Su aprobación en tres meses de gobierno es la peor de un gobierno al asumir: tiene 32%, menos que lo que tuvieron en su inicio Fernando Collor de Mello, Fernando Henrique Cardoso, Lula y Rousseff.
Tras 100 días de mandato, Bolsonaro es el presidente peor evaluado en Brasil
Los 100 días de Jair Bolsonaro en el poder estuvieron marcados por un discurso de ruptura con la vieja política pero este lapso clave para evaluar a todos los gobiernos se cumplió con sondeos que ubican al ex capitán del Ejército como el presidente peor evaluado en el inicio de un mandato.
La nueva agenda brasileña incluyó innovaciones discursivas para un presidente de Brasil, deliberadamente ligadas a las posturas de ultraderecha, como festejar el golpe militar de 1964, reivindicar a los ex dictadores Augusto Pinochet, de Chile, y Alfredo Stroessner, de Paraguay, además de desafiar a siete décadas de producción académica al decir que el nazismo era de izquierda.
Bolsonaro prometió el 1 de enero al asumir en el Palacio del Planalto sacar al comunismo de Brasil, en una retórica de Guerra Fría que ha aplicado sobre todo en política externa, asumiéndose su gobierno como "trumpista", es decir, seguir a Donald Trump, a quien visitó en su primera gira como mandatario.
Tras 100 días de mandato, Bolsonaro es el presidente peor evaluado en Brasil.
Con nueve militares en su gabinete de 22 carteras, conformó el gobierno con más presencia castrense desde la dictadura militar y un perfil ultraliberal en lo económico liderado por el ministro de Economía, Paulo Guedes, encargado de llevar adelante el mayor proyecto del gobierno, la reforma previsional, vía enmienda constitucional.
Este es el nudo del gobierno y su supervivencia: la reforma previsional debe aprobarse por tres quintos de ambas Cámaras y el gobierno chocó contra los intereses cruzados del parlamento, incluido la división en el gobernante Partido Social Liberal (PSL).
Doce de los 35 objetivos trazados para los 100 días de gobierno fueron cumplidos, entre ellos concesiones para puertos y aeropuertos pero también una promesa electoral visible para todos: la flexibilización del porte residencial de armas.
Su aprobación en tres meses de gobierno es la peor de un gobierno al asumir: tiene 32%, menos que lo que tuvieron en su inicio Fernando Collor de Mello, Fernando Henrique Cardoso, Lula y Rousseff.
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