El martes vence el secreto de sumario. Qué se sabe. Su vida rodeada de contactos y negocios con personas de fuerte poder económico, y estrecho lobby judicial contrasta con un silencio estruendoso. Las últimas novedades de un caso al que le sobran aspectos extraños.
Aliaga, la desaparición turbia que silenció a Mendoza
Diego Alfredo Aliaga (51) es, o era, un conocido hombre de "negocios", un "facilitador", y "financista informal" de decenas de personas de fuerte poder económico de Mendoza. Sin embargo, ni un solo integrante de su enorme círculo de relaciones llamó a la fiscalía federal número 2 que conduce el fiscal Fernando Alcaraz, uno de los pocos que ha intervenido antes en secuestros extorsivos en Mendoza, para interesarse del caso. Nadie. Ni un llamado por fuera de la familia o de las personas relacionadas al caso que se investiga desde que el empresario desapareció de la faz de la tierra el martes 28 de julio por la tarde.
El silencio público alrededor de la desaparición de Aliaga llama la atención poderosamente. Ninguna organización empresarial, ni de negocios, ni de ejecutivos de empresas, ni de pymes, ni de ningún otro tipo manifestó su preocupación por la desaparición de un empresario y conocido "gestor". Fue vecino, amigo, de decenas de abogados y funcionarios judiciales. Ninguno entre todos ellos hizo preguntas. El periodista Exequiel Ferreyra, de El Sol, reveló que el abogado que le prestó una poderosa BMW X6 a Aliaga la última vez que le vieron con vida el martes 28 de julio, es además esposo de una relatora de la justicia federal. Es uno de los pocos datos que trascendieron. La investigación periodística alrededor del supuesto secuestro de Aliaga (nadie cree ya que sea tal cosa), es un pantano. El manto de silencio es prácticamente impenetrable. El caso tampoco ha movilizado a vecinos ni amigos de Aliaga. Y el interés que generó en la política es nulo. Aunque se trate de la desaparición de un persona en democracia, hecho por el cual tampoco se expresaron ninguna de las muy variadas organizaciones de Derechos Humanos de Mendoza.
No debe investigarse a la víctima. Sólo los datos necesarios, mínimos, para intentar resolver su paradero y dilucidar el misterio de su desaparición por la que hay cuatro detenidos, un socio de Aliaga -Diego Alejandro Barrera, 51-, la esposa de éste Bibiana Sacolle (46), y los dos hijos de la mujer Gastón (26) y Lucas Curi (28). Pero hay un contexto. El silencio social alrededor de la desaparición de Aliaga sólo puede explicarse en sus presuntas actividades. Solía andar con paquetes termosellados de dinero, pesos, o dólares. Sus años de despachante de Aduana le abrieron muchos caminos y conocimiento de los vericuetos de la burocracia. Y hay integrantes del "círculo rojo" de Mendoza que utilizaban sus servicios cuando necesitaban "importar" alguna cosa esquivando la abusiva carga impositiva argentina, o resolver un negocio urgente. De estrechísimos contactos judiciales entre integrantes de algún fuero local, Aliaga no sólo vendía tecnología que tardaría años en llegar por los caminos normales, u otorgaba soluciones financieras a tasas competitivas. Abogados que conocen bien la trama más fina de sus actividades, saben que solía ofrecer servicios judiciales que sólo se podrían tramitar con el número de teléfono adecuado. No era barato, y ello le habría permitido desarrollar un tren de vida importante, aunque es casi imposible indagar su economía formal. Sus bienes registrables no admiten rastreos. En la AFIP figura como monotributista dado de baja. Se registró en el Impuesto a las Ganancias en 2012, aunque estaba inscripto como autónomo de ganancias de hasta 2.000 pesos. Sus deudas totales del sistema financiero eran de sólo 11.000 pesos, de antecedentes financieros normales en situación 1 y sólo usaba una tarjeta Naranja. Pero tenía una propiedad en Palmares en la que vivía y que habría sido de un chileno acusado en algún momento de tráfico de armas, otra en Dalvian en la que residían hasta que fueron presos Barrera, su mujer y sus hijos, y numerosos inmuebles sobre los que hay sólo versiones informales. Pidió prestada la BMW X6 porque su Porsche Cayenne estaba en reparación. Integró cinco sociedades: Médanos del Oeste, Donna SA, Moras Negras SA, Almería Iberoamericana, y La Pasión Viñas y Vinos. En ninguna de esas sociedades figura su "socio" Diego Barrera. Pero compartían un galpón en la calle Jujuy de la Cuarta Sección de Ciudad, donde la justicia secuestró numerosos autos de alta gama. También ese inmueble fue rastreado por los canes de la policía de la provincia.
Aliaga no aparece en redes sociales. Casi no hay fotos de él y evitaba manejarse con celulares. Estuvo involucrado en hechos judiciales llamativos. Fue denunciante en dos casos de estafa, en dos de usurpación también fue denunciante y en otro está imputado como usurpador. En otro de amenazas fue víctima, y testigo de un caso de coacción. Fue sujeto de un robo agravado con armas de fuego en el que habría sido baleado. Y tenía mala suerte con la inseguridad: denunció cinco robos simples en distintos momentos en los últimos años. Todos estos expedientes se cursan en la justicia provincial.
El Caso Aliaga preanuncia una pelea de abogados de mucha influencia y poder en el fuero local. Jaime Alba es el abogado que representa a la familia del empresario desaparecido. Se constituyeron en querellantes. Alba es amigo de toda la vida de Aliaga y comparten o compartieron una de las sociedades del empresario desaparecido. Y tiene profunda llegada a la justicia federal. Del otro lado, el abogado defensor de Diego Barrera, su esposa Bibiana Sacolle y sus hijastros -todos los detenidos- es Antonio "Tony" Carrizo. Fue subsecretario de Seguridad de la provincia de Mendoza durante el gobierno de Francisco Pérez. Antes tuvo bajo su órbita áreas muy sensibles de investigación. Hay secreto de sumario hasta el martes 18 y se especula con que será extendido durante 10 días más. Sí se sabe que Carrizo sólo habría logrado hablar menos de diez minutos con sus defendidos, que están incomunicados.
