"La vamos llevando bastante bien. La situación no es dramática".
Por el coronavirus, más de 100 argentinos están varados en una playa paradisíaca
Un viaje de ensueño a Bali, una de las más reconocidas playas paradisíacas del mundo, terminó en una odisea para más de un centenar de argentinos, ya que debieron organizarse en pocos días para adaptarse y aprender a sobrevivir en la isla de Indonesia, a la que arribaron para pasar una luna de miel, por cuestiones de trabajo o estudio.
Por sus playas doradas, aguas cristalinas, peces de colores, templos milenarios, cascadas y selva, la famosa isla de Bali fue elegida para filmar cientos de superproducciones de Hollywood, realizar desfiles y construir hoteles de lujo.
Sin embargo, cerca de 110 de argentinos que pudieron viajar allí el último mes tendrán su propia historia de película para contar al regreso: por la pandemia de coronavirus que paraliza al mundo, ellos terminaron varados en la isla del sudeste asiático.
Una pareja comenzó su luna de miel, otros viajaron a estudiar yoga, perfeccionar sus técnicas de buceo o profundizar su conocimiento sobre las comunidades que se sustentan con la pesca.
"Nos tuvimos que organizar como para estar bien. Obviamente, todos bajamos nuestros niveles de gastos. Nos organizamos para tener lugares de hospedaje más económicos, cocinar acá, comprar en lugares baratos. La vamos llevando bastante bien. La situación no es dramática", relató Emilio Otturi, un biólogo marino que trabaja con Indonesia hace 30 años por su profesión.
En este contexto, el hombre, de 60 años, terminó siendo una suerte de referente de los más de 100 argentinos varados en Bali: "Cuando se armaron grupos de WhatsApp y vi que cundía el pánico, por mi edad y por ser un tipo tranquilo me cayó esta responsabilidad".
Como el ungido líder de ese grupo de argentinos, Otturi entabló un diálogo casi diario con el cónsul en Yakarta, Martín Costanzo, de quien destacó su "compromiso" y el "contacto muy fluido" para interiorizarse en la situación del grupo varado.
"Está haciendo mucho de psicólogo. Tiene el teléfono prendido todo el día. Llegó a pasar tres noches sin dormir", señaló el biólogo marino, que subrayó el rol de las mujeres en esta comunidad de varados: "Están haciendo un laburo impresionante, buscando y difundiendo los lugares en los que se puede comprar comida barata".
Aunque asegura que la mayoría no se encuentra en una situación desesperante, Otturi reconoce que las complicaciones para el tránsito entre los países se extenderá por uno o dos meses, porque lo que advierte que "va a haber casos de gente con problemas para alojarse en lugares".
"Es un lugar barato y si te la rebuscás, podés zafar. Pero no quita que haya casos de gente que se va a quedar sin plata", añadió en diálogo con Noticias Argentinas.
Los argentinos varados rondan entre los 22 y los 60 años, siendo la mayoría de ellos de alrededor de 35: la mayoría entró a Indonesia antes del 1º de marzo, previo a que muchos países cerraran sus fronteras y se produjeran masivas cancelaciones de vuelos.
"Hoy en día no tenemos problemas reales. Lo que va surgiendo, tratamos de resolverlo entre nosotros, sin tener que recurrir al cónsul", afirmó el también buzo rescatista en declaraciones a NA.
De todos modos, planteó dos casos puntuales: una joven que toma medicación y que en plena desesperación por no poder salir de Bali compró un pasaje que la llevó a terminar varada en el aeropuerto de Ámsterdam y otra mujer embarazada, que permanece en la isla.
"Pedimos ayuda entre nosotros y, en última instancia, si se trata de un caso de emergencia, pedir ayuda al Estado argentino. Estamos tratando de ayudarnos entre nosotros. Sabemos que es una situación global, así que hay que entenderla o entenderla", insistió Otturi, quien celebró que el Gobierno del país asiático extendiera las visas y así se evitaran las deportaciones.
Actualmente, en Indonesia se le recomendó a los habitantes que permanezcan el mayor tiempo posible dentro de sus hogares, pero no se estableció una cuarentena.