Se conoció un documento de la Conferencia Episcopal.
La Iglesia, con duras críticas hacia la "ideología de género" y el aborto
En las últimas horas, a través de un elocuente comunicado, la Iglesia criticó con dureza la "ideología de género" a través de un documento titulado "El Dios de la vida y del amor humano".
El mismo fue presentado este martes en el marco de la Conferencia Episcopal por su presidente, el obispo Oscar Ojea, y el titular de su área de Vida, Laicos y Familia, el obispo Pedro Laxague.
Allí, según refiere hoy diario Clarín, se critica la "ideología de género" por sostener que la identidad sexual es una construcción personal y que no está dada por la naturaleza, al considerarla "una negación de la realidad". Al negar la "diferencia y reciprocidad natural entre la mujer y el varón", constituye "una amenaza al vínculo primario y esencial del binomio humano". El documento, condena a su vez el aborto, pero se afirma que "la misma defensa de la vida nos lleva a cuidar (...) también la vida de los pobres".
Por caso, aparece expresada la inquietud de los obispos por "las prácticas abortivas y la anticoncepción; la degradación de los vínculos interpersonales y la violencia doméstica, especialmente sobre la mujer, las adicciones a las drogas y a la pornografía, la indiferencia, etc.".
"A esto se suma -agregan- la desorientación antropológica, que tiende a cancelar las diferencias entre el hombre y la mujer, consideradas como simples efectos de un condicionamiento histórico-cultural, estructurándose como pensamiento único y clausurado a un diálogo abierto y plural y, por tanto, excluyendo el encuentro".
Tras citar la Biblia donde se dice que Dios los creó "a su imagen y semejanza" varón y mujer, señalan que la "ideología de género" convierte "la vida humana, así como la paternidad y la maternidad en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas".
Finalmente, en cuanto al aborto, citan al Papa Francisco que afirmó que "la defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo".