Tres mil quinientos motociclistas subimos el domingo al Cristo Redentor por el Paso de la Cumbre, en el VI Encuentro. Crónica de una travesía inolvidable.
Y un día, trepamos al Cristo a ver el cielo a la cara y hablarle de paz
Tierra hasta en los dientes, calor, tensión, y luego frío. Y viento helado. El corazón galopando a mil por el cansancio y la altura. Y por la emoción de haber podido llegar nuevamente al Paso de la Cumbre, al Cristo Redentor, luego de ir en una caravana interminable desde Uspallata hasta Las Cuevas y antes, el sábado, desde el Parque General San Martín, en la Ciudad de Mendoza, hasta el camping base del VI Encuentro de Motoviajeros por la Paz Entre Ciudadanos Comunes.
Este año, el Encuentro superó todas las previsiones. Suponíamos más de tres mil. Fueron 3.500 los motociclistas en la travesía según una comunicación oficial de la Municipalidad de Las Heras. El encuentro ya es tan grande, que en este mismo fin de semana los organizadores hablaron de previsiones especiales, más aún, para el año que viene. Es peligrosa la ruta 7 para volver. Una vía que queda colapsada en los fines de semana largos.
El VI Encuentro... tuvo particularidades que lo hicieron especial. La diversidad de los participantes fue asombrosa. Además de los clubes habituales de Argentina y Chile, llegaron motociclistas de Brasil, Colombia, Estados Unidos, Francia, y Gran Bretaña, y de muchas provincias argentinas. Puede que la delegación de Córdoba haya sido la más numerosa. Además hubo motociclistas por el veganismo, un pastor adventista motoviajero, motociclistas por el aborto libre y gratuito con el pañuelo verde, y otros con el pañuelo celeste atado a la moto. En estos encuentros las hormonas masculinas suelen ser más numerosas. Pero llegaron motoviajeras de varias provincias. Un grupo desde Senillosa, Neuquén, y Noelia Chaile, probablemente la más popular del contingente extra provincial, lo hizo desde Salta en su XTZ 250. Muchas mujeres viajaron en pareja también, como pasajeras, "aguantando" la ruta, y la trepada.
La previa fue impecable y emotiva. La organización de "Falconeros mendocinos" con Daniel "Duende" Díaz a la cabeza, dispuso junto al municipio lasherino el cámping municipal. El sábado hubo puestos de comida -riquísima, especialmente parrilladas, costillares y chivos- y artesanías. Los uspallatinos salieron a la calle a recibir la caravana con aplausos. En el medio, un grupo de Altos Verdes reclamaba "luz y agua". Todo Uspallata, ocupada al 100 % en su capacidad de alojamiento, trabajó este año para recibir al encuentro, cita enorme del calendario turístico de verano.
Todo el día hubo actividad con animación, DJ, y tres bandas de Uspallata en vivo. De hecho me "colé" a hacer las armónicas en Ruta 66, con "La Concubina". El sábado fue día de reencuentros, emociones, menciones, sorteos, premios, y homenajes. En especial a Javier y Sandra, una pareja colombiana que venía al encuentro previo paso por Ushuaia. Murieron en un accidente con un camión en Bolivia. Tomaron la ruta del cielo, como dijo el "Duende" en el acto del sábado por la noche. Fue el día de conocer gente, de encontrar afinidades, y de compartir charlas, asados, vinos y cervezas.
El domingo bien temprano, al igual que el sábado desde el Parque San Martín, la concentración y la salida fueron impecables. Nunca vi una caravana tan larga de motociclistas. Se perdía en el horizonte. No me sorprendería que fuese la caravana de motos más larga del mundo.
La dificultad de la trepada este año estuvo en dos cuestiones: la enorme cantidad de gente, ya que a las tres mil quinientas motos se sumaron autos particulares y traffics de turismo, y una curva endemoniada repleta de arena, en la que varias motos grandes y algunos vehículos quedaron atrapados. De hecho, algunos participantes pegaron la vuelta y no llegaron, por la probabilidad de quedarse enterrados. Hasta que alguien de la organización "ordenó" la subida. Los que bajaban, nos iban diciendo cómo tomar el "peralte" bien pegados a la montaña, para no hundirnos en la arena.
Arriba, la fiesta de siempre. Abrazos, sonrisas, lágrimas, el corazón apretado y fuerte, en vilo... Mirar el cielo, la cordillera en su máxima plenitud, el Aconcagua... Uno se siente pequeño en la altura y la inmensidad. Muchos fuimos a tocar el monumento, para certificarnos que habíamos subido. Son 12 curvas apretadas que trepan desde los 3.557 metros de Las Cuevas a los 3.854 metros del Cristo, en el antiguo Paso de la Cumbre, a lo largo de 8 kilómetros de un camino de arena, tierra, piedras, con partes bien empinadas y barrancos. Los puesteros se cansaron de vender café, chocolate, alfajores, artesanías, y hasta empanadas de queso en el boliche de los chilenos. La mayoría estuvo poco más de una hora en la cumbre. Y luego, el regreso. Algunos volvieron por el lado chileno, esquivando el viento. Es más corto, pero tiene curvas más difíciles.
La variedad de motos arriba fue sorprendente. Desde las grandes trails, hasta las motos de calle más simples, choperas grandes y pesadas, y las livianitas de enduro-calle que subieron con comodidad. Incluso una Vespa auténtica, la clásica motoneta italiana, todas treparon a la cumbre, a festejar la paz. La igualdad y la fraternidad entre personas comunes. Sin grietas, ni política. Sólo el amor a la vida, a la libertad, a la ruta y a las dos ruedas.
El año que viene será el VII Encuentro, que plantea desde hoy nuevos desafíos, básicamente por las dificultades de la ruta 7. La llegada a Las Cuevas fue prolija, ya que viajamos encapsulados y asegurados por el trabajo magnífico que hicieron la Policía de Mendoza y Gendarmería Nacional. No debe ser sencillo arrear tres mil motos por la Ruta 7.
El regreso fue más complejo, luego de la desconcentración. Hay tramos del Corredor Internacional que son inaceptables para una ruta que une a dos países, por los que es muy difícil pasar sin correr riesgos de accidentes, aún para quienes conocemos bien el camino. La ruta estuvo colapsada casi todo el domingo. Un motociclista que viajaba a Chile (no participaba del encuentro) se accidentó. También una Renault Duster. A la vez, la Ruta 82 estaba absolutamente congestionada. Los que tomamos ese camino para completar el regreso debimos ir a paso de hombre desde el túnel nuevo hasta Luján, por las obras, los controles, y la intensidad del tráfico.
Finalmente, algunos motoviajeros siguieron a Chile, pero la mayoría regresó a Uspallata, donde algunos se quedaron para descansar hasta el lunes o martes. Otros están volviendo a sus provincias, y reportando destinos, para enterarnos a todos de su seguridad. Así es la comunión entre los motociclistas. Hermanos y en paz. De eso se trata este encuentro.
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