Están en Praia do Rosa y aseguran que nadie responde a sus pedidos. Son tres amigas que viajaron antes de que se decretara la cuarentena. "No nos dan respuestas por ningún medio", aseguran.
La desesperación de tres mendocinas varadas en Brasil
En estos días, las historias de varados y repatriados por el coronavirus han colmado las agendas de los medios, en todos sus formatos. Son tramas que atraviesan todos los espectros ideológicos, géneros y rangos etarios.
De hecho, ahora mismo hay 3 amigas que están varadas en Brasil, desesperadas, sin encontrar respuesta por parte de nadie. Apenas sí el oído de este humilde periodista del Post.
Se trata de Pamela, Agustina y Camila, cuyas edades van de los 22 a los 29 años. "Vinimos a finales de febrero a Praia do Rosa (al sur del estado de Santa Catarina), antes de que se declare la pandemia", aclara una de ellas. Y añade: "Veníamos ahorrando desde mediados del año pasado".
Toda aclaración es pertinente, porque hay una suerte de estigmatización respecto de los que no pueden volver al país. Como si fueran responsables de su malogrado devenir. Pero no.
No es lo mismo aquel que se fue cuando no existía la cuarentena que quien se fue luego de decretada la misma.
En este caso, el viaje fue allá lejos y hace tiempo, a mediados de febrero. ¿Quién podía suponer que el mundo se cerraría en sí mismo en tan poco tiempo? ¿Quién imaginaría que se instalaría la palabra cuarentena, de un día para otro?
"Nosotras estamos haciendo cuarentena, desde hace dos semanas no hemos salido de casa. Melina (la única de las 4 amigas que logró zafar) pudo volver porque tenía pasajes para el 24, antes de que cierren la frontera. Pero nosotras no, porque volvíamos el 29 y la cerraron", explica Camila, con la voz acongojada.
La preocupación que la abriga en estas horas no gravita solo en el avance letal del coronavirus, sino también por el desinterés de los funcionarios argentinos en darle una mano, a ella y sus amigas.
"Hemos estado tratando de comunicarnos con el consulado argentino en Florianópolis, tanto nosotras como nuestras familias desde Mendoza, pero no nos dan respuestas por ningún medio, solamente nos pidieron desde la página web llenar un formulario pero no nos dan más información, no responden los mails, ni las llamadas", insiste Camila.
Su desesperación, de repente, se multiplica por mil: "No sabemos cuándo volvemos, si estamos anotadas en algún lado o si saben que estamos acá, porque no nos dieron respuestas".
Marcelo, su padre, ostenta la misma desesperación, a miles de kilómetros de Brasil, en su casa de Mendoza: "No tenemos ningún tipo de información de nadie del gobierno ni de nadie oficial que me diga 'mirá, están en una lista, van a venir tal fecha'. No tengo ninguna información, tengo a mi mujer en cama, depresiva, llorando todo el día, sin saber qué hacer, es una historia jodida".
Entretanto pasan las horas, la angustia crece. La incertidumbre es la peor amiga. Solo resta seguir esperando.