El nuevo presidente brasileño también destacó que habrá mano dura en general y luchará contra la corrupción.
Asumió Bolsonaro y prometió combatir "la idelogía de género"
El ultraderechista Jair Bolsonaro, electo en octubre con un programa de lucha contra la corrupción y la criminalidad, asumió este martes la Presidencia de Brasil. En su primer discurso como mandatario anunció reformas estructurales económicas, libre mercado y relaciones internacionales "sin perfil ideológico".
Su gobierno, agregó pondrá fin a "prácticas nefastas" que condujeron a Brasil a la mayor crisis ética y moral de su historia. "Esa irresponsabilidad nos condujo a la mayor crisis ética, moral y política de nuestra historia", afirmó Bolsonaro al ratificar su compromiso con el combate a la corrupción, que fue uno de los ejes de su campaña presidencial.
Bolsonaro convocó a todos los brasileños a comprometerse en la unión nacional. Pero también resaltó que en lo social habrá mano dura contra la delincuencia y "combatir la ideología de género".
También afirmó durante su asunción que el país "comenzó a liberarse del socialismo, del gigantismo estatal y de lo políticamente correcto", en su discurso al pueblo, reunido frente al Palacio del Planalto.
"Nuestra bandera jamás será roja, sólo será roja si es necesario defenderla con nuestra sangre" .
Bolsonaro, 38º mandatario desde la proclamación de la República en 1889, llegó al lugar en un Rolls Royce descapotable, junto a su esposa Michelle y escoltado por una guardia montada.
Durante su discurso, el flamente presidente dijo que volvía "con humildad" al Parlamento "donde por 28 años serví a la nación brasileña. Ya no vengo como diputado sino como presidente por mandato de la población". Le agradeció "a Dios" haber preservado su vida y dijo: "Aprovecho este momento para convocar a todos los congresistas a libertar nuestro país de la corrupción". Bolsonaro se comprometió a "valorizar la familia, la tradición judeo-cristiana" y "poner fin a la ideología de género". Añadió que "cuando los enemigos de la patria quisieron quitarme la vida, los brasileños fueron a las calles y nos trajeron hasta aquí".
Prometió observar "las garantías fundamentales de nuestra Constitución. Y a empeñarnos en orden y progreso, que significa el derecho a la legítima defensa y honrar a los que cuidan nuestras vidas". Insistió que su gabinete "es un equipo técnico sin tendencia política" para indicar que es en esa tendencia que "se generó un Estado corrupto".
La comitiva avanzó por la Explanada de los Ministerios, aclamada por una multitud que pudo acceder al lugar en medio de estrictas medidas de seguridad.
Antes de iniciar la procesión, Bolsonaro ratificó su promesa de "cambiar el destino de Brasil", en un video colgado en Twitter.
"Pretendemos, sí, cambiar el destino de Brasil, pero para eso necesitamos seguir teniendo su imprescindible apoyo", afirmó. Agradeció además "a Dios por estar vivo", en referencia a la puñalada que recibió en septiembre durante un mitin de campaña.
El excapitán del Ejército y diputado durante casi tres décadas asumió con una agenda de mano dura y conservadora en lo social y liberal en lo económico.
El exparacaidista, nostálgico de la dictadura militar (1964-1985) y con un historial de exabruptos misóginos, racistas y homófobos, asume las riendas de la mayor potencia latinoamericana, de 209 millones de habitantes.
Y lo hace con una fuerte legitimidad electoral, tras haber obtenido 57,8 millones de votos (55%) presentándose como un salvador en un país agotado por los escándalos de corrupción, la violencia y la crisis económica.
La capital política de Brasil amaneció virtualmente sitiada por un monumental operativo de seguridad que incluye fuertes restricciones para ingresar a la Explanada de los Ministerios, incluso para la prensa, y francotiradores apostados en los techos de los edificios públicos que bordean el centro de la ciudad diseñada por el arquitecto Oscar Niemeyer.
Con argumentos de campaña en defensa de la tortura y de reivindicación de la dictadura militar, Bolsonaro fue elegido en segunda vuelta con el 55% de los votos y se ha transformado en un fenómeno que supo aglutinar a los descontentos con la política tradicional, a los rivales del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), a parte de los referentes de la Operación Lava Jato y a quienes aún reivindican a la dictadura militar que gobernó el país entre 1964 y 1985.
Su gabinete tendrá 22 ministerios, entre ellos cinco ministros de origen militar, mucho más que en los gobiernos de los dictadores Ernesto Geisel y Joao Baptista Figueiredo.