Los chicos estuvieron en medio del fuego cruzado de la guerra y fallecieron.
Estos son los niños muertos en Ucrania, víctimas de una guerra sin sentido
En medio del diálogo entre Ucrania y Rusia, en la frontera que comparte el país, este martes se cumplen 6 días de invasión y comienzan a aparecer los nombres de aquellas personas que murieron por los bombardeos y ataques de las fuerzas militares rusas.
El total de las víctimas fatales que informó el presidente ucraniano Volodimir Zelensky son más de 200 civiles muertos, entre ellos 17 niños. En tanto que las Naciones Unidas hablan de 102, 7 niños.
Elisabetta Piqué, la periodista que está en Kiev informando los sucesos de la guerra, escribió en Diario La Nación quiénes eran esos chicos que murieron.
Alisa Hlans le faltaban tan sólo tres meses para cumplir los ocho años. Sin embargo, el destino maldito hizo que estuviera ese viernes en el jardín de infantes de Okhtyrka cuando fue atacado por un misil. Otra de las bajas fue la de Polina, ella y sus padres murieron al encontrarse con su auto en medio de uno de los combates estallados en la periferia entre fuerzas ucranianas y comandos especiales rusos ya infiltrados, que buscan sabotear centros estratégicos e identificar objetivos para atacar desde el aire.
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Un chico, aún sin identificar, andaba en bicicleta en la localidad de Chuhuiv, en la regional oriental de Kharkiv, cuando murió al recibir el golpe de mortero o un misil lanzado por fuerzas rusas, cerca de la frontera.
"La guerra en Ucrania ya no tiene que ver sólo con los 500.000 chicos del Donbass, la región del Este de Ucrania que desde 2014 vive en conflicto, sino se ha extendido a todo el país, poniendo en riesgo a 7,5 millones de niños, que son las principales víctimas de todas las guerras, por traumas físicos y emotivos que sufren y que nunca más olvidarán", advirtió la Asociación Cultural Pediatras y el Centro para la Salud del Niño.
Elizabetta culmina su crónica contando que en el hotel donde se refugia los niños, acompañados por sus padres, juegan a Monopoly, a las cartas, al Lego, con autitos. A veces incluso a las escondidas por el garaje, o juguetean con las mascotas que, también, se encuentran bajo tierra. "Aunque sus padres, con el pasar de los días, están cada vez más preocupados , sonríen e intentan hacerles pensar que todo esto es una gran aventura. Como en la famosa película La vida es bella de Roberto Benigni", cierra su relato la periodista.
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