El problema de las microagresiones es que, a diferencia del discurso de odio, son muy difíciles de detectar porque se basan en prejuicios compartidos socialmente.
Cómo detectar las "microagresiones" que se reciben a diario
Según la psicóloga Jennifer Delgado Suárez, las pequeñas frustraciones del día a día, esos enojos, desilusiones y disgustos por cosas insignificantes, pueden llegar a afectar más el bienestar emocional y salud física que los grandes problemas de la vida, como comprobó un estudio de la Universidad de Houston.
El problema es que esas pequeñas frustraciones se van acumulando hasta saturar y romper el equilibrio psicológico, desbordan por completo, eso mismo sucede con las microagresiones en el día a día.
¿Qué son las microagresiones?
Las agresiones son conductas dañinas, generalmente intencionales, en contra de otra persona con el fin de herirla.
Identificar las agresiones físicas es sencillo, identificar las agresiones psicológicas es más complejo porque se esconden tras comportamientos, actitudes o palabras más sutiles.
Las microagresiones, por definición, son actos pequeños, casi inconscientes, que realizamos a diario y a los que no les damos mucha importancia, pero su goteo constante termina teniendo un impacto negativo en la persona agredida.
Surgen cuando se realizan actos o comentarios despectivos, que generalmente son aceptados socialmente, pero que promueven estereotipos o generan estigma sobre una persona.
Los comentarios clasistas, racistas y sexistas son un claro ejemplo de microagresiones cotidianas, pero existen muchas más, por ejemplo no sentarse junto a alguien en el transporte público por su aspecto, interrumpir más a las mujeres que a los hombres cuando hablan porque creemos que no tienen nada interesante que decir, suponer que una persona es menos inteligente por proceder de un determinado lugar con quien no se comparte la raza o creer que determinadas personas que pertenecen a determinada clase social cuentan con una menor cantidad de derechos u oportunidades que el resto, son claros ejemplos de microagresiones que se dan lugar en el día a día.
Del ataque directo a la ofensa oculta
Estas son las dos clases de microagresiones, según Derald Wing Sue, psicólogo de la Universidad de Columbia nacido en Estados Unidos, pero de origen asiático,, de manera que ha sufrido en carne propia esos microinsultos y ofensas:
? Microagresiones abiertas: Son agresiones directas, palabras o actos que tienen el objetivo de herir o hacer sentir mal deliberadamente a la otra persona.
? Microagresiones encubiertas: Se trata de agresiones camufladas. Quien las comete no ve ninguna mala intención en ellas porque es víctima de estereotipos y prejuicios que refuerza a través de esas agresiones.
El problema de las microagresiones es que, a diferencia del discurso de odio, son muy difíciles de detectar porque se basan en prejuicios compartidos socialmente, muchas veces no se manifiestan de forma verbal, sino que pueden ser pequeñas acciones aparentemente inofensivas, a veces incluso pueden esconderse tras un halago.
Ese carácter sutil de las microagresiones no mitiga su impacto negativo en quien las sufre, sino que las vuelve aún más dañinas porque son más difíciles de combatir y erradicar.
Así las microagresiones se replican y se vuelven tan comunes en el día a día que no llegamos a comprender la verdadera magnitud del daño que provocan en las víctimas.
¿Por qué las microagresiones son dañinas?
Existen personas que creen que las microagresiones no son un tema importante como para recalcarlo al percibirlas, piensan que el problema no es el "agresor" sino que la "víctima" es demasiado sensible o que se toma las cosas demasiado a pecho, pero, en estos casos, se hace sumamente necesario entender a aquella persona que es víctima de esas microagresiones.
Por ejemplo, el mismo Derald Sue, cuenta que muchas veces, tras dar una conferencia, se le acercan los estudiantes y no solo lo felicitan por el contenido de la clase sino también por su perfecto inglés, ese tipo de comentarios, que se repiten una y otra vez, le hacen sentir como un extranjero en su país natal.
Una serie de experimentos realizados en la Universidad de Princeton revelaron que cuando una persona sufre microagresiones en el contexto de una entrevista de trabajo comete más errores, lo cual se convierte en una profecía que se autocumple, limitando sus posibilidades de acceder al puesto.
El problema de las microagresiones es que van creando una bola de nieve, un comentario sutil, un gesto pequeño, un acto insignificante se van transformando en algo mayor que termina haciendo que la persona se sienta diferente, rara o incluso inferior.
Así las microagresiones terminan provocando heridas invisibles que afectan la autoestima, la salud mental y el sentido de inclusión de las personas que no cumplen con ciertos estándares sociales, de hecho, no es raro que una persona que es víctima de microagresiones de forma permanente y sistemática reaccione de manera exagerada y desproporcionada frente a un simple comentario o una broma pesada, en realidad, esa persona no está reaccionando ante ese microinsulto sino a todos los años de microinsultos que ha soportado, ese comentario ha sido simplemente la gota que ha colmado el vaso.
¿Cómo combatir las microagresiones?
Cabe destacar que se debe entender que a través de las microagresiones validamos y replicamos, muchas veces inconscientemente, los estereotipos en las muchas interacciones sociales.
La microagresión tiene una fuerte repercusión, tanto en el inconsciente de la víctima como en el subconsciente social, por lo tanto, contribuye a reforzar prejuicios y a denigrar determinados grupos.
Eso significa que no deberían tener cabida en nuestras relaciones interpersonales. Si sufrimos esos microinsultos, podemos realizar una microintervención, es decir, hacer algo que desarme la microagresión y eduque a quién la ha realizado.
Si alguien dice algo que resulta ofensivo, es importante no ponerse a la defensiva, es importante partir del hecho de que nadie es inmune a los prejuicios sexuales, raciales o de género heredados, ni siquiera nosotros.
Eso significa que no hay necesidad de enfadarse con esa persona, pero sí de educarla y hacerle notar esos prejuicios de una manera respetuosa. Por lo tanto, se debe tener paciencia y preguntar qué ha querido decir exactamente, se puede aprovechar ese momento para hacer notar que las palabras esconden un prejuicio que puede hacer daño a las personas.