Una mujer mochilera suele considerarse valiente. Pero, para ser valiente se debe correr algún riesgo.
Relatos de mochileras en primera persona
La valentía suena como el síntoma de algo más: la vulnerabilidad en la que vivimos inmersas las mujeres. Una vez mas, se comprueba que la violencia hacía las mujeres no deja espacios sin corromper. En múltiples experiencias de mochileras se encuentran presentes relatos sobre situaciones de vulnerabilidad, acoso, intentos de violaciones, agresiones y hasta riesgo de vida.
"«Por favor, cuídate» «No hagas esto, no hagas lo otro» «Eviten salir de noche solas, no hablen con extraños» «Revisa tu bolsa a todo momento» «No de des tu bolso a nadie» «No le lleves nada a nadie» «Si conoces a un hombre, no te vayas con esa persona» «Evita tomar alcohol» «Revisa lo que te dan» «Ay! Viajas sola, sin novio»" Comentarios recibidos por Macarena, mochilera mendocina.
"Recibí recomendaciones de no ir a ese lugar, que estábamos locas si nos íbamos a dedo, que tuviéramos mucho cuidado, que la calle es peligrosa, todo ese tipo de... más que recomendaciones, sermones" Estefania, mochilera mendocina.
"Antes de salir de viaje todas mis amistades cercanas y mi familia me decían que tuviera cuidado porque me podía pasar algo. Me dijeron que no lo haga. Esa fue la primera reacción y la segunda ya fueron todas las advertencias «Por ser mujer me podía pasar algo» «Cómo iba a viajar sola» " Joselyn, mochilera peruana que viajo por Argentina.
El relato se repite. Mujeres que viajan en grupos sin varones o solas son advertidas sobre todos los peligros que corren. Las mochileras toman muchos más recaudos que los varones a la hora de planificar su viaje, simplemente porque es mucho más probable que sufran una situación de violencia en comparación con los mochileros.
"Siempre llevábamos una navaja y un gas pimienta y siempre lo teníamos a mano en una riñonera o en una cartera chiquita donde podamos utilizarlo rápidamente. Al igual que el celular, siempre con carga con los números de nuestros padres para poder llamarlos al instante si ocurriera algo". Estefania, mochilera mendocina.
No son casuales entonces, las interminables listas de "Destinos seguros para mujeres viajeras" o "Los países más seguros para viajar sola". Está tácitamente aceptado el hecho de mujer que viaja, mujer que corre riesgo. Son interminables los testimonios sobre violencia simbólica y física ejercida hacia mochileras durante los viajes, agresiones, intentos de violaciones y hasta femicidios.
"Cuando estuve en Cuzco, viajando sola tuve un intento de violación. Luego de ese episodio difícil me tuve que regresar a Lima unos días y me uní al viaje de una amiga que estaba yéndose para Colombia. Entonces deje de ir al sur, para ir al norte y viajar acompañada" Joselyn, mochilera peruana sobre su viaje en Perú.
"Mi situación también fue la de muchas mochileras. Que nos sentimos que por no quedarnos solas nos mantenemos atadas a relaciones tóxicas. Él ejerció el poder de hacerme sentir culpable si lo quería dejar. Se auto flagelaba delante mío y amenazaba con matarse o hacerse daño. La primera reacción violenta la vi apenas salimos, pero no lo pude afrontar. Y así seguimos por casi dos años. Yo era infeliz y sentía mucha impotencia por no poder salir de ese círculo. El viaje magnificó el aislamiento con mis amig@s y familiares. Yo pude escaparme pero en un momento en el que estaba realmente mal psicológicamente. Antes de separarnos él y otro hombre que nos alojaba me pegaron. Me pegaron mucho. Sin apoyo ni plata, termine internada en un hospital y de ahí contactaron a mi familia y pude volver a Mendoza" Relato anónimo de una mochilera mendocina.
María José y Marina
Si bien la realidad de las mochileras puede sentirse lejana y ajena, no lo es. El jueves 22 de febrero se cumplieron tres años de la desaparición de María José Coni y Marina Menegazzo, dos mochileras mendocinas que fueron brutalmente asesinadas en Montañita, Ecuador. Su caso resonó en todos los medios argentinos y ecuatorianos.
En ambos países se abordó el caso culpabilizando a las víctimas: Dos mujeres viajaron solas, perdieron contacto y días más tarde fueron encontradas muertas. María José y Marina no viajaban solas. Ellas no perdieron contacto, sino que fueron secuestradas, retenidas por la fuerza, violadas, torturadas y posteriormente asesinadas.
Por el caso hay tres condenados: Alberto Segundo Mina Ponce, Aurelio Eduardo "El Rojo" Rodríguez y José Luis Pérez Castro. Los tres fueron acusados de doble homicidio agravado por alevosía, despoblado y por aumentar el dolor de las víctimas. La pena por los crímenes es de 40 años de prisión (máxima en Ecuador). Sin embargo, las familias Menegazzo y Coni exigen que la investigación continúe, ya que las pericias indicaron la presencia de cinco ADN. Es decir que todavía existirían dos implicados impunes.
Existen muchas formas de violencia que coartan la libertad de las mujeres. Las experiencias de las mochileras no hacen más que evidenciar que el machismo trasciende culturas y países. María José y Marina fueron víctimas de la peor forma de violencia, por ser mujeres, por animarse a viajar, por intentar ser libres.
También fueron víctimas aquellas cuyos casos no llegaron a un estado público, las que denunciaron y no obtuvieron respuestas de la justicia, aquellas que no denunciaron y callaron. Son víctimas las mujeres que fueron impulsadas a naturalizar las malas experiencias y dejarlas pasar o las que resignan viajes para no correr peligro.
Lamentablemente estas situaciones continuarán si no se cambia el juego. El primer paso para terminar con estas lógicas violentas es reconocer a las mujeres que deciden viajar solas como libres y capaces. Pero esto de nada servirá hasta que la violencia machista, la cultura de la violación y el ejercicio de poder simbólico y físico sobre nosotras desaparezca. Queremos ser libres, no valientes.