Los turistas buscan un lugar donde poder consumir, pero no hay nada abierto. Y bueno... es Navidad. Pero somos una provincia turística, ¿o no?
Efecto Navidad: Mendoza es un desierto... literalmente
Las calles están casi completamente vacías. Los negocios se encuentran cerrados. Es la postal de una Mendoza en Navidad. Un "desierto", pero en otro sentido que el usual.
Los turistas pululan cual zombies por las calles menducas, buscando un lugar donde consumir algo, lo que sea. Pero no hay nada abierto. Nada en absoluto.
"¿Dónde puedo comprar algo para comer?", pregunta una pareja de chilenos. ¿Qué responderles? Porque justamente los turistas vienen a Mendoza porque es una provincia turística. Pero adolece de este tipo de cuestiones. No se trata solo de los días feriados y fines de semana, sino también de la siesta y otras costumbres que conspiran contra toda pretensión turística.
Entonces, cuando muchos se preguntan por qué los extranjeros van migrando hacia otras provincias, más "amigables", la respuesta tiene que ver con este tipo de cosas.
Sin mencionar el destrato que muchas veces reciben por parte de los mozos y empleados mendocinos.
Una reflexión poco navideña, pero muy conveniente para meditar con tranquilidad un 25 como hoy.