La crianza submarina de vinos está ganando adeptos en el mundo de la enología. Descubre cómo las profundidades marinas están transformando las propiedades del vino y atrayendo a expertos y curiosos por igual.
El arte de hacer vino bajo el agua
La enología siempre busca innovar, y en los últimos años, el océano se convirtió en un aliado inesperado para los productores de vino.
La crianza submarina, una técnica que consiste en sumergir botellas o barricas de vino en el mar durante meses o incluso años, está ganando popularidad por los efectos únicos que el entorno submarino tiene en el sabor, la textura y la calidad de los vinos.
Esta práctica, aprovecha la temperatura constante, oscuridad absoluta y presión del agua para crear un entorno de maduración que muchos expertos consideran óptimo. Además, el movimiento suave de las corrientes marinas parece contribuir a una integración más uniforme de los sabores, dando como resultado vinos que se perciben más redondos y equilibrados.
Lo más interesante, es que esta técnica aunque sea moderna, tiene sus raíces en varios hallazgos históricos de botellas de vino que fueron encontradas en naufragios, que se conservaron notablemente bien tras estar centenares de décadas bajo el agua.
El proceso y sus resultados
Según especialistas en enología, el proceso de producción de este tipo de vinos consiste en sumergirlos en jaulas especiales a profundidades que varían entre diez y treinta metros. Estas jaulas protegen las botellas de impactos y permiten que el agua circule alrededor de ellas. El tiempo de maduración puede variar dependiendo del productor y el tipo de vino.
Los expertos, afirman que el vino envejecido bajo el agua desarrolla sabores más suaves y complejos, con menos acidez y taninos más pulidos, gracias a las condiciones controladas del entorno marino.
En cuanto a los resultados, las botellas emergen cubiertas de conchas y algas, lo que les da un aspecto rústico y único que las convierte en piezas de colección.
Datos curiosos de los vinos bajo el agua
1. En España, bodegas como "Bajo el Mar" lideran esta tendencia, creando vinos que se venden como exclusividades de lujo.
2. Los precios de estos vinos pueden ser significativamente más altos, no solo por su calidad percibida, sino por la logística y los riesgos del proceso.
3. Algunos estudios aún están investigando si los cambios en el vino son puramente químicos o si el ambiente marino aporta elementos únicos como minerales.
4. El movimiento de las corrientes mejora el proceso de maduración. Esto da lugar a una evolución más armoniosa de los sabores y aromas, algo difícil de replicar en bodegas tradicionales.
5. Hay un efecto de presión submarina en las botellas que combinado con las bajas temperaturas, contribuye a que el envejecimiento sea más lento y controlado preservando la frescura del vino durante más tiempo.