La Argentina debe avergonzarse de la enorme rosca político-judicial que protege a la corrupción.
Menem, Cristina, Lobos: Nos morimos de berretas
No importa de dónde vienen, a qué partido pertenezcan, o a quién crean que representan. Pero la clase política argentina y su apéndice judicial están brindando, con grandes cuotas de cinismo, la prueba cabal de hasta dónde el sistema se ha corrompido. Hasta qué grado de profundidad las células están putrefactas, comiendo el resto del sistema. Un cáncer veloz, hediondo, cuya acidez los va a terminar devorando.
Se tienen que ir todos. Hay que desarmar, armar, y empezar de nuevo. Porque este país no tendrá destino si los delincuentes que se ampararon en el Estado para robar, no van presos.
El ex presidente Carlos Menem, condenado en primera y segunda instancia por el tráfico de armas a Croacia y Ecuador, acaba de ser absuelto. No por su "inocencia". Si no porque pasaron demasiados años. 23 años de juicio, apelaciones, recursos, vericuetos. Una vergüenza. Pero que no es casual, ni producto de la desidia. Nuestra clase política y nuestra justicia están armadas para los perejiles, para pelear por TV para la gilada, y para garantizar la impunidad.
La causa de los cuadernos tenía que ser un punto de inflexión para la política y la justicia. La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner no va a ir presa jamás. Vaya uno a saber si la veremos condenada por los delitos que cometió: la ruta del dinero K, Los Sauces y Hotesur, el desfalco permanente al que fue sometido el país bajo los gobiernos kirchneristas. Los sobornos, la recaudación ilegal, los bolsos. ¿Alguien cree que va a ir presa? Si nos amparamos en el resultado del juicio a Menem, seguro que no. El ex presidente de la convertibilidad logró ser funcionario con fueros desde 1989, además. Casi 30 años de protección. Cristina recorrerá el mismo camino. Hasta puede ser presidenta otra vez. ¿Por qué no?
Este es el país donde mataron un fiscal que investigaba a un gobierno, y nos querían convencer de que se había suicidado. Como decimos en el título. Nos morimos de berretas.
El ex intendente de Guaymallén Luis Lobos ha sido -muy probablemente- el intendente más corrupto que haya ejercido el cargo en Mendoza. Con artilugios judiciales, logró esquivar y patear hacia delante varios meses el primero de los juicios orales en su contra. El más fácil, el de la mucama ñoqui, en el que dejaron "los dedos pegados" él, su esposa Claudia Sgró, y su suegra María Elena Fernández. Todos corruptos. El caso Lobos cumplirá cuatro años, dentro de dos meses. Y aún restan las causas por enriquecimiento ilícito, por alquiler trucho de autos y maquinarias, todos fraudes a la comuna. Sólo una causa subió a juicio oral. Y de los expedientes federales, no hay noticias.
La política, la justicia, tienen también personas honestas. Pero son los menos. Han perdido la batalla de la decencia, largamente. Elisa Carrió predica en el desierto.
Sólo una reforma integral de nuestro sistema político y de representación, y una selección y control estricto de los jueces y funcionarios, nos dará garantías de republicanismo. El país necesita una transformación profunda, herramientas de democracia directa, remoción de mandatos, y una justicia ágil y penas severas. De lo contrario, el show va a seguir. Si hasta el ministro de Justicia de la Nación, Germán Garavano, un hombre del presidente Macri; cree que está mal que Cristina vaya presa.
El gobernador Alfredo Cornejo ha hecho un esfuerzo mayúsculo: ¿Para qué tantas reformas judiciales, códigos, leyes? Al final de su gobierno, todos los que robaron años atrás, van a seguir libres y disfrutando de la guita robada. Riéndose de todos nosotros.
En verdad, estamos jodidos.