reúne a especialistas de distintas áreas, para dar respuestas innovadoras y sistémicas a los desafíos educativos del siglo XXI, convocó a profesionales en salud y educación (Equipo Pionero) para elaborar un diagnóstico de la situación emocional de los adolescentes en el contexto de la cuarentena y la distancia social.
Los resultados, publicados en La Nación, apuntan que siete de cada diez adolescentes manifiesta signos de depresión. El 26,7% experimenta una depresión moderada, y el 40,3% formas graves. Además, más de la mitad desarrolló problemas de ansiedad y el 61% no muestra resiliencia, es decir la capacidad de sobreponerse y transformarse para seguir adelante en la crisis.
El horario de sueño se trasladó de 6 a.m. a 3 p.m. y eso implica que participan de las clases por Zoom medio dormidos. Sin embargo, estas nuevas rutinas, lejos de bajar su estrés, los están acercando a la depresión, según señalan distintos estudios.
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"Encontramos un vínculo muy fuerte entre la resiliencia y la depresión. Los chicos que desarrollan la resiliencia tienen menos chances de caer en depresión. Pero lo bueno es que esto también se puede aprender durante la crisis. Por eso, entendemos que el gran desafío del sistema educativo en esta etapa no es impartir conocimientos sino enseñar a los chicos a buscar las herramientas que les permita seguir adelante", apuntó la psicóloga Marina Manzione, especialista en niñez y adolescencia, que formó parte de Equipo Pionero, que llevó adelante el estudio.
Ya a comienzos de la pandemia, distintos estudios habían alertado sobre el impacto que la cuarentena estaba teniendo en el bienestar emocional de los adolescentes. Un estudio del Instituto de Neurociencias Cognitivas y Traslacionales de CONICET-Fundación INECO-Universidad Favaloro sorprendió a los investigadores cuando estudiaron el humor social. Pensaron que iban a encontrar mayores indicadores de depresión en los adultos mayores de 65 años, por el encierro. Sin embargo, se encontraron que los menores de 25 años experimentaban con mayor frecuencia cuadros de depresión profunda.
¿Cuáles fueron los factores que activaron el malestar adolescente durante la pandemia? Según las respuestas, la principal, no poder ver a los amigos, seguida por el malhumor que les genera tener que estudiar desde una PC. También les da mucho miedo que un familiar enferme de Covid.
¿Cómo se siente la depresión en la adolescencia? Las respuestas más frecuentes con las que se encontraron los especialistas del Equipo Pionero fueron "tengo dificultad para concentrarme en ciertas actividades". También indicaron que les cuesta conciliar el sueño y permanecer dormido; y la tercera respuesta que más se repitió fue que se sienten cansados o sin energía.
"Mi vida tiene un sentido"
El estudio del Equipo Pionero apuntó que seis de cada diez adolescentes no mostraron resiliencia. Pero, en cambio, otros cuatro, sí. La pregunta es ¿qué los vuelve resilientes? Los especialistas utilizaron un cuestionario estandarizado que se utiliza para medir la resiliencia. Entre los adolescentes, las respuestas más frecuentes encontradas entre los resilientes fueron "Encuentro algo de qué reírme"; "Me las arreglo de una forma u otra"; "En la emergencia, soy alguien en quien la gente busca ayuda" y también "Mi vida tiene sentido".
"Esto significa que el humor, la autoestima, el sentirse alguien que puede ayudar a otros o tener claro el propósito en la vida ayudan a los adolescentes a poder enfrentar lo que les está tocando atravesar, aprender y salir transformados de esta experiencia. En cambio, sentirse solos y no entender el propósito de la cuarentena, generan el efecto contrario", dice Manzione.
"Esto nos afectó la creatividad. Nos piden que escribamos o participemos, pero no tenemos ganas. El desgano nos gana. Es un ciclo de nunca hacer las cosas porque nunca tenemos ganas. Las clases virtuales son difíciles. Los profesores son muy atentos y ponen mucha predisposición, nos dan espacio para contar lo que nos pasa, pero las exigencias son las mismas. Tenemos pruebas, que se toman online. Es más fácil copiarse. Yo decidí no copiarme para saber dónde estoy. Lo difícil son los trabajos prácticos, que nos generan mucho tiempo de trabajo en casa. Nos bombardeaban. Diez materias para entregar diez trabajos en una semana, es mucho. Sobre todo porque no nos motiva nada", dijo una de las adolescentes entrevistadas.
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