El Sumo Pontífice estuvo 33 días en su cargo. Se tomó un té y nunca despertó.
Un sicario dijo que ayudó a matar al papa Juan Pablo I
El 28 de septiembre de 1978, una de las asistentes del papa Juan Pablo I, quien había reemplazado a Pablo VI hacía 33 días, quiso despertarlo pero no pudo. Antes de irse a dormir, había tomado un té.
La noticia conmovió al mundo y las sospechas sobre un asesinato comenzaron a resonar en el Vaticano. Luego de el, asumió como soberano el cardenal polaco Karol Wojtyla, Juan Pablo II. Ese verano se conoció como el de "los tres papas".
El sicario italiano, Anthony Luciano Raimondi confesó haber sido partícipe del supuesto magnicidio. El dato se reveló en el libro llamado When the Bullet hits the Bone (Cuando la bala golpea el hueso) donde explica cómo fue aquella larga noche y las anteriores en las que estudió cada uno de los pasos del jefe de la Iglesia Católica en Roma.
Raimondi brindó una entrevista al diario The New York Post y confesó que todo comenzó en una reunión secreta por su primo, el cardenal Paul Casimir Marcinkus. El asesino tenía entonces 28 años. De origen norteamericano, el alto sacerdote fue quien dirigía entonces el Instituto para las Obras de Religión, más conocido como Banco Vaticano. Tenía bajo su control miles de millones de dólares entre 1971 y 1988.
"Estaba parado en el pasillo fuera de las dependencias del Papa cuando se sirvió el té", escribió en el libro Raimondi. Además, también cuenta que la cantidad de Valium que pusieron en su infusión fue tanta que la víctima no se habría movido. A la taza la llevó Marcinkus, quien luego puso cianuro en la boca del pontífice, lo cual lo mató.
Además, el libro cuenta: "Cuando terminó de hacer su trabajo, cerró la puerta detrás de él y se fue". El parte médico de defunción informó que murió por un ataque cardíaco.
El sicario tiene cáncer. Además, dijo que no está en prisión gracias a los millonarios sobornos que debió pagar durante toda su vida. Por eso, ahora decidió contar todos sus secretos.