Liliana Ruiz tenía 52 años, era pediatra en La Rioja y madre de dos hijos. Creció en la extrema pobreza, tenía artritis reumatoidea, tuvo cáncer de útero y era celíaca.
La hija de la pediatra riojana que murió por coronavirus contó su historia
La pediatra riojana Liliana Ruíz se convirtió ayer en la víctima número 26 de coronavirus en el país pero su vida no fue nada fácil. Su hija, Sofía Armatti, escribió una carta en la describe con detalles su infancia de extrema pobreza, las dificultades de salud que debió sortear y su compromiso con los niños.
La joven de 19 años escribió en su cuenta de Facebook:
Hola, para quienes no hayan conocido a mi vieja, se las presento:
Desde que nació no la tuvo fácil, no solo sufrió discriminación ser pobre, sino también por ser "negra". Su padre panadero y su madre empleada doméstica, en su casa no había dinero, pero si mucho amor y pan calientito todos los días (que mi abuelo no solo llevaba a su familia, sino que lo repartía en el corto camino hasta su casa a los niños de la cuadra). Me contaba que su madre cocinaba rico, tenía su propia huerta, y lo que más extrañaba eran sus comidas.
Para cumpleaños y días del niño, ¿qué esperarían ustedes de regalo? ¿juguetes? ¿ropa nueva? ¿dinero? Mi mamá recibía empanadas caseras de su madre, no había otra cosa, pero para ellos era un acontecimiento y lo apreciaban demasiado.
Sus muñecas eran de trapo, al igual que las pelotas de su hermano. ¿Ropa nueva? Jamás, a su madre le regalaban ropa y se encargaba de tomar medidas a mi mamá y ajustarla para ella.
¿Que me dicen si les digo que ella usó sus zapatos kickers toda la secundaria y universidad? ¿Cómo se sentirían yendo a la universidad con ropa de niña regalada de una prima que cada vez que le iba algo chico se lo regalaba y era lo único que tenía para usar? Ella tuvo que hacerlo, no había opción.
A sus 12 años su madre murió de un cáncer con metástasis. Fue fulminante y en muy corto tiempo se la llevó.
A ella le gustaba el atletismo, corría con sus zapatillas flecha porque otra cosa no tenía. Se perdía de ir a las competencias porque no había con qué pagar los viajes. Ella era mejor que muchos, y no le faltó talento, le faltó dinero.
Su casa tenía piso de tierra, eran dos habitaciones sin reboque y un baño. Techo de fibrocemento que la volvía loca de miedo con cada lluvia, ese ruido la atormentaba. Hasta hoy con cada lluvia fuerte se iba a su habitación y se tapaba los oídos.
Ella me decía siempre que lo que más quiso era salir de su pobreza, solo pensaba en superarse. Nada la detenía. La gente había hecho que se avergonzara de donde vivía, de usar siempre ropa vieja, de no tener el "color de piel correcto", de haber nacido donde nació.
Tuvo la oportunidad de ir a estudiar a Córdoba, ella quería ser médica. Y lo hizo, se recibió.
Vivió de pensión en pensión, con ayuda de su padre que le enviaba la poca plata que tenía, tomando sopa todas las noches para no gastar, y su familia, que le enviaba encomiendas que tenían desde comida hasta productos de higiene personal. Jamás se olvido de todo el que la ayudó. Su tío le preguntaba que necesitaba y él le mandaba, ¿que le pedía mi mamá? Una biblioteca, un reloj despertador, abrigo para el invierno porque no tenía... ella hasta hoy me decía que seguía agradecida por eso.
Así también conoció gente mala. Gente que le cobró el mes de alquiler, se gastó la plata y se encargó de decirle a su padre que ella no pagaba y la dejaron en la calle literalmente, mi mamá estuvo en la vereda con su colchón y sus cosas sin entender porqué. O cuando sus vecinas de pensión le robaron una encomienda entera con plata y un juego de té, y vaya a saber uno que más y luego se hicieron las desentendidas.
Ella a sus 20 años aproxidamente tuvo un cáncer en el cuello de útero, tuvo que parar un tiempo la Universidad, pero después volvió con todo a seguir para cumplir sus sueños.
Ella casi no tenía libros, se juntaba con amigos que si tenían y en ese tiempo que estudiaban juntos los aprovechaba para hacer apuntes y estudiarlos en su cuartito de 2x2 donde solo entraba una cama, una biblioteca de caña, una mesita y una silla.
En su tiempo universitario y secundario tuvo muchos amigos que mantuvo hasta el final, que quería mucho, como hermanos. Tenía muchas anécdotas con ellos, los tenía muy adentro de su corazón.
Ella una vez que se recibió volvió, a pesar de que quería mucho quedarse a vivir en Córdoba. Su padre se enfermó y la necesitaba. Ella nunca dejó de amar esa ciudad, y la disfrutaba mucho cuando iba. Aprovechaba para comer en todos los lugares que veía desde afuera en sus tiempos de estudiante.
Con su primer sueldo le regaló a su padre una mesita y un tele a color que aún guardamos de recuerdo. Con cada peso que ganaba arreglaba su casa. Le puso piso, la revocó, la pintó.
Luego su padre muere de un acv, yo no tuve la suerte de conocer a mis abuelos. Pero se fue orgulloso, de eso estoy segura.
A meses de estar trabajando en ambulancias conoce a mi papá, que era operador de emergencias. Mi madre se casó con mi padre, y estuvieron justos hasta el final, codo a codo, peleándose y amándose. Medio jodidos cada uno con sus enfermedades pero apoyándose siempre, tomando mates con su caniche sobre la mesa y hablando de la vida.
