El gobernador ha descartado casi por completo la idea del aislamiento total. Sólo lo hará si hay una curva insostenible de casos y se queda sin lugar en cuidados intensivos de los hospitales. La idea de un "alerta sanitaria" de viernes a lunes.
Suarez se aleja de la fase 1: los porqué de una idea arriesgada
Rodolfo Suarez está convencido. No hay que volver -de momento- al aislamiento de la población mendocina, como ocurrió desde el 20 de marzo con la "cuarentena total". Sólo habría un retroceso semejante si lo decide el presidente Alberto Fernández el 20 de este mes, cuando con la llegada de la primavera venza la actual etapa de aislamiento y distanciamiento y haya que armar un nuevo decreto, con condiciones que serían duras en varias provincias que ya retrocedieron por el aumento de casos. Mendoza es la única provincia en las que hay circulación comunitaria sostenida del virus, en mantenerse dentro de la fase de "distanciamiento" con buena parte de la economía funcionando. Ello, pese al "pase de factura" destemplado que les enrostró el presidente Alberto Fernández al gobernador y a la ministra de Salud Ana Nadal el jueves 27 del mes pasado. Fue pocos días antes de la decisión de Suarez que implicó el cierre de clubes, restricción al funcionamiento de los gimnasios y de los cultos religiosos, y las limitaciones a los restaurantes.
Suarez se fue convenciendo de a poco de la escasa utilidad de una medida como el aislamiento total. Cree que aunque le pusiera un candado a Mendoza sería imposible contener el principal foco de contagio, enclavado con fuerza en las reuniones sociales y familiares que muchísimos mendocinos realizan violando las prohibiciones. De acuerdo a los datos que maneja el gobierno, recogidos en los interrogatorios sanitarios de los pacientes positivos de coronavirus, buena parte de los contagios ocurren en la vida social que está prohibida en el país y en la provincia. Para el gobernador, cerrar el comercio, lo que queda de gastronomía y el turismo, producirá un daño económico aún mayor al resultado ruinoso de la cuarentena. La economía de la provincia se achicó 16 puntos respecto del año pasado, por la pandemia y las consecuentes medidas sanitarias primero de aislamiento, y luego de distanciamiento. Por ello, volver al aislamiento total que rigió en todo el país desde el 20 de marzo y que aún está vigente en varias regiones de la Argentina incluso el AMBA, dejaría un desastre aun peor.
Por si alguien no lo recuerda, en aquellos días estaban prohibidas las reuniones sociales y familiares de todo tipo, el comercio en general debió cerrar igual que el turismo, la gastronomía y varios servicios e industrias, y Mendoza se vació y se encerró en sí misma. Las clases, la justicia, el Estado administrativo, la justicia, se "apagaron" y sólo quedó encendido lo esencial para seguir viviendo. El país quedó latiendo, débil, y en posición fetal. Sólo funcionaron las farmacias, los supermercados, los comercios de cercanía, las ferreterías, y la carga de combustible, entre unos pocos rubros más. Casi seis meses después, el costo económico de la cuarentena resultó espantoso, y aun así, el país está en el "top ten" de los países con más contagios del mundo, y en el "Top 15" de muertes.
La ecuación de Suarez es delicada. Decide mantener el comercio, los restaurantes y el turismo interno abierto, y a la vez le pide a la gente que se aísle y se quede en casa. Las apelaciones al aislamiento voluntario de los mendocinos funcionaron algunas horas la semana pasada sobre la base del miedo. Fue una semana de curva ascendente de casos y un récord de 709 contagios registrados en un solo día. Y la gente casi desapareció de la calle. La circulación de personas en Mendoza estaba muy por encima del promedio nacional. Se mide con el traslado de los celulares de una antena a otra. Es una especie de "mapa de calor" que en la provincia estaba tan en rojo como los contagios. Pero las advertencias, el susto por los centenares de detecciones positivas diarias y el temor a una "cuarentena total" hicieron que desde el jueves último hasta el lunes por la tarde, la gente estuviera "guardada". Pero, ayer, el propio gobernador se sorprendió de la cantidad de gente que había en el centro, y de los adultos mayores poblando las veredas de los cafés. "No tienen que salir" pidió ante los medios ayer, mientras mostraban los diez primeros cascos de ventilación fabricados por la firma Ecleris. Sirven para evitar que muchos pacientes con dificultades respiratorias por el covid-19 deban ser ingresados a terapia.
