Tras una semana de reuniones virtuales, el tema principal fue de qué manera seguir las clases y bajo que términos. Los docentes aseguraron que no aceptarán la bimodalidad.
Las condiciones de los docentes para regresar al aula en Mendoza
Este año las Jornadas Institucionales del 20 al 24 de julio en Mendoza tuvieron un enfoque claro: determinar cómo continuar el segundo cuatrimestre en medio de la pandemia de coronavirus -si presencial o no- y sobre todo, como afinar la modalidad de clases a distancia (que no vienen dando el resultado esperado por problemas de conectividad) en caso de continuar por este rumbo.
Así, la Dirección General de Escuelas (DGE) les pidió a los docentes mendocinos ponerse de acuerdo, operativa y pedagógicamente, para organizar la segunda parte del ciclo lectivo. Por supuesto, dichas reuniones se hacen de manera virtual.
Estos encuentros son como una radiografía de la realidad escolar que los docentes elaboran año tras año con sugerencias de mejora y necesidades de todos tipo. La idea es que la DGE tome esa radiografía, se dé un diagnóstico acertado y finalmente los responsables ofrezcan "el tratamiento para curar" un aspecto de la educación. Pero no siempre llega y esa fue la queja principal de los educadores.
¿De qué se habló en las Jornadas?
Durante el primer día de jornada, el verdadero interés de la DGE se centró en dos puntos: conocer la realidad edilicia de cada establecimiento para saber si es viable el regreso de las clases presenciales y, por otra parte, saber que tan lejos llegaron los contenidos enseñados a través de las clases virtuales y si fueron exitosas.
Las respuestas no fueron muy alentadoras y ensombrecieron el posible panorama a futuro ya que muchas escuelas de la provincia carecen no solo del espacio físico para mantener la distancia social entre los chicos sino que tampoco cuentan con elementos de higiene personal en los baños. Y ni hablar de los frecuentes problemas en la red de agua potable y la imposible tarea de controlar a los alumnos que viajan en transporte público. De esta forma, hasta que no estén garantizados estos aspectos -por mencionar algunos- es difícil que los docentes acepten la presencialidad nuevamente tanto por su salud como por la de los chicos.
Por otra parte, el resultado de la implementación de las clases virtuales dejó un sabor agridulce ya que la mayoría de las familias de los alumnos tienen una realidad económica que les impide tener los elementos para acceder a internet. De hecho, la mayoría de las casas tiene celular, pero no wifi o un paquete de datos adecuado para poder responder a las tareas enviadas por los docentes.
En el caso de los chicos que si tenían los medios adecuados para remitir al docente las tareas ya para ser evaluadas se dio una respuesta variopinta, ya que un porcentaje elevado no cumplió con las entregas en tiempo y forma, es decir, demoró pero terminaron cumpliendo. Mientras que otros alumnos se estresaron de recibir tantos pedidos de cada materia que terminaron por desistir.
Como contrapartida, los docentes propusieron que si la DGE opta por continuar con el sistema de clases virtuales durante los meses siguientes, primero debería garantizar el acceso a internet y dispositivos para docentes y alumnos, además de su correspondiente capacitación.
Como parche, se propuso que, de no ser garantizada esta condición, se siga entregando gratis el material de cada materia en fotocopias a aquellos alumnos que no posean ni dispositivos ni conexión a la red.
Es que al inicio de la cuarentena dura en Mendoza, cuando se determinó que las clases continuarían a distancia, la DGE tuvo en cuenta que no todos los alumnos ni los docentes poseían medios para acceder a internet, por lo que se pensó en entregar cuadernillos con los contenidos correspondientes.
Las condiciones que quieren los docentes si se vuelve al aula
En caso de que la DGE asegure un ambiente de higiene para todos en cada escuela y se establezca una modalidad de asistencia segura para los chicos, los docentes también propusieron una modalidad particular de asistir a la escuela que ayudaría a evitar contagios.
Así, plantearon que dadas las dimensiones y condiciones de las aulas los grupos de alumnos no deberían exceder las cinco personas, lo que implicaría organizar entre cuatro y seis subdivisiones por curso.
Sin embargo, no sería posible armar dos grupos que concurran cada quince días de manera alternada. Una opción podría ser, en algunos cursos, que cada subdivisión concurra una semana del mes al establecimiento. De esta forma, la cantidad de alumnos en cada turno sería significativamente baja y se podría cumplir con el distanciamiento y la higienización de todos.
Pero existe un problema, ya que la situación de los docentes de secundario, que se trasladan diariamente a varias escuelas, rompe por completo el concepto de "autoburbuja", por lo que debería reducirse el trabajo presencial de los docentes a una sola institución.
Sobrecarga y tiempo extra que nadie paga
Por último, la DGE quiso saber si los docentes estaban de acuerdo con implementar la bimodalidad, esto es, tanto clases presenciales como virtuales hasta fin de año.
La respuesta de los trabajadores de la educación fue contundente ya que no consideraron mantener ambas modalidades simultáneamente. En caso de hacerlo de esta manera, pidieron que la DGE contrate personal docente auxiliar para no producir sobrecarga de tareas.
Es que desde que comenzó la pandemia y cerraron las escuelas, los educadores vieron reducido su tiempo personal para dedicarlo a la escuela porque los alumnos enviaban las tareas solicitadas a destiempo y en cualquier horario. Aparte, el trabajo en casa requiere de un uso de insumos extra que no es reconocido en el bono de sueldo.
Sin embargo, el mes pasado el director general de Escuelas, José Thomas, reconoció que los maestros y profesores se merecen un bono extra por cómo han trabajado durante estos meses en casa. Sin embargo, aseguró que aún no está claro de dónde saldría la plata para hacer este merecido reconocimiento.
"Yo defiendo al docente, y siempre dije que están mal pagos, pero la realidad es que hoy cuántos privados por ejemplo están cobrando menos que antes y están haciendo un esfuerzo enorme para sobrevivir", expresó en Radio Nihuil.
Cada año las jornadas han tenido siempre la misma conclusión: mucho ruido y pocas nueces. Por el momento habrá que esperar para ver que resultado dan en esta oportunidad y si fueron efectivas para proteger la salud de docentes como de los alumnos sin descuidar la calidad educativa que tanto merecen.