A fuerza de premisas falsas, claramente ideológicas, los hablante de este pseudolenguaje reclaman algo que ya tenían pero no lo saben: ser incluidos en la lengua española.
Lenguaje inclusivo: no seamos "boludes" y hablemos bien
El caso de la docente mendocina que usó "todos, todas y todes" en una escuela publica y además fue acusada de adoctrinar al respecto volvió a traer sobre el tapete la espinosa discusión sobre el uso del lenguaje inclusivo.
Ahora bien, ¿qué hace polémica a esta particular forma de hablar que provoca tantas divisiones? La respuesta es sencilla: parte de un presupuesto equivoco que asegura que el castellano -tal como se usa en la actualidad- "invisibiliza" (la palabra de moda) a ciertos sectores minoritarios que "no se sienten representados" por algunas palabras de uso común.
Para ponerlo en concreto: según los defensores de esta forma de hablar, al decir "todos" no estamos contemplando a aquellas personas que no se identifican con el género masculino ni tampoco se está incluyendo a las mujeres. De ahí, la aplicación de palabra comodín "todes" para hacer la lengua más abarcativa. Otra opción es reemplazar letras por "x" o "@" para hacer neutra la palabra. Una verdadera pesadilla gramatical.
¿Qué dice la Real Academia Española?
Al respecto de la proliferación de estos neologismos, las Real Academia Española (RAE) sentó una postura bien clara: "No hay que confundir gramática con machismo", indicó Darío Villanueva, director de la RAE.
La entidad publicó recientemente el "Libro de estilo de la lengua española", donde rechaza de plano el uso de la letra "e" como plural inclusivo.
En 1955, el lingüista francés André Martinet publicó su obra "Economía de los cambios fonéticos" donde postuló el concepto de "economía lingüista" como uno de los principales mecanismos de evolución en lingüística y que goza de gran aceptación en esta ciencia.
Martinet aseguró que en el lenguaje, como en cualquier actividad humana, existe una tendencia natural a tratar de minimizar el esfuerzo invertido, lo que puede manifestarse en distintas maneras de abreviar, acortar o simplificar la forma de transmitir una misma información.
De esta forma, al hablar buscamos transmitir la mayor cantidad de información con la menor cantidad posible de palabras. Queda así desbancado el uso de "todos, todas y todes" porque ya la primera palabra transmite lo que el hablante quiere decir: todos se refiere a TODOS. Hombres, mujeres, niños, ancianos, etc.
El absurdo más grande del lenguaje inclusivo
Si bien acepto que los hablantes del lenguaje inclusivo tienen las mejores intenciones, es necesario que sepan que sus esfuerzos son en vano porque el castellano ya es inclusivo per se.
Basta con googlear la palabra "todos" en el sitio del RAE para que resultado arroje una de sus acepciones: 9. pron. indef. m. pl. todas las personas. U. sin referencia a un sintagma mencionado o sobrentendido. Ejemplo: La limpieza de la ciudad nos concierne a todos.
Si el lenguaje que usan más 500 millones en todo el mundo fuese "machista", entonces que explicación daríamos a la palabra "personas" o "estudiantes"?
Siguiendo la lógica de los ideólogos del lenguaje inclusivo, los hombres podrían reclamar que los tratasen de "personos" cuando se refieran a un grupo exclusivamente de ellos. O bien, los adolescentes también tendrían el derecho a ser diferenciados entre "estudiantos" y "estudiantas", según su género.
Como se evidencia, el planteo es ridículo, como lo es quienes defienden esta cuasi lengua que no tiene un mínimo de cordura.
Basta de imponer ideologías
La RAE ha repetido hasta el hartazgo que el género masculino de las palabras, "por ser el no marcado, puede abarcar el femenino en ciertos contextos".
Entonces ¿Por qué se sigue defendiendo a capa y espada el uso de "todes"? Fácil, porque, como toda persona ideologizada, hacen la vista gorda frente a las abrumadoras evidencias empíricas y buscan transformar la realidad a su antojo, desoyendo a la mayoría.
Lo grave aquí es su imposición como suelen hacer no solo algunos docente, sino instituciones, medios de comunicación o hasta gobierno, como hizo en octubre pasado una campaña gráfica de la Ciudad de Buenos Aires que usó la "x" en sus carteles: "Todxs tenemos derecho a información, educación y atención gratuita de nuestra salud sexual".
No se trata de ser "soldaditos de la RAE", sino de simplemente adaptarse a las reglas gramaticales vigentes para que la comunicación sea 100% efectiva. Ni más ni menos.
Es como decía mi abuelo: "Hablar bien no te cuesta un cara...".