El periodismo profesional de calidad es el que ordena, proyecta e informa lo que ocurre en una situación como la pandemia. La gente ha vuelto a informarse y a confiar en los medios.
Gobierno, medios y periodistas... Claridad en la emergencia
En la tarde-noche del último sábado, el presidente Alberto Fernández -un comunicador político habitualmente claro- se enredó en la conferencia de prensa, y algunas de las medidas que anunció no se entendieron. De modo que muchos gobernadores decidieron esperar el decreto con la nueva etapa de la cuarentena. Otros, le llamaron personalmente ese sábado por la noche. Los medios periodísticos, sus editores y los periodistas, debimos hacer esa misma noche varias consultas y requerir documentación y mayores detalles, para que la información proporcionada por el presidente llegase ordenada, prolija, simple, a la población.
El domingo, hubo un cortocircuito en la información que brindaba el gobierno de Mendoza vía la red social Twitter, lo que generó confusión. Los funcionarios y el propio gobernador debieron abundar en aclaraciones, para que se entendiese la diferencia entre los paseos de esparcimiento que el presidente había habilitado en todo el país, y las flexibilizaciones que podrían ocurrir en las provincias, si los gobernadores lo decidían. Otra vez, las preguntas de periodistas y editores ordenaron la información, para que llegase de modo simple a los mendocinos que deberían adaptar sus rutinas otra vez en esta etapa de la cuarentena.
El lunes, hubo una conferencia de prensa, con las limitaciones impuestas por la distancia social. Es decir, fue vía streaming. Se trató de una completa exposición repleta de datos para explicar cómo se aplicaría en la provincia el nuevo DNU emitido por el gobierno nacional. Una información importante sobre la restricción para salir de compras según el número de DNI en todo el territorio provincial "pasó de largo". El Gobierno tuvo la voluntad de informar pero con ello no fue suficiente. Una vez más, el trabajo periodístico ordenó, clasificó y ponderó la información.
En una situación de crisis, los medios periodísticos profesionales, sus editores y periodistas, somos el punto de apoyo central para la comunicación de cualquier gobierno. De otro modo, les sería imposible "comunicar". Las redes sociales, por caso, no "informan". No son medios periodísticos en sí, sino vehículos para compartir contenidos diversos. De hecho, se han convertido en el agente principal de difusión de noticias falsas. De nuevo: el periodismo es el antídoto contra la desinformación.
Los medios somos también quienes informamos las sanciones por el incumplimiento de las medidas de la cuarentena. De esa manera contribuimos a reforzar la conciencia ciudadana sobre el tema. También, en el sentido inverso, contribuimos a que los funcionarios del gobierno -muchos desde sus casas- entiendan y se informen de las dificultades que afrontan los ciudadanos para cumplir las medidas de aislamiento social y las penurias económicas de muchos sectores de la población.
Sin los medios de comunicación profesionales, la política de aislamiento preventivo obligatorio simplemente no se podría haber aplicado. Si nuestra sentencia pudiera parecer exagerada o presuntuosa, hagamos el ejercicio inverso. Imaginemos que los medios no informásemos sobre las normas que dictan el presidente de la Nación y el gobernador Suarez. O peor aún, que por alguna razón informásemos mal y confundiésemos -por ejemplo- los días y los números de documento para que la gente pudiese cumplir con su hora de esparcimiento a 500 metros de su casa, salir de compras, o pagar cuentas. El resultado sería un caos.
Sin medios de comunicación... ¿cómo haría un presidente para anunciar la cuarentena y que fuese creíble? ¿Cómo haría un gobernador, para anunciar qué días se puede salir a la calle?
La crisis generada por la pandemia reubicó el mapa de relaciones entre los gobiernos, el público y los medios periodísticos. Es necesario dejar atrás épocas pasadas. No se trata ya de la línea editorial de un medio a un lado u otro lado de la grieta que, hay que reconocerlo, fue utilizada con fines políticos menores. Tampoco, de los negocios que algunos hacen a través de los medios. Con vergüenza ajena y en medio de la pandemia, por estos días asistimos al duro "apriete" al gobierno por parte de un propietario de medios de Mendoza, por la obra civil más grande y más importante de la provincia. Por suerte para esta tierra y sus habitantes, hoy son una excepción.
La información dura, chequeada profesionalmente y explicada como corresponde se ha vuelto vital y vuelve a colocar en los medios el lugar que nunca debieron dejar.
Un estudio del Instituto Reuters, de la Universidad de Oxford, dedicó 32 páginas a analizar cómo se informa la gente que empezaron los casos de coronavirus. Según el Instituto, los medios de comunicación son la principal fuente de información para el 74% de las personas, mientras que las redes sociales varían del 53% de Facebook al 21% en Twitter. Y confían más en científicos, médicos, expertos y organizaciones internacionales de salud, que obtienen un 90% de confiabilidad en sus recomendaciones sobre el coronavirus. También los gobiernos tienen altos índices de confianza.
Particularmente, la Argentina es donde la gente más se informa con la lectura de medios online de noticias con el 90%; seguido de Corea del Sur (85%), España (83%), Gran Bretaña (79%), Estados Unidos (72%) y Alemania (69%). Respecto de diarios en sí, también Argentina encabeza con (28%), seguido por España (26%), Alemania (22%), Corea del Sur (17%), Gran Bretaña (17%) y Estados Unidos (13%). El estudio fue publicado este mes, y fue realizado por cinco científicos, consultando a 8.500 personas de cinco países, además del nuestro.
Los medios estamos preparados para informar. Formar un periodista de excelencia puede llevar siete años de trabajo más su educación formal universitaria. Un editor senior, más aún. Hoy, en medio de la pandemia y el fárrago informativo, somos los que ayudamos a ordenarnos. Para que la gente sepa qué pasa, cómo se reacomoda, y las consecuencias de los acontecimientos que vivimos. Por eso, somos un servicio público. Y esencial.