Crónicas del subsuelo: tormenta de verano
Desde el sexto piso, por la ventana, en una torre que da hacia el sur, se ve el horizonte traqueteado por los árboles y algunos edificios que laten tras la visión borrosa de la resolana. Es el desierto en su matriz que concibe el amontonamiento como forma de organización para la pulcritud de la vista y la erradicación de los efluvios y de los hedores.
La ciudad es "el hedor", cocinada en un guiso. Desde el sexto piso, por el ventanal que da hacia el sur, se ve lo que llamamos "el paisaje", "la vista". En "Teoría de la Ciudad Argentina", Bernardo Canal Feijoó, el santiagueño de los años veinte y treinta, avizora la abstracción imperial que conlleva toda construcción de lo urbano sobre el paisaje, la llanura virgen, o, tal vez quieta, como los árboles nativos que nacen en condiciones adversas, sin embargo, desde la ventana del sexto piso esa teoría de contraste no podría observarse ya. El cielo se ha puesto a solear las calles y el cemento espanta a los bichos, esconde su agonía en una sombra errática que mueve su persecución con el giro de las horas.
Los pronósticos dicen que el verano que vivimos en la provincia es y será sufrible, el agua escasa, la inflación alta y las penas cotidianas continuarán. Los refugios no alcanzan en el calentamiento. El pueblo que puede en las piletas pelopincho, el que no puede en los canales, y los pudientes, ya se sabe.
La política no está para estas cosas, también se sabe que, como los pudientes, la política está ausente en estos momentos para estas situaciones. En la playa o en el cantri, la casta que se aleja de lo cotidiano casi por desprecio. Los grandes temas son otros, las "estrategias de altísimo vuelo" que los comunes no llegamos a comprender.
Estamos en una época donde la política pareciera solamente ser "comprendida", "entendida" y "concebida" exclusivamente por les dirigentes; se les acabó eso de "el pueblo construye sus imaginarios y sus luchas", es lo que pasó con la pretendida y fracasada modificación de la ley 7722. Ahí hubo un desprecio importante, o tal vez, -al quedar al desnudo el carácter inconsulto con las bases militantes de los dos partidos más importantes de la provincia y el pueblo en general-, se hizo patente esto de "ellos allá y el pueblo y las bases militantes fuera de las vallas".
El silencio dirigencial brilla, rebota por las torres de los edificios en un domingo insoportable, nubla toda posibilidad de reconocimiento y descansa en alguna playa o casa con aire acondicionado. Se aprueba el aumento del agua en un cien por cien, silencio, vacaciones, romance coyuntural con quienes gobiernan la provincia. Por ahora podemos pensar en co-gobierno radical-peronista, veremos qué hacen con la aprobación del presupuesto en la legislatura. Ahí tendremos otra prueba, argumentos, internillas inservibles de la tribus del peronismo inútil para el pueblo. Lo que importa para la dirigencia de la provincia es el armado de las roscas, y lo que les pasa a los comunes... poco y nada.
Para mantener el buen diálogo y consenso, a toda la dirigencia radical-peronista de la cuáquera provincia le conviene que no se produzcan olas y sigan las buenas conversaciones con el gobierno nacional, porque es desde ahí que podrán conseguir -ambas- fondos para hacer obras y política. Presupuesto compartido, ¿se leyó bien? compartido no participativo, como con la modificación de la ley 7722, compartido no participativo.
Desde el ventanal del sexto piso que da hacia el sur de los párpados ahora se ve una gran nublación, húmeda, sensación de previa de la gran tormenta del desierto. El desierto está desierto. El paisaje muta y no hay ningún impresionista pintando. Parte de la sofocación, una extinción cotidiana y por goteo, en emergencia el agua entra por la sed.