Las calles de La Paz se encuentran llenas de manifestantes, en especial de seguidores de Evo Morales. Jeanine Áñez a cargo del Poder Ejecutivo, asegura que busca reinstalar la tranquilidad.
Siguen los incidentes en Bolivia: ya son ocho los muertos
Una multitud de simpatizantes del expresidente de Bolivia Evo Morales desafió volvió a salir a las calles de La Paz, incluso con piedras y choques con la policía.
La "vuelta a la normalidad" que buscó instalar la mandataria interina Jeanine Áñez, tras proclamarse en ese cargo luego de la renuncia y la salida del país del líder izquierdista por el momento no se está concretando.
Desde que comenzó la crisis desatada luego de las elecciones generales, ha habido 8 muertos, 508 heridos y 460 en distintos incidentes, según indicó la Defensoría del Pueblo.
Por un lado, la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, bastión de la oposición a Morales, a unos 855 kilómetros al sureste de la capital, amaneció con el fin del llamado "paro cívico" y una vuelta gradual a la cotidianeidad tras las protestas de las últimas semanas.
Por otro, el intento de Áñez en la capital se vio frustrado por la muchedumbre que bajó desde la vecina El Alto.
Desde temprano, en La Ceja, el corazón de El Alto atravesado por la autopista que la comunica con La Paz, miles de docentes de las seccionales del magisterio rural del departamento y miembros de las juntas vecinales empezaron a concentrarse para marchar juntos, otra vez, hasta el centro de la capital.
Embanderados con la whipala, el símbolo que representa a 36 etnias de los pueblos indígenas y que fue atacado -incendiada, cortada, arrastrada- por sectores acomodados, salieron nuevamente a las calles y bajaron hasta La Paz para evitar que "el país otra vez sea gobernado por el racismo".
"Acá no somos evistas ni masistas; hay gente que votó por Evo, otros no; eso no es lo importante, acá lo importante es que nos han discriminado mucho en el pasado, a los que ganamos el pan día a día, y no queremos tener otro gobierno racista", le dijo a Télam Celia Artiaga, un ama de casa de 52 años de El Alto, que, contó, no suele salir a marchar.
Ni bien escucharon que Artiaga está denunciando lo que pasó en los últimos días y su rechazo a Áñez, decenas de manifestantes se acercaron y comenzaron a gritar sus verdades todos a la vez.
"¿Creen que nos van dar trabajo este nuevo gobierno de ricos? ¿Creen que nos van a dejar estudiar carreras profesionales?", son algunas de las preguntas que, a los gritos, lanzan los manifestantes.
Artiaga, pide calma y recupera la voz cantante: "Nadie nos escucha, nadie nos muestra. Ayer hubo ocho muertos, dos acá en El Alto, y los medios lo único que muestran son los festejos en Santa Cruz. Nos gasearon, nos dispararon, nos acusan de saquear nuestros propios hospitales, nuestras propias escuelas, de autorrobarnos. No tiene sentido, pero lo dicen igual", aseguró.
Anoche, el fiscal general Juan Lanchipa informó que ayer fallecieron cinco personas pero no las identificó. Según Artiaga y el resto de los manifestantes, una niña murió en El Alto de un disparo de la policía.
A su lado, Demi Esvilmasota, una campesina de 40 años con una pollera rosa tradicional y arropada por una whipala, pidió respetuosamente la palabra para hablar.
"Estamos acá por la discriminación contra las mujeres con pollera. Ayer cuando bajamos me gritaron 'india', 'cochina' y me dijeron que me vaya al campo. ¡Pero ellos viven también de la riqueza que da el campo y nuestro trabajo en el campo!", contó a Télam.
"Bueno, lo lamento -agregó-, las hermanas cochinas no nos quedaremos calladas y hoy nos levantamos para decir que no aceptaremos más discriminación, especialmente del gobierno".
Una de las columnas principales de la marcha la aportaron los maestros rurales. Un grupo interminable bajaba por una de las calles en zigzag que unen El Alto con La Paz, con una energía que por momentos parecía transmitir esperanza. Con cada paso inventaban un grito o una consigna.
"Mesa, cabrón, el pueblo está emputado", era uno de los gritos que le dedicaron al ex candidato presidencial opositor que perdió las elecciones de octubre contra el mandatario derrocado y exiliado en México, y ahora apoya a Áñez y su promesa de nuevos comicios.
Mientras el pedido de no discriminación y de reconocimiento de la identidad indígena era unánime, las posiciones políticas diferían un poco.
Algunos exigían la renuncia inmediata de Áñez, otros la vuelta de Morales y otros aclaraban que si ayer, el congreso hubiese designado a una persona sin identidad partidaria en una sesión con quórum, El Alto no se hubiese levantado.