Así funciona la mejor escuela del mundo

Está en Finlandia y es el centro neurálgico de un pueblo. Los chicos trabajan en espacios abiertos.

Así funciona la mejor escuela del mundo

Por: Mendoza Post

Es casi imposible distinguir el recreo del horario de clases. Los espacios son abiertos, de enormes ventanales, y de interconectividad plena enmtre aulas, y de la propia escuela con el “mundo exterior”. La idea es que los chicos “no sientan en ningún momento la sensación de estar encerrados”.

Qué lejos estamos en Mendoza, Argentina, donde los chicos apenas terminan el secundario sin comprensión de textos o sin resolver con precisión problemas matemáticos simples. Y ello, por no entrar en el debate de la infraestructura escolar paupérrima, o de maestros pobres sin internet.

Finlandia es algo así como el Campeón del Mundo de la Educación. Suelen salir siempre bien ubicados en los exámenes PISA, esa prueba global que el gobierno argentino ha ninguneado ferozmente porque desnuda la crisis educativa nacional, y que debe hacerse nuevamente en dos años.

Hay que leer el reportaje a Guillermo Jaim Echeverry hoy en el Post para tener una idea cabal de la crisis educativa.

La escuela es el centro neurálgico del barrio.

Pero volvamos a la “Mejor escuela del Mundo”, un establecimiento educativo inaugurado en 2012 en la ciudad de Espoo, la segunda en importancia en Finlandia. Tiene cerca de 260.000 habitantes en un país de menos de seis millones de personas, cuya educación es igualitaria y gratuita en serio.

Inaugurado en septiembre de 2012, la escuela de Saunalahti es considerada “la niña bonita” del sistema educativo finlandés. El distrito de Saunalahti –Espoo- es un barrio de reciente creación destinado a albergar a la cada vez más numerosa población del sur de Finlandia.

La biblioteca se comparte con la comunidad.

El proyecto urbanístico ha sido diseñado por prestigiosos arquitectos y en él todo está pensado para hacer la vida más sencilla al ciudadano. La vida no gira en torno al hipermercado, las industrias, o los barrios cívicos. El centro neurálgico del barrio es el colegio.

La organización de las aulas nada tiene que ver con las clases tradicionales: no hay pupitres ni bancos individuales y cuentan con grandes ventanales; no sólo hacía el exterior, también hacía el resto de aulas. Todo el colegio está diseñado para fomentar el trabajo en grupo, y cuenta con espacios más propios de una universidad, como los pasillos repletos de sillas y mesas donde los alumnos pueden estudiar o, sencillamente, sentarse a charlar.

Una de las aulas. Todo está armado para el trabajo en equipo.

Pero el colegio no sólo fomenta la colaboración entre estudiantes, también entre los chicos y sus profesores con el resto de la comunidad: La escuela cuenta con un centro de día para ancianos, una guardería, una casa de la juventud, una biblioteca pública –que es a su vez escolar– y un gimnasio abierto a todos los ciudadanos.

“El edificio está al máximo de su uso casi todas las horas del día”, explica en “This is Finland” la directora del centro, Hanna Sarakorpi. “Hay un montón de sinergias de las que todo el mundo se puede aprovechar”. Durante el día los niños disfrutan de las clases, por la tarde sus padres acuden al gimnasio o la biblioteca y los fines de semana distintas asociaciones organizan actividades para todo el barrio.

Uno de los espacios de trabajo común.

El colegio está diseñado para fomentar un sistema pedagógico que pondera el aprendizaje informal, donde el tiempo de recreo y clase es casi indistinguible. “Algunos estudiantes no se sienten cómodos en las aulas tradicionales”, explica en This is Finland Ilkka Salminen, una de las arquitectas que diseñó el centro. “Todos los espacios interiores y exteriores son potenciales lugares de aprendizaje”.

El colegio está repleto de espacios para sentarse, trabajar, estudiar y, por qué no, divertirse. 

A los niños les encanta explorar el extenso patio y sentarse a leer en las ventanas. El edificio está pensado para que no tengan en ningún momento la sensación de estar encerrados, algo muy habitual en los colegios tradicionales, por eso cuenta con enormes ventanales, algo esencial en un país en el que se echan en falta muchas horas de luz solar.

Los patios de los niños más pequeños están orientados hacia el este, para recibir más luz solar, mientras que los estudiantes mayores, que pasan más horas en la escuela, reciben los rayos finales del día desde el tejado de cobre, suavemente inclinado para aprovechar hasta el último grado de energía.

“La amplitud de miras y el sentido de comunidad también pueden observarse en la arquitectura”, explica Salminen. “El corazón del edificio es un comedor multiusos donde se reúne todo el mundo. Se abre al patio de la escuela como si fuera un anfiteatro”.

En el siguiente video subtitulado al inglés, se pueden entender nlas claves de la "escuela del futuro".