Algunos estudios apuntan que solo un 10% de los casos estarían diagnosticados y que esta cifra es aún menor en la infancia.
Qué es el Síndrome de las piernas inquietas y cómo se trata
El Síndrome de las piernas inquietas es un trastorno que se caracteriza por una necesidad incontrolable de mover las piernas. También conocida como enfermedad de Willis-Ekbom, suele producirse cuando la persona está sentada o recostada y, generalmente, empeora con la edad.
Hormigueo, quemazón, calambres o dolor son algunas de las sensaciones descritas por los pacientes que lo sufren. Estas molestias son tan desagradables que suelen empeorar en horas de descanso.
El paciente comienza a experimentar una necesidad urgente de moverse para aliviar la molestia. Por esta razón, quienes la padecen tienen dificultad para conciliar el sueño.
Se trata de una enfermedad bastante común, ya que se estima que la prevalencia del síndrome de las piernas inquietas alcanza al 5-10% de la población adulta y al 2-4% de los niños y adolescentes, señala el sitio Buscando Respuestas.
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Algunos estudios apuntan que solo un 10% de los casos estarían diagnosticados y que esta cifra es aún menor en la infancia.
Y en algunos casos incluso pueden trascurrir períodos de 10 años hasta que el paciente recibe una respuesta sobre la causa de lo que le impide descansar.
Un síndrome incapacitante
El curso de esta enfermedad es fluctuante, con temporadas en que los síntomas son más leves y otras en que son más intensos y empeoran la calidad de vida. Por lo general afecta a las extremidades inferiores, generalmente en las pantorrillas y en los tobillos.
En algunos casos las molestias pueden ser intensas e incluso manifestarse durante el día y también pueden involucrar otras partes del cuerpo, como las extremidades superiores o el abdomen.
Además, en algunas ocasiones se confunden estos calambres y dolores en las extremidades con otras patologías.
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Es común que algunos pacientes lo confundan con molestias debidas a una mala circulación y, en determinados casos, no es hasta que implica un mal descanso, con insomnio o somnolencia durante el día cuando consultan. En los casos, se trata de una enfermedad muy incapacitante.
Uno de los últimos estudios realizados entre pacientes adultos señala la alta prevalencia de síntomas asociados como el dolor intenso, el insomnio, la depresión o la ansiedad entre los pacientes.
Estos síntomas no sólo hacen que disminuya la calidad de vida de los pacientes, sino que, además, produce importantes limitaciones en su vida diaria y en las relaciones sociales y laborales.
Los niños también lo padecen
El síndrome de las piernas inquietas es más frecuente en las mujeres, en una proporción de 2 a 1 respecto a los hombres.
En edades tempranas no hay diferencias en cuanto a la distribución de sexos, pero al final de la adolescencia comienza a ser más frecuente en las niñas.
En la edad pediátrica, es común que los niños describan sus síntomas como picor, que tienen ganas de dar golpes o que tienen demasiada energía en las extremidades.
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Además, los síntomas no tienen por qué aparecer por la noche, sino que pueden hacerlo en cualquier momento del día, especialmente cuando están sentados.
Por otra parte, en los niños, el síndrome de las piernas inquietas (SPI) se ha asociado con diferentes trastornos del estado de ánimo o con trastornos psiquiátricos.
Sobre todo, se ha visto una asociación bidireccional con el trastorno por déficit de atención/ hiperactividad (TDAH): el 26% de niños con SPI cumplen criterios de TDAH, y el 12-35% de niños con TDAH sufren SPI.
Es importante que pacientes y familiares reconozcan los síntomas y acudan al médico lo antes posible.
Causas del síndrome de las piernas inquietas
Los especialistas en neurología explican que el síndrome de las piernas inquietas puede ser primario o secundario, es decir, derivado de otras patologías. Las causas más frecuentes de SPI secundario son:
-La carencia de hierro.
-Insuficiencia renal.
-Neuropatías.
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-Embarazo.
-Lesiones medulares.
-Provocado por ciertos fármacos.
-Otras causas neurológicas como la enfermedad de Huntington, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), la esclerosis múltiple, la enfermedad de Parkinson, etc.
¿Se puede tratar?
La forma de abordar este síndrome de la mejor forma para que el paciente recupere su calidad de vida dependerá de si hablamos si tiene un origen primario o secundario.
Entre las pautas de descanso para aliviar el síndrome, aconsejan:
-Intentar dormir el tiempo suficiente y necesario para cada edad.
-Establecer un horario regular de sueño.
-Evitar cenas copiosas o el ejercicio intenso en las horas previas a acostarse.
-Reducir las actividades estimulantes antes de acostarse, como ver la televisión o los videojuegos.
-Realizar ejercicio de forma moderada, porque no solo mejora los síntomas del SPI, sino que disminuye la ansiedad y la depresión y favorece el sueño.