Ingresó al grupo terorrista a los 22 años y fue el responsable de los dos atentados contra la Argentina.
Hassan Nasrallah: cómo se convirtió en el terrorista líder de Hezbolá
En un golpe devastador para la organización terrorista Hezbolá, Hassan Nasrallah, el influyente líder del grupo terrorista chiita libanés, fue abatido este viernes durante una serie de ataques de precisión lanzados por Israel sobre Dahiya, los suburbios del sur de Beirut. La operación, dirigida contra los cuarteles centrales de la organización, representa un hito en la lucha contra el terrorismo.
"Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) atacaron recientemente la sede central de Hezbolá, ubicada bajo edificios residenciales en el corazón de Dahiya, en Beirut", informaron fuentes militares israelíes. Este asalto es parte de una ofensiva más amplia que busca neutralizar la capacidad militar de Hezbolá. Durante su intervención en la Asamblea General de la ONU, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, celebró el éxito de la maniobra, afirmando: "Estamos ganando esta guerra. No descansaremos hasta que nuestros ciudadanos puedan regresar a sus hogares".
El asesinato de Nasrallah marca un punto de inflexión en el conflicto, considerando su rol como la cara visible y líder indiscutible de Hezbolá desde 1992. Nasrallah, nacido en agosto de 1960 en un humilde barrio de Beirut, ascendió al poder en un contexto de guerra civil y tensiones sectarias en Líbano. Su vida, moldeada por el conflicto desde una edad temprana, estuvo profundamente influenciada por la Revolución iraní de 1979, liderada por Ruhollah Khomeini, cuyo pensamiento consolidó los cimientos ideológicos de Hezbolá.
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Nasrallah se unió a Hezbolá a los 22 años, y desde entonces no dejó de estrechar lazos con Irán, cuyos recursos financieros y militares permitieron al grupo fortalecer su influencia en Líbano. Bajo su liderazgo, Hezbolá no solo se convirtió en una fuerza militar formidable, sino también en un actor político clave en el país, ganando representación en el parlamento y manteniendo su derecho de veto en el gobierno libanés. Sin embargo, su liderazgo también estuvo marcado por la violencia, y su retórica constante de violencia armada contra Israel alimentó un ciclo interminable de conflicto.
El apoyo de Nasrallah a la lucha armada, que en 2000 culminó con la retirada israelí del sur de Líbano, fue visto como una victoria para Hezbollah y consolidó su legitimidad entre la población chiita del país. Sin embargo, en los últimos años, Líbano ha enfrentado una crisis económica devastadora y un descontento generalizado con las élites políticas, lo que debilitó el control de Nasrallah sobre la narrativa nacional.
La muerte de Nasrallah abre un nuevo capítulo en el equilibrio de poder en Líbano. Bajo su liderazgo, el grupo se había convertido en un pilar de la resistencia chiita en la región, apoyado abiertamente por Irán. Su desaparición es una herida que deja al grupo terrorista completamente vulnerable.
Así festejaban en Siria la desaparición de Nasrallah:
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