Si los pasajeros usan tapabocas y mantienen la distancia social se pueden reactivar trenes, subtes y buses.
En Nueva York dicen que se puede usar transporte público sin riesgos
Expertos de todo el mundo advirtieron que el virus prospera en espacios interiores cerrados con poca ventilación y multitudes de personas densamente pobladas cuando comenzó la pandemia por COVID-19.
Por este motivo, los trenes, autobuses y aviones fueron designados por expertos de todo el mundo como posibles puntos críticos al comienzo de la crisis. Pero un estudio realizado en Nueva York demostró que el transporte público puede reactivarse sin riesgos preocupantes siempre y cuando los pasajeros guarden distancia social y usen tapabocas.
Los estudios de seguimiento de contactos que analizan cientos de grupos de COVID-19 en Francia, Austria y Japón vincularon menos del 1% de los eventos de supercontagios al transporte público. Se descubrió que la probabilidad de contraer el virus era mucho mayor cuando se trabaja en una oficina, se come en un restaurante o se bebe en un bar.
El epidemiólogo estadounidense Toph Allen brindó una charla junto con el grupo de defensa del transporte público Campaña de Transporte Triestatal, de la ciudad de Nueva York. Allí aseguraron que "si el sistema de transporte funciona en una zona donde no hay grandes brotes, se puede deducir que el transporte puede ser seguro".
Los datos fueron analizados tras cinco meses de la pandemia en los Estados Unidos, que golpeó en un primer momento a la ciudad de Nueva York. Según indicó el medio newyorquino, muchos habitantes han dejado de utilizar el subte y los colectivos, por lo que hay un marcado descenso del uso de transporte público.
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En el informe se asegura que "los subtes, los trenes urbanos y los ómnibus no serían una fuente significativa de contagio del virus, siempre y cuando los pasajeros lleven tapabocas y los vagones o los ómnibus no circulen tan abarrotados como lo hacían en las horas pico antes de la pandemia".
Los científicos aseguran que las personas tienden a permanecer en trenes o autobuses durante períodos de tiempo relativamente cortos y, a menudo, no hablan con nadie, lo que reduce la cantidad de aerosoles que disipan. Los barbijos también son obligatorios en el transporte público en la mayoría de los países, lo que reduce aún más el riesgo de propagación, mientras que en la mayoría de los entornos de trabajo y restaurantes no lo son.
La difusión de esta nueva información se da en el contexto de una fuerte crisis del sistema de transporte público de Nueva York, ya que el 40% de sus ingresos proviene de los pasajeros. Tras el pico de casos, la Autoridad Metropolitana del Transporte de Pasajeros, a cargo de los subtes y colectivos de la ciudad, ha invertido cientos de millones de dólares en la desinfección diaria de los vagones y unidades, y ha distribuido más de un millón de máscaras entre los conductores y choferes, por lo que necesita recuperar el dinero invertido.
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