Cuatro representantes del feminismo pusieron en palabras el rol de las mujeres en la militancia de los 70, sus dificultades y la importancia de recordarlos en el presente.
Mujeres en la dictadura: memorias de desobediencia
En el marco de la agenda de actividades del 24 de marzo Alejandra Ciriza, Sofía D'Andrea, Fabiana Graselli y Sara Gutiérrez abrieron el diálogo mediante una charla llevada a cabo en el Espacio para la Memoria ex D2.
Hemos presenciado como las calles se vienen llenando de feminismo desde la primera convocatoria del Ni Una Menos en junio del 2015 para crecer cada año más. Pareciese que la revolución de las hijas nunca tuvo madres o abuelas, que los numerosos cuerpos de mujeres en las calles son algo de ahora y único en la historia.
Sin embargo, creer que se trata de una "moda" o un fenómeno aislado es ignorar las luchas históricas que nos anteceden. Las cuatro representantes nos llamaron a reflexionarlo.
Memoria para usar las armas
Alejandra Ciriza puso de manifiesto durante la charla que la importancia de la memoria no es solamente acordarnos de procesos sociales sino también de sus protagonistas. Nos hicieron creer que las mujeres solo hemos ocupado roles carentes de liderazgo y esto no siempre fue así. El problema de este olvido colectivo impacta directamente sobre nuestras posibilidades de movernos en el plano político.
El legado de las militantes de los años 70 es una prueba fehaciente de esto. Recordaron en sus experiencias cada una desde su espacio, organización, partido, sindicato, como peleaba por sostener la igualdad y la libertad al interior de los mismos.
Eran momentos de muchos cambios sociales y la revolución sexual impactaba en la escena junto con otro tipo de "mi cuerpo, mi decisión" que se materializaba en la píldora. Tuvieron que lidiar con compañeros que pensaban que plantear alguna reivindicación feminista era desviarse del eje central, frases que todavía tenemos que escuchar. Sin embargo, eran compañeras que defendieron sus ideales y no por ser "la esposa de" como se quiso reducirlas constantemente.
¿Pero qué poder tiene recordar las batallas pasadas? ¿Por qué ese cambio narrativo en el rol de las setentistas? La respuesta que brindó Fabiana Graselli es que las memorias que traigamos al presente, que sigamos y de las que fomentemos nuestra lucha serán de donde sacaremos las armas para enfrentarnos al opresor. Estas memorias son el campo en disputa que van a configurar aquello que nosotras podamos hacer.
Las luchas del ayer
También explicaron durante el conversatorio que a las mujeres hay algo que la sociedad no nos perdona y eso es la desobediencia. Pero estas mujeres la rebatieron en un doble sentido: primero por asumir una ideología que renegaba de las creencias occidentales y cristianas establecidas y segundo, por faltar a los mandatos que debían asumir tales como el cuidado del hogar y la familia, el no opinar, el no pensar, el no meterse en política.
El ensañamiento con que los represores castigaron esta "desviación al deber" se tradujo en ataques sexuales permanentes hacia ellas en los centros clandestinos de detención y cárceles. Algunos varones también sufrieron violaciones pero en estos casos era con el objetivo de feminizarlos. "Me he cansado de escuchar testimonios de compañeros que vivían la humillación pero no empatizando con la persona que era violada sino porque los estaban desafiando en su condición de varones" afirmó Sofía D'Andrea. El trasfondo es que se debatían sobre el cuerpo de las mujeres quienes tenían el poder y quiénes no.
Feminismo para no callar
Sara Gutiérrez puso énfasis en el papel del feminismo en los juicios de lesa humanidad. Han pasado nueve años desde el inicio de mismos en la provincia. En las causas se diferencia la figura de violento sexual. Sin embargo al inicio de los juicios la escucha a las víctimas de la violaciones no era tan receptiva. Empleados de las oficinas fiscales ponían en duda sus relatos y los minimizaban, se repetía la actitud patriarcal que siempre ha cuestionado a las mujeres denunciando violencia de género en una comisaría cualquiera.
Esta actitud de descreimiento complicó las posibilidades de las mujeres para hablar. Ahí es donde entra el feminismo, el acompañamiento organizado entre sobrevivientes habilitó a una y a otras para poder dar testimonio de la violencia sexual. Y esta habilitación para la palabra se dio en todas las audiencias a nivel nacional.
Las palabras se permiten según el momento histórico y el actual es el de la irrupción masiva del feminismo que las habilitan. Esto solo es así por un pasado denso que las fue permitiendo.
"El feminismo nunca es solo, es colectivo. Hay antecedentes que nos permiten dar la lucha actual. Hay quienes dieron su militancia y es solo por ello que hoy en día podemos luchar de la manera en que lo hacemos", Fabiana Graselli.