Fue atacada cuando era niña. El letrado está transcurriendo su condena y le concedieron la "libertad asistida". Ella advierte: "El juez no me escuchó, fui un trámite en la audiencia".
Efecto pandemia: así la joven enfrentó al abogado abusador de San Rafael
La formalidad judicial dice que Gustavo Lorenzo está en el régimen de confianza por su trayecto en el sistema penitenciario, en cumplimiento de su condena de 12 años de prisión.
Que hasta el jueves estaba en la Granja Penal de San Rafael donde cumplía su sentencia y convivía con otros siete presos. Que cada tres días a la semana salía para trabajar. Que desde la mitad de su condena -es decir, desde el séptimo año de encierro- goza de salidas transitorias. Que desde el jueves 30 de abril por orden del juez Ariel Hernández disfruta de un régimen de "libertad asistida" en contexto de pandemia.
Si se escarba un poco más podremos saber que Lorenzo es abogado y que es muy conocido en el fuero sureño. Que está condenado por "abuso sexual sin acceso carnal" cometido en 2009 contra una niña de nueve años en ese momento y que hoy es una mujer joven que vive también en San Rafael. Ella es la hija de quien fuera la pareja de Lorenzo hace once años. Su madre y sus tíos hicieron la denuncia después de escuchar la confesión de la pequeña.
Vínculos y escenario
Si prestamos atención al caso, entonces sabremos que el juez de instrucción que lo investigó a Lorenzo en aquel tiempo -y que elevó la causa a juicio- es Pablo Peñasco, el actual jefe de los fiscales de la región.
Y que el condenado estando en prisión se casó con Patricia Coria. Ella es una reconocida periodista de LV4 de San Rafael, la emisora más valorada del departamento.
Esa audiencia del jueves 30 de abril quedó registrada como una reseña amarga que desnuda al aparato judicial como un sistema con déficit de humanidad y contención para quienes, se supone, tiene que defender.
Con la audiencia en la cabeza
No descubriremos nada, pero es necesario decirlo e insistir en que estas historias de abusos sexuales contra niñas y niños son como un nefasto rulo en el tiempo para estas víctimas. Esos hechos se renuevan cada vez que se evocan y, quienes sintieron el sometimiento, reviven esas experiencias dolorosas.
Esto se vio hace cinco días en la audiencia judicial donde se evaluaba el pedido de "libertad asistida" de parte del abogado condenado. La joven declaró en ese acto a través de teleconferencia: dijo por primera vez, y en primera persona, que aún le aterra pensar que su agresor esté libre. Y añadió que no se siente segura.
Así se lo contó al Post anoche:
-¿Por qué decidiste esta vez participar de una audiencia?
-Nunca había participado de ninguna audiencia y agradezco a mi familia mantenerme al margen de esta situación. Pero sentí la necesidad de estar en esta oportunidad. En la audiencia habló primero la defensa y le dieron la palabra a él, luego habló la fiscal y luego me la dieron a mí. La verdad es que no me sentí escuchada por el juez. Expresé lo que sentía en ese momento y hablando con el corazón me cortaron en seco y me dijeron que sólo me limitara a decir si estaba de acuerdo o no con lo que allí se estaba planteando (el pedido de la libertad de Lorenzo). No me sentí escuchada porque no pude decir lo que yo pensaba. Lógicamente dije que estaba totalmente en desacuerdo con esto porque el miedo, el temor, siempre están. Les planteé que allí se acordaban de los derechos de él pero nadie hablaba de mis derechos. La pregunta que les hice fue: ¿Quién de todos me iba a garantizar mi seguridad y que él no se me iba a acercar? Les recordé que la víctima era yo. Y él adujo que era una persona de riesgo y que no había elementos de higiene en la cárcel. Entonces planteé que si como una ciudadana común yo debía cumplir con la cuarentena en mi casa, él debía pasarla donde le correspondía. Y les pedí que me cuidaran.
-¿Qué dijo la fiscal?
-Le comenzó refutando a la defensa por el presunto hacinamiento ya que donde se encuentra es la granja penal donde está con siete personas allí. También le desmintió que no hubiera elementos de higiene y que si hacía 40 días que no veía a su familia eso nos ocurría a todos que estábamos aislados. Pero al final le dijo al juez que sí le iba a otorgar lo que pedía la defensa entonces que estaba de acuerdo sí él (por Lorenzo) estuviera con una tobillera electrónica y con una orden de alejamiento hacia mí. Pero la fiscal terminó estando de acuerdo con la defensa por eso el juez resolvió así porque no encuentra contradicción entre las partes.
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-¿Y qué fue lo que no pudiste decir?
-Yo quería decirles que la persona que estábamos viendo en pantalla fuen quien abusó de mi cuando yo tenía nueve años, ni más ni menos. Es decir era una niña que después de pasar muchas noches sin dormir tenía que levantarse y ponerse el guardapolvo e ir a la escuela. Y lo que quería decir es el calvario que no solo pasé yo sino también mi familia, mi mamá y mis hermanos. Y que nunca van a poder sentir el profundo dolor que siento al enterarme que tenemos una nueva audiencia y recordar que por qué él estaba allí. Era lo que tenía en el corazón y no lo pude decir.
-Por lo que me contás tu testimonio quedó soslayado.
-Soy sincera, siento que en general el sistema judicial argentino no escucha a las víctimas. No solamente por su situación lo digo sino que veo muchos casos como los mías que ocurre lo mismo. Pero en particular y ese momento quien no me escuchó fue juez. Hablando mal y pronto fui un trámite. Sentí que como yo estaba allí me tenían dar la palabra pero obviamente no se me escuchó.
-¿Cuánto y cómo conviviste con el abusador?
-Conviví con él desde los dos años hasta los once. Y allí cuando hago un viaje a Mendoza y allí se los puedo contar a mis tíos que son ellos los que ponen la denuncia. Podría dar muchos detalles pero sería abrir puertas dolorosas y prefiero decir que fue un calvario porque no sólo fue el abuso sino que fueron años de maltrato físico, psicológico, verbal para con mis hermanos y mi mamá.
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Contracaras
Después de dar su testimonio, acotado por el magistrado, y tras conocer la resolución de ese procedimiento judicial vía Skipe, un gusto vomitivo le quedó a la chica que habla rápido transmitiendo convicción.
Y quien parece beneficiado con esta forma de cumplir la condena es Lorenzo porque con "la progresión de la pena" y pandemia mediante, supuestamente, logrará reinsertarse en la sociedad.
Mientras que la víctima aún siente miedo de ser atacada nuevamente por él. Es la secuela de aquella embestida contra su integridad sexual que la tiene en vilo.
Lorenzo ahora está en la casa de sus octogenarios padres, hasta el 10 de mayo y con posibilidades de extender ese plazo de acuerdo a la prolongación al aislamiento obligatorio. Y a cuarenta cuadras de distancia de allí, la joven aislada en su casa con su familia, con sensación de injusticia porque el abogado abusador no terminará su condena dentro del sistema penitenciario.