Rosa Giménez es de Rivadavia y es un ejemplo. "No voy a cobrar lo que no me corresponde", dijo al Post.
Perdió el embarazo y, en medio del dolor, pidió la baja de la Asignación
Rosa Giménez es un ejemplo de honestidad, de esas que son noticia porque no se encuentran muy a menudo, o tal vez, porque pocas veces nos enteramos de los actos honestos que suceden cada día.
Rosa, en medio del dolor de haber perdido un embarazo de casi cinco meses y pocos días después a su papá, decidió acudir a Anses para dar de baja la asignación por embarazo.
"Una consulta... estaba embarazada y perdí el embarazo, cómo tengo que dar de baja la asignación?", preguntó en un grupo de información y turnos de Anses.
Además, de explicarle cómo debía hacer, Rosa tuvo una enorme cantidad de mensajes de aliento, de apoyo y de agradecimiento por su actitud.
"Fueron días terribles, pero yo no quería esperar más, porque no quiero que después se transforme en un trámite engorroso, por eso apenas me recobré, de la operación le dije a mi marido que había que hacer el trámite para devolverlo, porque no me correspondía", contó al Post.
El acto honesto de Rosa se agranda cuando cuenta cómo perdió a su hijito: "El médico que me atendía por la Obra Social me mandaba al hospital (Saporitti) y en el hospital no me querían atender porque tengo obra social", relató.
El marido de Rosa es albañil y trabaja en blanco en San Juan, por eso ella percibe SUAF (salario familiar) por embarazo y tiene obra social.
"En el último control que me hice, el médico hizo la ecografía pero no me hizo escuchar los latidos, le dijo a mi marido ves, eso son los latidos, pero no nos los hizo escuchar, y a mí me pareció muy raro".
Poco menos de un mes después, Rosa comenzó a tener un sangrado. "Fui al médico que me atendía y me dijo que como era una emergencia fuera al hospital, el tema es que en el Saporitti no tienen obstetra de guardia, y me dijeron que me volviera a la clínica porque yo tengo obra social. Me volví y el médico me cobro la consulta particular porque era urgencia y también me hizo pagar una ecografía. Ahí salió que mi bebé ya no tenía latidos".
A partir de ese momento, Rosa vivió un vía crucis: el médico no la quería atender, le dijo que se volviera a la casa "a esperar que expulsara eso que tenés muerto en la panza, me decía el médico".
Rosa contó que quiso volver a chequear el corazón de su hijo y el médico la empezó a llamar "caprichosa" y hasta en un momento le dijo "rompebolas" porque ella tenía miedo de volverse a la casa.
"Yo tengo otras dos hijas (de 3 y 6) y si me pasaba algo ¿quién las iba a cuidar?", se justificó cuando explicaba por qué le insistía al médico que la dejara internada. "Él me decía que no me iba a internar por un capricho mío, me echó en cara lo que le había costado conseguir la misoprostol por mi capricho de no querer esperar a que ?saliera' solo ?eso que tenés muerto en la panza, ¿no entendés que es una cosa muerta?' me decía".
Con ese trato, el esposo de Rosa casi se va a las piñas con el médico y terminaron yéndose hasta el Perrupato, en San Martín.
Finalmente, internaron a Rosa y tuvo que soportar más de 12 horas de trabajo de parto, "más doloroso incluso que mis otros dos partos que fueron naturales, porque con el bebé muerto, como no ayuda, duele más", confió.
Rosa tuvo a su hijo en una chata. "Me pidieron que lo viera, para que yo esté segura y después no haga reclamos. Mi hijo estaba perfecto, tenía su cuerpito intacto, los deditos de las manos, de los pies... Me dijeron que si murió por una falla orgánica debía haberse visto en las ecografías previas, por eso estoy esperando el informe forense para denunciar al médico, porque a mí nadie me va a devolver a mi hijo, pero ese trato no se lo merece nadie, él no cuidó ni mi embarazo ni a mí."
El parto de Rosa fue el 10 de enero. El 14 murió su padre. Diez días después, Rosa pide turno en Anses para que no le sigan pagando la asignación por el embarazo. "No voy a cobrar algo que no me corresponde".