Caballos, perros y gatos son rescatados de los techos por voluntarios que los llevan a algún refugio temporal donde reciben atención médica y cariño humano.
Rescatistas llegan con "decenas de animales" por las inundaciones
Las severas inundaciones que azotan el estado sureño de Rio Grande do Sul, en Brasil, han presentado a los socorristas voluntarios con un desafío aún mayor: salvar no solo a las personas afectadas, sino también a los animales que se encuentran en peligro. Escenas conmovedoras, como la de un caballo inmóvil sobre un techo o un hombre junto a sus cuatro perros en un bote, han puesto de manifiesto la otra cara del drama de las inundaciones en el sur brasileño.
Uno de los casos más emblemáticos es el de "Caramelo", el caballo que permaneció durante días sobre el techo de una construcción anegada, conmoviendo a toda la población y volviéndose viral en las redes sociales.
En la zona del viejo Gasómetro de Porto Alegre, capital del estado, se ha establecido uno de los principales puntos de salida de lanchas y desembarque de evacuados. Gran cantidad de personas rescatadas llegan con sus animales, después de pasar días mojados y faltos de alimento, provenientes principalmente de ciudades como Eldorado do Sul, completamente devastada por las aguas del desbordado río Guaíba.
Según reporta la agencia AFP, se ha montado un "hospital de campaña" para recibir a los animales rescatados. En este lugar, se lleva a cabo un proceso sistematizado que incluye revisión veterinaria, toma de fotografías para tratar de encontrar a sus dueños, atención sanitaria y alimentación. La veterinaria Cintia Días da Costa, de 48 años, explica que se realizan test rápidos para detectar enfermedades infectocontagiosas, y en caso de ser necesario, se derivan a los animales a clínicas y hospitales.
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Los rescatistas, muchas veces envueltos en mantas térmicas, llegan con decenas de animales por hora, principalmente perros. Aquellos cuyos dueños no aparecen son transportados a albergues temporarios por personas voluntarias, donde esperan ser reclamados o, en su defecto, se les busca un hogar de adopción.
En un estacionamiento de un centro comercial cercano al centro de Porto Alegre, se albergan cerca de 200 perros rescatados, gestionado también por voluntarios. Aquí, los animales tienen un pequeño colchón, un bebedero y un comedero, y son atendidos por cuidadores ocasionales.
En medio del caos y la tragedia, estos rescatistas, con su dedicación y esfuerzo, demuestran que la solidaridad y el cuidado no conocen límites, ni especies. En Rio Grande do Sul, cada vida cuenta, ya sea humana o animal.
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