El gobierno provincial mantiene en suspenso la idea de volver a fase 1. Jueves o viernes debería notarse el efecto de las nuevas restricciones. El plan de mitigación para esta semana.
Plan A: Aguantar a que baje la curva de contagios
Aguantar, advertir, controlar. Son tres de las acciones sobre las que el gobierno de Mendoza con Rodolfo Suarez a la cabeza trabajará esta semana, contrarreloj, para evitar por todos los medios a su alcance un regreso al aislamiento total y fase 1 de la cuarentena. Para conseguirlo, deben bajar la circulación de personas todo lo posible especialmente en el Gran Mendoza. Y descongestionar las terapias intensivas. Así, deberán atender especialmente las cifras de ocupación de camas con oxígeno que todas las mañanas alrededor de las 08:00 le llegan a la ministra Ana Nadal. A los pocos minutos, las comparte con Suarez.
Anoche, la situación en las unidades de terapia del Hospital Central y de El Carmen estaba al límite. Aunque la presión en cantidad de casos bajó -ayer fue de 290 detecciones positivas con una cantidad baja de determinaciones- sigue ocurriendo que más del 40 % de los análisis que se revisan da positivo. La semana pasada, según cifras de Asociación de Clínicas de Mendoza, ese rango de casos positivos sobre el total de determinaciones arrojó un preocupante 43,6 %. El último día del mes pasado, llegó al 49,9 %.
La idea central del gobierno es llegar al día 22, cuando vence el actual decreto que rige el distanciamiento social en la provincia, sin nuevos retrocesos. Suarez hará todo lo posible para no cerrar la economía de la provincia, aunque la semana pasada debió restringir drásticamente el funcionamiento de los restaurantes y cerrar clubes, luego de un cruce muy fuerte con el presidente Alberto Fernández, en un Zoom del que participaron todos los gobernadores con circulación comunitaria del virus. Fernández le facturó a Suarez el aumento de casos "con todo abierto". De hecho, siempre según el informe de la Asociación de clínicas, la velocidad de duplicación de casos en nuestra provincia fue la semana pasada del doble -en días- que la nacional: 13 días, contra 27.
La pelea política de la cuarentena es de dos modelos. El nacional compartido por muchos gobernadores pero especialmente por Axel Kicillof -en el distrito de más contagios del país que es la provincia de Buenos Aires- consiste en cerrar todo lo que se pueda. Suarez piensa lo contrario y cree que la cuarentena no es la única vacuna.
Como sea, hoy empieza una semana de expectativas. Las restricciones anunciadas la semana pasada, más las apelaciones al aislamiento voluntario, dieron algún resultado en la baja de circulación de la gente, aunque esto no se verá reflejado en la ocupación de camas de inmediato. Para ello, hay que esperar por lo menos hasta el viernes. El dato surge de un "mapa de calor" que siguen en el gobierno, un desarrollo de Nación para seguir el movimiento de las personas y de los automóviles a través de la geolocalización de los celulares. La baja de circulación entre jueves y viernes luego de los anuncios del gobierno y de los spots pidiendo "aislamiento voluntario" fue notoria. Habrá que ver hoy, con el regreso de la actividad comercial y bancaria de cada lunes, si esa tendencia se mantiene.
Algunos intendentes controlaron el fin de semana el movimiento. Hablaron con comerciantes. Varios fueron los que contaron que la baja en la circulación se notó en las compras. Ayer, además, en algunos departamentos agregaron personal municipal para verificar el esparcimiento. En Guaymallén, mandaban a su casa a ciclistas y "runners" que circulaban sin barbijo.
Durante el fin de semana se hacen menos determinaciones. Se notó particularmente ayer. Se procesaron sólo 615 de las que 290 dieron positivo. Probablemente ello congestione los primeros días de la semana y haya más casos entre lunes y martes. También ocurre que cuando las determinaciones se acercan a mil y hay más de 500 positivos para informar, el sistema se retrasa. El sábado, por ejemplo, hubo médicos del seguimiento epidemiológico que recibieron la lista de casos para comunicar, entrevistar a los pacientes positivos y obtener la información de los contactos estrechos, a las dos y media de la tarde.
"No hay novedades. Arrancamos como siempre, a ver si esta curva se tranquiliza..." comentó anoche un funcionario del gobierno, consultado por eventuales medidas para esta semana.
Hay quienes piensan que es tarde. En Salud, dicen que es la estrategia en los tiempos adecuados. La semana pasada se anunció la "reconversión" del Hospital Carrillo a pacientes Covid. El Notti recibirá a adultos familiares de niños Covid y los tratará en sus instalaciones. Además, absorberá los casos pediátricos que vengan del Hospital Alexander Fleming, de la Osep, que desde hoy funciona también como "hospital Covid". A mitad de semana llega una partida de los cascos de ventilación que fabrica la firma Ecleris. La compra completa es de 500. Esos cascos permiten ir descongestionando las terapias y evitar que los pacientes sean entubados. Y requieren de menos recurso humano, porque las personas pueden girar en su cama o moverse por sí mismos y no es necesario inducirlos al coma. Las drogas para el coma controlado de un paciente cuestan $ 27.000 por día al Estado.
Luego, quedará insistir sobre la conciencia de las personas, lo más difícil en una sociedad harta de las restricciones con escaso resultado. Después de todo, Argentina lleva una cuarentena de casi seis meses, con el país quebrado en fronteras internas y varias provincias en aislamiento, e igual está entre los diez países con más contagios del mundo.
Lo que sinceramente duele, es ver que mientras el personal sanitario se desgañita para que alguien preste atención a la emergencia permanente en la que viven desde hace meses, "Mili Pili" hace el cumpleaños de su hija e invita a 15 niñitos, los asados proliferan por todas partes, hay pijamadas, juntadas de chicos y grandes, y casi nadie se priva de ver a su familia y amigos. Las reuniones clandestinas, fiestas de cumpleaños, despedidas, y hasta de divorcio han sido el máximo factor de contagio en estas semanas. Es la información que el personal sanitario recaba de los pacientes positivos, y que un equipo especial analiza para seguir la ruta del virus.
Es inevitable que el personal de Salud, los funcionarios que están en la calle, los trabajadores de servicios esenciales, estén eventualmente mucho más expuesto a los contagios. Sin embargo, el mayor inconveniente ha sido la desobediencia. Y la falta de empatía de amplias capas de la población.
Si esta semana la curva desciende, si bajan los casos, si hay menos circulación de personas en el Gran Mendoza, puede que no sea necesario volver a fase 1. De lo contrario, un nuevo aislamiento será inevitable. No se sabe si sería efectivo. Las zonas más pobladas del país en el AMBA, están en aislamiento. Pero nadie cumple. Buenos Ares es un verdadero festival de gente en todas partes. Como Mendoza.