Pese a ser la capital del país, Washington D.C. no tiene representantes en el Congreso de la Nación. Un histórico reclamo apoyado por demócratas y resistido por republicanos.
El Post en EEUU: el histórico "ninguneo" a los habitantes de Washington D.C.
El Distrito de Columbia, "insertado" entre Maryland y Virginia para albergar a la capital del país Washington D.C., no es un estado. En criollo, es el equivalente a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en Argentina, con una diferencia sustancial: mientras que CABA tiene legisladores en ambas cámaras del Congreso, Washington D.C. no tiene lugar en la Cámara de Representantes ni en el Senado, más allá de algún delegado sin derecho a voto.
Así, pese a ser el epicentro de las decisiones políticas que moldean el destino de la nación, Washington D.C. vive bajo una paradoja democrática, que llevó a sus residentes a retomar un grito de protesta de siglos atrás contra la imposición de impuestos por parte del Parlamento británico, sin que los colonos tuvieran representación en ese órgano legislativo: "No taxation without representation" ("No a los impuestos sin representación").
Este principio de justicia se convirtió en una de las bases fundamentales de la independencia estadounidense. Irónicamente, hoy en día, los residentes de Washington D.C. emplean el mismo lema para denunciar una situación similar: aunque pagan impuestos federales, carecen de representación con derecho a voto en el Congreso. Así, lo que en su momento fue una queja contra una monarquía extranjera, ahora se convierte en una denuncia interna de una nación que mantiene a su capital en una paradoja democrática sin representación plena.
A diferencia de los 50 estados, Washington D.C. no tiene senadores ni representantes con derecho a voto; apenas cuenta con una delegada sin voto que, desde 1991, es la dirigente del Partido Demócrata Eleanor Holmes Norton (87), quien puede presentar proyectos de ley y participar en debates en comisiones, pero sin capacidad para votar en el pleno. Este sistema coloca a los residentes de D.C. en una situación peculiar: tienen voz, pero no voto.
Por cantidad de habitantes, a Washington D.C. (700.000 personas) le correspondería la misma cantidad de bancas en el Congreso que a los estados menos poblados, como Vermont, Wyoming o Alaska, que tienen el mínimo: 1 miembro en la Cámara de Representantes (es proporcional a la población y aquellos que ni siquiera llegan al mínimo requerido, se les otorga una banca; en Argentina, ese mínimo es de 5 bancas) y 2 en el Senado (se otorgan dos a cada estados sin importar su población).
De hecho, esta fórmula se llevó a la práctica para sí otorgarles a los residentes de Washington D.C. tres votos en el Colegio Electoral que elige al Presidente (cada estado recibe un número de electores que surge de la suma de los los miembros de la Cámara de Representantes y los del Senado). Esto fue introducido en la 23ª Enmienda aprobada en 1961, que les permitió a los habitantes de la capital del país participar en las elecciones presidenciales. Sin embargo, este avance ha sido insuficiente para el promedio de los residentes del D.C.
Un bastión demócrata en cada elección presidencial
Desde que el D.C. comenzó a votar en las elecciones presidenciales en 1964, siempre se impuso el Partido Demócrata.
Este respaldo a los demócratas ha sido constante y, en cada elección, D.C. suele registrar el porcentaje de apoyo más alto para el candidato presidencial demócrata en todo el país. En las últimas elecciones, en 2020, Joe Biden obtuvo 92,2% y Donald Trump apenas 5,4%. Por lo tanto, el Partido Demócrata sabe que tiene garantizado 3 votos electorales, de los 538.
El poderío de los demócratas en Washington D.C. explica por qué los republicanos, incluido Trump, se han opuesto a convertirlo en un estado: verían disminuido su representación en el Congreso, ya que se sumarían bancas que serían permanentemente demócratas.
El poderío demócrata en la capital del país puede justificarse desde diferentes puntos de vista. En primer lugar, tiene una población diversa y predominantemente urbana, con una gran proporción de afroamericanos, jóvenes profesionales y empleados del gobierno, muchos de los cuales se identifican con los valores progresistas del Partido Demócrata. Además, temas como la igualdad racial, los derechos civiles y la representación en el Congreso, que son puntos clave para los demócratas, tienen un peso significativo en la agenda local.
Por otro lado, los habitantes del D.C. suelen inclinarse hacia políticas que promuevan el gasto público en servicios sociales, una característica común en las plataformas demócratas, que son generalmente menos apoyadas por el Partido Republicano. O, en boca de uno de los simpatizantes de Harris, según comentó al Post: "DC vota siempre Demócrata porque yo diría que hay un nivel cultural más alto y de pensamiento crítico".