Un informe sobre el desprecio que sienten los neoyorquinos, que contrasta con el amor que le profesan en las zonas rurales de los Estados Unidos.
Odiado en la gran ciudad, amado en el interior
"Es el peor de la historia del país. No le importa enviarnos al otro mundo si puede lograr la reelección", grita un hombre en Nueva York mientras conduce una camioneta 4x4 y remolca un carro alegórico del presidente republicano Donald Trump, en pleno Manhattan.
Pero ésta no es la única escena contra el presidente que va por la reelección en Estados Unidos y que genera odio y rencores de sus vecinos neoyorquinos. Incluso, este descontento fue aprovechado en la noche de Halloween, con disfraces anti-Trump.
"Este es el último Halloween en el que tenemos un monstruo en la Casa Blanca". Justo al lado, una pareja tiene instalada una mesa en la que se venden chapas de publicidad política. Muy pro Joe Biden, el candidato demócrata.
En una está junto a Kamala Harris, "una batalla por el alma de América", reza la leyenda. "Le peinaremos", se afirma en otra donde Trump aparece con el pelo revuelto. "Trump miente, la gente muere", dicen otros carteles.
Esto es parte del informe que publicó Francesc Peirón, desde Nueva York, para el reconocido diario catalán La Vanguardia. Allí, deja de manifiesto el rechazo que genera Trump en Estados Unidos, ciudad en la que nació hace 74 años.
Trump y Biden gastan sus últimos cartuchos
Hay un dato cierto: más de 91 millones de estadounidenses ya han votado por adelantado, cifra récord que augura una participación muy superior a otros comicios. A más participación, más opciones para Biden, sostienen los expertos.
Se dice que nadie es profeta en su tierra y Donald Trump da fe. En su ciudad natal cosechó uno de los peores resultados hace cuatro años. Hillary Clinton recibió el 79% de los votos, por el 19% de Trump.
Contrariamente a lo que ocurre en Nueva York con Trump, el informe también remarcó lo raro que resulta que un neoyorquino, que tal vez lo más verde que haya visto en su vida es un campo de golf, sea adorado en el interior.
"Les ha dado cosas buenas. Ha suprimido regulaciones ambientales, medidas muy admiradas en las ciudades donde no las sufren, y la mayoría de las comunidades rurales han sentido un alivio. Tenían las manos atadas por esas regulaciones", afirma.