¿Qué se sabe?
Diego Aliaga le pidió la BMW X6 a un abogado vecino y amigo de Palmares para ir a Rodeo de la Cruz, a reunirse con Diego Barrera, para conversar acerca de un proyecto de un centro de recuperación de personas en una casona de la calle Bandera de Los Andes. Esa vivienda fue rastrillada por los perros entrenados de la Policía de la Provincia, los mismos que hallaron los cadáveres de la madre y la tía de Gil Pereg, el israelí que las asesinó en enero de 2019. Aliaga desapareció luego de aquella reunión, pero la BMW volvió a Palmares. La persona que la conducía era Diego Barrera, que entró al desarrollo inmobiliario de la familia Groisman con la tarjeta de ingreso de Aliaga. Luego, Barrera habría entrado en casa de la familia buscando "algo" que no fue precisado. Habría estado una hora. ¿Qué se llevó? Los Aliaga denunciaron que faltaban algunas cosas de valor.
La detención de Barrera, su mujer y sus hijastros no demoró mucho. Los investigadores corrieron contrarreloj contra las pruebas. El "clan" es muy pesado. La semana pasada, el Post contó cómo Barrera y su mujer quisieron quedarse con el valioso inmueble de la Ex Clínica Landi, también en la Calle Bandera de Los Andes, pero a media cuadra de la calle Alberdi. Fingieron un "operativo" armados hasta los dientes y vestidos de policías. Están imputados por aquel hecho. Nadie sabe cómo Barrera pasó a tener dinero, vehículos de alta gama, y vivir en Dalvian, luego de haber sido un modesto transporte escolar de Las Heras, acusado de estafa por algunos ex clientes. Su esposa hacía ostentación del dinero incluso en los centros de belleza a los que concurría. "No tenía empacho ni vergüenza de mostrar fajos de billetes con miles de dólares" contó una fuente. Barrera tenía antecedentes por amenazas y coacción. Andaba en el "apriete".
Los datos sobre el destino de Aliaga son muy pocos. Sí está claro que a medida que pasan los días, las esperanzas de hallarlo con vida se desvanecen. La teoría de una "huida" acordada con el encubrimiento de sus socios por alguna razón, está casi descartada. No es razonable que una familia completa decidiera inmolarse en la cárcel para encubrir la fuga de alguien con una mujer, de la que además no hay datos. Las dos veces que el fiscal Alcaraz quiso indagar a los detenidos por el "secuestro", se negaron a declarar. Sin embargo, tendría hasta aquí pruebas suficientes para mantenerlos presos, por dos razones: Barrera y su mujer habrían mentido en las pocas versiones que dieron cuando declararon como testigos, sobre el lugar y el momento en que habrían estado con Aliaga. Sin embargo el fiscal tiene acreditado que estuvieron reunidos en la casa de Rodeo de la Cruz, el martes 28 de julio, antes de la desaparición del cuentapropista.
La versión del secuestro de Aliaga es casi insostenible. Nadie la cree. Están obligados a investigarla porque un hermano del desaparecido -Gonzalo Aliaga- estaba en una oficina del Ministerio Público fiscal haciendo un trámite luego de haber presentado la denuncia de "paradero", en la que le habrían advertido "dejá de mover el avispero y juntá la plata". Fue el único llamado. Que se sepa, no hubo en Mendoza jamás secuestros extorsivos en que los captores hicieran un solo llamado pidiendo dinero, y luego desaparecieran de todo contacto. Ese llamado ubicó el caso en la Justicia Federal, porque es el fuero que investiga los secuestros extorsivos. El fuero además en el que Aliaga contaba con amigos y contactos.
Aliaga no salió del país en modo normal, ni legal. Tampoco hay registro de un supuesto viaje al norte. No hay en sus movimientos migratorios de los últimos años ni un solo dato que haya llamado la atención de los investigadores.
Hay quienes se extrañan del silencio público de la familia Aliaga. Sólo su hermano Gonzalo habló en unas declaraciones muy medidas, con El Sol. Sin embargo, en la justicia afirman que el estado de la familia es de "desesperación". Los padres de Aliaga, su hermano y su hermana están en están en contacto permanente contacto con el fiscal Alcaraz, uno de los pocos que ha investigado secuestros antes en Mendoza. Incluso uno en 2015, de un empresario también vecino del barrio Palmares en Godoy Cruz. Ninguno de los casos que le tocó estas características.
La policía de la provincia forma parte de la investigación a través de un área de experiencia y logística para estos casos. Se trata de la División Escuchas Telefónicas y Antisecuestros Extorsivos. Pertenece al Departamento de Asistencia Tecnológica y Apoyo Investigativo. Ya intervinieron en secuestros, los muy pocos que hubo en Mendoza. Ninguno de ellos cree realmente que Aliaga haya sido secuestrado. La hipótesis que crece es la de un ataque violento. De acuerdo a una fuente cercana a una de las partes de este caso, en uno de los rastreos habría aparecido una huella, un supuesto "resto genético". Único dato disponible mientras dure el secreto de sumario, del caso más llamativo y silencioso de la Mendoza de los últimos años. El de un desaparecido de muchas relaciones cuyo destino parece importar sólo a un puñado de personas.
Foto de cabecera: Diego Barrera y Bibiana Sacolle, principales imputados del supuesto secuestro de Aliaga.