La veda electoral, una herencia de viejas formas de la política.
¿De dónde viene la veda electoral?
La veda electoral nación en tiempos de punteros y de situaciones irregulares. ¿De dónde viene?
La historiadora Sabrina Ajmechet, cuenta este sábado en Perfil que la veda electoral se trata de un elemento naturalizado en nuestras prácticas electorales e incluso algunos la denominan "jornada de reflexión", pero lo cierto es que cabe preguntarse si cumple alguna función hoy en día.
"En el siglo XIX, las campañas no estaban reguladas por la ley. Ninguna de las normativas de aquel momento hace referencia al comportamiento previo a la jornada electoral ni tampoco a la expresión pública de preferencias por alguno de los candidatos en el día de votación", cuenta Ajmechet.
Y sigue: "La primera ley que limita las expresiones políticas en tiempos electorales es la de 1902, sancionada durante el segundo gobierno de Julio Argentino Roca. La norma no permite a los electores el uso de banderas, divisas u otros distintivos durante todo el día de la elección y la noche del mismo."
"En la Ley Sáenz Peña esta regulación se amplió a las noches anteriores y siguientes a la elección. En esos primeros años del siglo XX, la votación era un acto colectivo. En general, los ciudadanos concurrían como parte de un grupo y la disputa electoral se parecía más a una batalla entre bandas que al acto cívico que todos conocemos. De hecho, el momento decisivo de la elección, en los casos de competencia, era el del enfrentamiento armado", cuenta la historiadora.
"Cuando una de las partes había logrado imponerse sobre la otra y establecer la mesa electoral, el resultado ya estaba definido. Por eso, ambas leyes buscaron que los electores no se identificaran con ninguna bandera o símbolo partidario, para intentar evitar hechos de violencia", explica.
"De este modo, se pretendía que los individuos arribaran a la decisión sobre a quién votar después de un proceso en el cual el debate y el intercambio de argumentos era central para tomar la mejor decisión", dice.
Y agrega: "La introducción del cuarto oscuro ayudó a individualizar el proceso de votación. Aisló al ciudadano, le quitó la presión del mundo externo, lo dejó solo con sus pensamientos al momento de decidir a quién votar y colaboró en la construcción de la ficción de la igualdad abstracta".
"Sin embargo, como los vicios de aquella política criolla no desaparecieron, la ley electoral del peronismo sancionada en 1951 mantuvo la prohibición de exhibir signos partidarios y sumó dos elementos. Por un lado, la negativa a realizar cualquier forma de propaganda política 12 horas antes y hasta tres horas después de finalizados los comicios. Esta fue la primera veda electoral de publicidad partidaria. Por otro lado, se agregaron penas de prisión o multas a quienes durante ese lapso de tiempo portaran armas, lo que muestra que la violencia en la jornada de votación seguía siendo una preocupación", añadió.
"La Revolución Libertadora derogó esta ley electoral, pero se mantuvieron las restricciones anteriores al tiempo que se sumaron nuevas: se prohibió el depósito de armas cercano a las mesas de votación; también las reuniones de electores, los espectáculos populares y el expendio de bebidas alcohólicas -límite, este último, fácil de explicar en épocas de patrones de estancia que emborrachaban a sus peones para impedirles votar libremente, pero difícil de entender actualmente-", considera la historiadora.
"Además, se prohibió el reparto de boletas cerca de los centros electorales y comenzó la costumbre de impedir actos proselitistas desde 48 horas antes del inicio de los comicios", agrega.
"La última modificación en relación con la veda tiene que ver con la difusión de encuestas. Desde 2009 se prohibió darlas a publicidad desde ocho días antes de los comicios y por las tres horas siguientes al cierre", dice.