El amor al natural, en un video que emociona

No compartir la belleza de las ballenas francas en la Patagonia Argentina sería un acto de egoísmo. Video exclusivo para el Post.

El amor al natural, en un video que emociona

Por:Ricardo Montacuto
Director Periodístico

Me unen a la pequeña ciudad de Puerto Madryn, tanto como a Trelew, y el resto de la provincia del Chubut, sentimientos indisolubles de amor y pertenencia. La vida profesional me llevó lejos, pero siempre que puedo estoy volviendo.

Es la naturaleza.

Pienso en ello cuando leo cada año la noticia del regreso mágico de las ballenas al Golfo Nuevo y Península Valdés, una región bendecida en nuestra Argentina, por la visita de estos seres maravillosos.

La Ballena Franca Austral es una especie protegida, forma parte de ese santuario natural que es la Patagonia, y están en el grupo de los mamíferos más grandes del mundo. Cada año regresan a la península, entre abril/mayo y bien entrado diciembre, de a miles, a parir a sus crías, aparearse y alimentar a los cachorros. Les enseñan también a moverse en el océano. Y a defenderse.

El Doradillo, 12 kilómetros al norte de Puerto Madryn, es un conjunto de playas agrestes, bello e increíble. Es el lugar costero desde donde más cerca los humanos podemos ver a las ballenas, a apenas un puñado de metros de la costa. Allí las vemos bailar, aparearse, dar coletazos tremendos contra el agua, y acercarse a ver a la gente –las ballenas hacen eso- que grita, aplaude y ríe y llora en la costa. Muchos, sólo contemplan en silencio. 

La gente observa desde la costa.

Dos ballenas y su cría evolucionando en

el Golfo Nuevo.

Fotos: Maxi Jonás

El espectáculo de las ballenas es sobrecogedor. A veces basta con ir a tomar mate a la costa, y esperar a que aparezcan. Su enormidad habla mucho de la endeblez humana.

El autor en El Doradillo, diez años atrás.

La costa patagónica está repleta de historias épicas de ballenas y personas. Hay de todo. El Día Nacional de la Ballena -25 de setiembre- recuerda una de esas historias. Para esa fecha, en 2002, la comunidad de Puerto Pirámide se unió para salvarle la vida a “garra”, un juvenil que se había enredado en la cadena de fondeo de una embarcación de avistajes. La ballena entendió que debía dejarse arrastrar a la costa por los humanos, un lugar de muerte segura, para salvarse. “Garra” fue encallada y mantenida húmeda a baldazos por la comunidad. Después de la liberación se perdió mar adentro, y regresó viva cinco años después. Lo de “Garra” es por la forma de la mancha en su lomo. En la Patagonia, les ponemos nombres a las ballenas y las contamos de a una, porque cada una es un tesoro.

Una vez, conocí unos buzos –pesca ilegal, bastante malandras- que habían filmado un video prohibido. Se la pasaron jugando todo un día con una ballena agradecida que los perseguía cual mascota, porque los bandidos le habían sacado unos molestos parásitos de los ojos. Se subieron a su lomo, bailaron arriba de la ballena, se tiraron al agua con ella, hasta que se cansaron. Lo vi, no me lo contaron. No lo intenten, porque es peligroso.

Ballenas y veleros, un clásico en el Golfo Nuevo.

Foto: Diego Danese.

Los drones no sólo sirven para mostrar la mansión de algún intendente corrupto. También son útiles para registrar la naturaleza, como lo muestra el video que sigue, exclusivo para el Post, que filmó y editó el reportero gráfico Maxi Jonás, uno de los mejores fotógrafos de la Patagonia Argentina. La música es una versión de “Hey Jude” en la voz sensible de Roberta Flack.

Disfrútenlo:

La “temporada de ballenas” empezó la semana pasada, miles de turistas de la Argentina y el mundo se embarcan por estos días para ir a visitar a las gigantes del mar en su casa.

Si pueden, vayan. No lo van a olvidar nunca.