El Pájaro Caniggia marcó uno de los goles más recordados de la Selección Argentina, tras magistral apilada de Diego Armando Maradona. El tanto significó una victoria impensada ante los cariocas y su eliminación.
A 30 años del más dulce triunfo de Argentina sobre Brasil
Este miércoles se cumplen 30 años del gol que Claudio Paul Cannigia le convirtió a Brasil por los octavos de final del Mundial de Italia 90. El tanto significó el 1-0 definitivo, sobre el cierre del encuentro, y el pase de la Selección Argentina los Cuartos de Final.
La Albiceleste no mereció ganar nunca ese partido. Los que pudieron verlo afirman que "el primer tiempo era para que perdiéramos 4-0. Pero bueno, así es el fútbol". Pero no solo, eso: los nuestros iban de punto porque el encuentro se disputó en el estadio Delle Alpi (el de la Jueventus), donde por entonces odiaban a Diego Maradona, quien era figura reconocida del Napoli (al sur del país de la bota). Todos hinchaban para los rivales de toda la vida, todo italiano que pudo se calzó la verdeamarela ese día. Incluso, cada vez que el "10" agarró la pelota fue abucheado por los europeos, una verdadera epopeya.
El capitán llegaba con el tobillo hecho una pelota de tenis, producto de la hinchazón que se le armó por los 28 foules previos que recibió en la Copa del Mundo. Incluso, fue el propio el Diego que decidió inyectarse la jeringa porque el médico Raúl Madero, no lograba infiltrarlo. Todo esto hizo que el astro no rindiera como nos tenía acostumbrado.
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La superioridad brasileña se hizo sentir con ganas, sobre todo en los primeros treinta minutos. Hubo tres tiros en los palos del arco de Sergio Goycochea, salvadas en la línea y una síntesis final de 12 situaciones de gol para Brasil y apenas 5 para los nuestros.
El propio Carlos Bilardo, DT de la Argentina, se mostró distinto a que los jugadores estaban acostumbrados en el vestuario. "Nos hacía descansar cinco minutos y después nos daba indicaciones, nos decía qué habíamos hecho bien y qué mal. Esa vez estábamos sorprendidos de que no dijera nada. Nos hizo descansar 14 minutos y medio y nos dijo «los de la camiseta amarilla son los contrarios, acuérdense. No se la den a ellos si quieren ganar»", aclaró Ricardo Giusti.
Todo fue incertidumbre y sufrimiento. Hasta que a los 35 minutos del segundo tiempo, el genio del fútbol mundial agarró la pelota en el círculo central, todavía del lado nuestro. Encaró para abrir a la izquierda, Alemao quiso ir para ese lado, pero quedó pagando y el Diez salió para el otro lado. En campo brasilero, Dunga le tiró un patadón para atrás a ver si lo agarraba, Diego se la bancó y siguió, mientras lo esperaba una marca escalonada de tres jugadores cariocas. Ricardo Rocha fue el primero en salir a la marca, mientras el Pájaro Cannigia volaba por la izquierda ofreciéndose como pase.
Ahí, rodeado de todos y con una visión de halcón, Maradona la filtró entre las torres brasileras y lo dejó solo a Canni, quien no dudó, levantó la cabeza, lo vio al arquero Tafarel salir a achicarle y lo gambeteó para dejarlo desparramado como una bolsa de verduras por el suelo. Recién ahí, definió solo y con todo el arco a su merced. Fue el 1-0 para Argentina, que incluso pudo ampliar la diferencia minutos después.
El bidón de Branco
¿Picardía? ¿Trampa? ¿Bilardismo en estado puro? Corrían 39 minutos de la primera parte y Pedro Troglio se retorcía del dolor, era hora de activar el plan. Los doctores Raúl Madero y Miguel Di Lorenzo, más el masajista y el utilero Galíndez, fureon a socorrerlo con una heladera de bebidas y un aerosol para tranquilizar las heridas. El propio utilero se acerca al refri, en donde habían dos tipos de botellas: uno con agua mineral comercial y cantimploras verdes con Gatorade. Las últimas, preparadas para los brasileros.
El propio Giusti se acerca y agarra una de estas y se da cuenta como Galíndez le hace entender que de esas no tenía que tomar. Sobre la misma le adviertien a Olarticoechea: "Vascooo, de ése no, de ése no, tomá del otro", le grita Diego al volante.
El plan continúa hasta que se acerca Branco, el único brasilero en el lugar. Sin decir nada, Giusti le convida y el lateral toma. Minutos después se pudo ver como el jugador comenzó a mermar su actividad en el partido, producto de algo que habría tenido ese "Gatorade".