La pregunta es qué hará Suarez para disminuir la circulación de personas, y a la vez no bajar las persianas de la actividad económica de la provincia. Entre el puñado de ideas que se analizan en el poder surge una: decretar una suerte de "alarma sanitaria" o "alerta sanitaria" similar al "Toque de queda" de los chilenos, de viernes a lunes. La idea sería atacar de ese modo el problema de las reuniones familiares y sociales. No está claro si la restricción funcionaría todo el día, abarcando el comercio, o sí sólo sería en la tarde-noche. A la vez, saturarían el Gran Mendoza con la mayor cantidad posible de policías para reforzar los controles. Suarez está merodeando esta idea, como una especie de "ajuste" del distanciamiento para aliviar el sistema sanitario.
La situación sanitaria muestra caras diversas. No hay sintonía fina entre el mensaje optimista que se emite desde la Casa de Gobierno y lo que transmiten en charlas privadas y grupos de WahstApp médicos y enfermeros, la mayor parte del tiempo de modo anónimo. Algunos dicen que la situación es de colapso total de las terapias intensivas. Uno de ellos lo hizo público. Fue el médico Mariano Antonio, jefe de Terapia Intensiva del Hospital Central. Lo hizo en su perfil de Facebook. En el gobierno reconocen que "estamos muy jugados, muy justos, muy al límite..." pero creen que el sistema aún aguanta, pese a que todos los días hay entre 500 y 700 detecciones positivas. Es decir, nuevos infectados.
La discusión sobre el modo de administrar las restricciones y las camas disponibles de terapia se ha ideologizado. Una agrupación médica militante de perfil claramente kirchnerista, presidida por el sanitarista Pablo Ferrari, acusó a Suarez de "neoliberal" y pidió volver Mendoza a fase 1 durante 30 días. No hay forma de promediar todo esto. Hicieron advertencias sobre una escalada monumental de casos si no se aísla a toda la población de inmediato. Pero mucho de lo que dicen respecto de la situación íntima en las UTI se parece bastante a lo que cuentan off the record médicos aún simpatizantes de Cambia Mendoza, y votantes de Suarez y Alfredo Cornejo.
El comercio, la gastronomía y los restaurantes juegan su propio partido. Pulsean con todo para que Suarez no cierre la economía. Mandan cartas, piden reuniones, salen a los medios y redes sociales a contar las penurias de cada sector. Al extremo que la CECITYS -la cámara que agrupa la industria y el comercio de la Ciudad de Mendoza- prácticamente suplicó a los mendocinos que salgan sólo lo necesario. El pedido implicará menores ventas. Pero creen que será mejor que ninguna venta si Suarez debe cerrar por el aumento de casos.
Los plazos corren junto a la cantidad de contagios. Mientras Suarez evalúa el "alerta sanitario" de viernes a lunes, entre otras posibles medidas, en el Ministerio de Salud cuentan camas de a una, y esperan para el fin de semana o la semana que viene el impacto de las restricciones tomadas el martes de la semana pasada. Entretanto, ya llegamos a los 12.261 casos, 5026 recuperados y 163 personas fallecidos. Aun así, el índice de letalidad es considerado bajo.
No habrá decisión de fase 1 por ahora. Puede haber un "toque de queda" -técnicamente no lo sería, pero se parece- y la apuesta es llegar al día 22 sin cerrar.
El debate de qué hacer convive con las pequeñas historias relacionadas al Covid-19. Las dolidas muertes de profesionales de la Salud, el asalto a la ambulancia del Servicio de Emergencias Coordinado de la provincia, las apelaciones de la enfermera del Notti que dijo "no damos más", pegaron fuerte en la población. Lo mismo ocurre con las desventuras de la gente que debe peregrinar para conseguir una cama -le pasó a un conocido hematólogo que tardó horas en conseguir una para su esposa, enferma de coronavirus- o que sufre los abusos del sistema. Un conocido productor porcino dedicado al negocio de los chacinados fue en la tarde-noche del martes con fiebre a una conocida clínica del centro de Mendoza. Ofreció pagar "particular". Quisieron cobrarle 20.000 pesos por la consulta.