Ellos se encargaron de remodelar mi casa, de dejarla linda para sus hijos. Todo costándoles mucho, a mi mamá no le gustaban las deudas, por lo que tardaba en ahorrar para comprar cada cosa que tenían. Se pusieron en papel de arquitectos, albañiles, decoradores, jardineros, hicieron todo a su alcance para formar un lindo hogar. Para mi lo hicieron a la perfección. Mientras todos sus amigos se iban de viaje en los 2000, ella solo pensaba en arreglar su casa, y lo hizo hasta el final.
Un día llegó mi hermano, luego llegue yo.
A mis dos años a mi madre le diagnosticaron artritis reumaoide. Si, con 33 años mi madre pasaba por eso.
Yo no tengo recuerdos de mi madre haciéndome upa, siempre que se lo pedía se ponía mal y me explicaba que estaba enferma y no tenía fuerza. Por eso mismo tenía como 5 años y me llevaba en coche a donde íbamos, era feliz igual.
Desde que conozco a mi madre ella siempre trabajó, llegó a tener tres trabajos al mismo tiempo. Con mi padre hacían lo posible para cuidarnos y que no nos faltara nada, y estoy muy agradecida por eso, aunque no voy a negar que me hubiera gustado pasar mas tiempo con ellos, navidades, años nuevos y cumpleaños. Buscábamos mantenernos en contacto por teléfono, y funcionaba, aunque si no me atendían en el primer llamado ya pensaba que les había pasado algo y lloraba mucho. Siempre tuve miedo de perderlos.
La mayor parte de mi vida solo vi a mis padres por la mañana antes de ir a la escuela, a veces para almorzar y por la noche cuando llegaba toda cansada, dependiendo de las guardias. Cuando su artritis la dejaba, nos despertaba cantando, con muchos besos y con chocolatada calentita en la mesa, pero a veces éramos nosotros quienes teníamos que darle un beso en su cama porque no podía moverse de dolor que le causaba su artritis. Eso nos hizo independientes.
Siempre le quedo pendiente hacer un viaje, conocer y viajar por primera vez en avión. Se conformaba un poco viendo fotos de sus amigas, era feliz viéndolas viajar, y los programas de viajes en la televisión. Pero las ganas nunca se iban. Para ella o íbamos todos o no iba nadie, y como ella bancaba todos los gastos de la casa, era imposible darnos ese gusto. En mi casa si no se trabaja no se come, por lo que nuestra vacaciones solían durar de entre 3 a 5 días en como mucho,en las sierras de Córdoba que tanto amaba. La pasábamos genial, siempre quedaba alguna anécdota . Yo me había prometido hacerle conocer el mundo, y lo voy a hacer, pero de una manera distinta.
Su vida, además de ser madre, esposa y ama de casa, fue su profesión que tanto amaba. Siempre la encontraba leyendo, instruyéndose. Llegaba cansaba por la noche o después de almorzar y se ponía a estudiar igual, le gustaba, aún sabiendo que estaba despierta desde las 6 am, que si no dormía siesta iba a tener que seguir de largo hasta la noche (habían días que llegaba a la 1:30am de su consultorio), pero no le importaba, y eso hacía la diferencia con el resto.
No recuerdo almuerzos en donde no haya atendido el teléfono o respondido mensajes de sus pacientes. Eran las 3am y ella llegó a abrirle la puerta a un paciente que volaba de fiebre. Ella siempre estaba pendiente de sus pacientitos, se acordaba de todos, en su consultorio trataba de tener una foto con cada uno, les guardaba mucho cariño, la doctora juguetes los recordaba siempre y nos hablaba de ellos, de sus travesuras y las palabras que decían mal y le daban gracia. Llegó a pacientes hijos de sus ex-pacientes. Muchos ya con 18 no querían dejar de atenderse con ella.
Para ser sincera, estoy segura que a 1/3 de todos sus pacientes los atendió gratis. No le importaba, siempre me decía que los niños no tienen la culpa de que sus padres no tengan plata, que la vida luego te paga de otra manera y que ella no iba a desamparar a esos pobres angelitos, como ella les decía.
Ella en lo que podía ayudaba, no le importaba, sabía lo que era estar del lado del que no tiene nada. Fue de las mejores lecciones que nos dejó.
Y hoy se fue del mundo físico, dejó un posgrado a la mitad, faltando 4 días para mi cumpleaños para el cual estábamos planeando festejarlo, con muchos proyectos por concretar, mucho por vivir. Ella realmente tenía ganas de vivir, muchas. Tenía más proyectos que yo, que tengo 19 años. Ella no merecía esto, no merecía que su vida termine así.
Se que está a mi lado, pero me duele no verla y darle un último beso, un último abrazo, escuchar su voz. Decirle una vez más que estoy orgullosa de ella, y que ella me lo diga a mi.
Así era mi madre: cariñosa, se reía a carcajadas, estudiaba a más no poder, amaba las plantas, amaba a su perrita y le perdonaba todo, no le gustaba cocinar, se enojaba si no te veía haciendo algo productivo, tenía mucha energía, tenía un corazón que me sorprendía, y un aguante que espero algún día poder igualar. Ella superó cuanta barrera tuvo en su vida. Hasta le dijeron que no podía tener hijos, y tomá, tuvo 2.
Ella fue, es, y será mi madre para siempre. Mi modelo a seguir, mi orgullo, mi pilar, la que con su amor incondicional todo lo cura y lo perdona.
Te amo para siempre mami.
A todos sus compañeros de trabajo, desde el inicio al final, les digo que mi mamá los apreció mucho.
No guardó rencor con nadie, ella no era así.
Muchas gracias a todos por sus mensajes, si no los respondo no es porque no quiero, sino que no puedo. Me siento mal.
Si pueden déjenme anécdotas de ella, si alguien tiene algún audio de ella mándemelo por favor, quiero escuchar su voz.
Un abrazo grande.