El PRO y la UCR se encaminan a una fórmula conjunta. Y se aleja la posibilidad de una PASO. Pesimismo en los socios del gobierno. Nadie quiere ir en la fórmula con el presidente.
La dura tarea de Cornejo: encontrarle un vice radical a Macri
Los errores políticos acercan cada vez más a Mauricio Macri y a Cambiemos a unas primarias desastrosas y a una derrota en octubre. Incluso, en primera vuelta. No es una idea, ni una especulación. Es el sentimiento -desazón, en verdad- que invadió ayer al grupo de dirigentes radicales que se reunió con el jefe de gabinete Marcos Peña, buscando dar alguna vía de salida a "ampliar Cambiemos", el mandato que la Convención Nacional de la UCR dio a una "comisión política" encabezada por el gobernador Alfredo Cornejo, presidente además del radicalismo. A una semana del cierre de los frentes electorales y a 17 días del cierre de listas para las elecciones de agosto y octubre, Cambiemos está en "veremos..." porque no habría tal ampliación, ni nuevos socios, ni una PASO.
La reunión entre los radicales, una misión integrada por Cornejo, Emiliano Yacobitti (delegado de Enrique "Coti" Nosiglia), Andrés "Peti" Lombardi, Ernesto Sanz, y la legisladora bonaerense Alejandra Lordén, delegada del vicegobernador Daniel Salvador; fue "amable", coinciden las fuentes tanto de la Casa Rosada como del radicalismo. El dato central, en el que también confluyeron todos, es que se está mucho más cerca de una fórmula compartida entre el PRO y la UCR con Macri como candidato a la reelección, que de una PASO en la que el radicalismo presente un candidato propio, muy probablemente el economista Martín Lousteau.
Marcos Peña ofreció a los radicales la vicepresidencia, finalmente. Sin mucho entusiasmo, y en el tono académico en el que dice todo. Cornejo tomó la propuesta y se fue de la Casa Rosada mascullando qué hacer. Por lo pronto, consultará al radicalismo para elegir a un "nominado" o "nominada" que acompañe a Mauricio Macri en las elecciones presidenciales de este año, en las que el presidente aparece debajo de la fórmula que integran Alberto Fernández y la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El dato fue confirmado por las últimas diez encuestas que publicaron la mayoría de los medios, de las principales consultoras del país.
Pero elegir un vicepresidente para Macri, será un problema.
"Nadie quiere ser... nadie lo quiere acompañar en la fórmula..." dicen en el seno del radicalismo. No hay muchas razones para dudar de ello. De hecho, hay un juego secreto de "auto excluidos" de cualquier fórmula con Macri. En la convención nacional, Alfredo Cornejo hizo un discurso flamígero. Habló del gobierno del "ajuste", de los errores "garrafales", de las tarifas, de los yerros en la economía, y pidió ampliar Cambiemos. El "vuelto" fue una operación de prensa del "marcospeñismo" ninguneando a Cornejo y la UCR. Después, casi todos los columnistas porteños desecharon a Cornejo como integrante de una fórmula. Ayer, Ernesto Sanz hizo lo mismo. Levemente corrido de su habitual tono componedor, habló en un panel sobre "Transparencia Política" en un congreso del Colegio de Abogados de Buenos Aires. Fue autocrítico y dijo que el PRO no había tenido vocación de ser una verdadera coalición. "La verdad es que Ernesto tampoco quiere ser candidato a vice de Macri" confiesan entre murmullos los radicales.
Los dirigentes de la UCR, que es el principal socio de Cambiemos, sienten el peso negativo de Macri "como un ancla". Y por eso no será fácil conseguirle un compañero de fórmula radical. Martín Lousteau es del gusto del paladar de varios dirigentes, y reuniría el consenso del radicalismo crítico, que hoy son casi todos, en verdad.
La idea de Cornejo es proponer a Lousteau como candidato a vicepresidente. Pero en la Casa Rosada cae mal. No le toleran las críticas y los desplantes, desde que dejó la embajada argentina en los Estados Unidos. Ahora, si este domingo Cambia Mendoza obtiene un resultado holgado, digamos, de entre siete y diez puntos respecto del frente peronista "Elegí", el gobernador podría ofrecer a un radical mendocino para la fórmula. Pero descartados él mismo y el ex senador Sanz -que estuvo en la reunión con Peña unos instantes "sólo para saludar" dijeron sus voceros- no quedan muchos radicales de estas tierras con cartel nacional. Sólo Julio Cobos, que ya fue vicepresidente de Cristina, o el diputado nacional Luis Petri, probablemente el más conocido de los legisladores nacionales de la UCR después de Cobos. Pero ninguno de los dos tendría chances de ser "nominado". Mirando hacia otras provincias, suenan Gerardo Morales -que va por su reelección como gobernador el domingo- y Mario Negri, reciente derrotado y por una diferencia aplastante, en Córdoba.
Las colectoras
La reunión entre Peña y los radicales ocurrió mientras los editores de política de los medios se divertían con el show de las colectoras bonaerenses. Un plan nacido en el círculo íntimo de María Eugenia Vidal y que en la Casa Rosada algunos "compraron" enseguida. Se trata de llevar a Vidal como candidata a gobernadora -también- del peronismo "del medio" nucleado en Alternativa Federal. Vidal tiene medido que su intención de voto es casi diez puntos más alta que la de Macri. Por lo tanto, el presidente podría hundirla en una derrota contra Alberto-Cristina-Kicillof. El plan explotó a poco de nacer con la negativa de Sergio Massa. No porque el tigrense no estuviese de acuerdo. Sino por la filtración que el propio gobierno produjo, nadie sabe si para empujar definiciones, o para abortarlo. "Massa se ofendió muchísimo porque el plan se dio a conocer" dijo una fuente política que conoce esta trama de primera mano. "Massa y María Eugenia son muy amigos..." explica una fuente. Y dice que no hay que dar por muerto este plan.
La novela de las colectoras generó más desánimo en la UCR. Sobre todo, porque en aquel cónclave en Villa La Angostura, del que participaron el propio presidente, Horacio Rodríguez Larreta, y Gerardo Morales, en enero, le advirtieron al presidente que en Buenos Aires se podía perder si las mediciones eran malas. Y que una derrota en territorio bonaerense podría significar perder la presidencia en primera vuelta. Por este temor es que en el último verano político comenzó a hablarse de desdoblar y adelantar las elecciones bonaerenses. "Si nos hubiesen hecho caso, ahora no tendrían que estar pagando este costo político" dijo uno de los referentes radicales.
Lo cierto es que el oficialismo llegará al cierre de los acuerdos partidarios e inscripción de frentes con varios "goles en contra" a cuestas. Una decena de derrotas electorales, algunas muy resonantes como Córdoba y Santa Fe; pero peor aún, no haber podido ampliar Cambiemos, ni mucho menos convencer al presidente de los beneficios de una competencia PASO sana, con otro candidato. Los radicales no pueden entender esta negativa y tienen razón. Son -después de todo- los más expertos en internas. Una PASO en la que Macri saliese victorioso, lo fortalecería para las elecciones de octubre. Y si fuese derrotado por un radical, Lousteau o el que fuese, Cambiemos podría dar vuelta la página y llegar en mejores condiciones a las elecciones de octubre. Después de todo, Cristina y Alberto no salieron de un repollo ni los trajo la cigüeña electoral. Gobernaron 12 años. Y aún tienen mucho que explicar.
Macri tendría su premio. Sería el primer presidente no peronista en terminar su mandato en condiciones normales y entregarlo a otro presidente constitucional. Las encuestas indican que hoy no podría aspirar a mucho más.