El expresidente uruguayo atraviesa un cáncer de esófago. Continúa viviendo con su esposa en su modesta casa de Montevideo.
Mujica dio una entrevista en medio de su tratamiento contra el cáncer
José "Pepe" Mujica, que hace diez años fue presidente de Uruguay, terminó su mandato conocido como el "presidente más pobre del mundo", ya que optó por rechazar el lujo del palacio presidencial para residir en una modesta casa de techo de chapa, junto a su esposa Lucía Topolansky y su perro de tres patas.
Exguerrillero urbano, que robó bancos en su juventud como miembro del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, pasó 13 años en la cárcel y, a su salida de prisión, lideró la transformación de Uruguay en una de las democracias más estables y socialmente avanzadas de América Latina.
Estos días Mujica enfrenta una de sus batallas más difíciles: la lucha contra la muerte. A sus 89 años, recientemente anunció que se sometería a radioterapia para tratar un tumor en el esófago. También padece una enfermedad autoinmune, y aunque reconoce que el camino hacia la recuperación será arduo, continúa aferrado a su filosofía de vida.
En una entrevista que concedió hace unos días, el expresidente dijo de sí mismo que es "un viejo raro" y que "no pega" en el mundo de hoy. Expresó su pesimismo sobre el futuro de la humanidad, a la que considera atrapada en la trampa del consumismo desenfrenado. "Somos esclavos de nuestras propias necesidades", sentenció. "La humanidad necesita trabajar menos y tener más tiempo libre. ¿Para qué tanta basura? La vida es una y se va. Hay que darle sentido".
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