El reconocido simpatizante de Godoy Cruz falleció a los 80 años. Su legado trascendió los colores bodegueros.
El Loco Julio, mucho más que un hincha del Tomba
Este martes 12 de mayo fue un día triste para el fútbol mendocino. A los 80 años falleció Julio Roque Pérez, reconocido hincha de Godoy Cruz. La noticia fue brindada por el propio club en sus redes sociales oficiales y a continuación se desató una interminable catarata de mensajes recordando a un personaje que dejó su marca en la historia y que trascendió los colores tombinos.
Simple, tierno, amoroso y apasionado por su Expreso querido. Así era el Loco Julio. Cada quien se cruzaba en su camino, aprendía a quererlo. Su figura era una fija en la venta anticipada de entradas pidiendo "una monedita" al lado de la boletería; mientras se pudo, viajó a cada rincón para alentar al Bodeguero. Era apadrinado por todos los hinchas de Godoy Cruz. Lo cuidaban como a su propio padre, hijo o hermano.
En los últimos años recibió el cariño de todos: el bulevar de la calle Balcarce, a la altura de la sede social del Tomba, lleva su nombre y un monolito en su honor. Además la agrupación Pasión Tombina hace unos años gestionó una estatua en su honor, en cuya construcción participaron miles de simpatizantes donando llaves en desuso.
Cuenta la leyenda que la tribuna este del estadio Feliciano Gambarte fue construida gracias a una donación que Julio hizo cuando se ganó la lotería. También dicen que una vez se metió a la cancha para pegarle a un árbitro porque su amado Bodeguero estaba perdiendo feo y lo mejor era suspender el partido.
Con su salud ya deteriorada, los cuidados se intensificaron: donaciones de ropa, dinero y la internación en un geriátrico partió de los fanáticos del Bodeguero. Julio tenía la familia más grande Mendoza.
Dueño de una personalidad querendona, el cariño hacia él no era exclusividad de los hinchas del Expreso. Todos los simpatizantes de Mendoza, sin importar el color y la rivalidad, lo respetaban y lo querían. A su paso se abrían puertas y se multiplicaban las muestras de cariño. Las despedidas en las redes sociales por parte de simpatizantes con todos los escudos de la provincia así lo demuestran.
El Loco Julio no se fue ni se irá nunca. Su legado trascenderá la historia hasta el fin de los tiempos, porque no era simplemente un hincha de Godoy Cruz, era un ícono del fútbol mendocino. Salud, viejo hermoso, que sea tinto nomás.