La diferencia se debe al proceso de fabricación y hay una creencia popular una de las dos partes genera más sustancias tóxicas que otra.
Papel de aluminio: ¿qué lado va hacia afuera?
El papel de aluminio se usa para conservar, envolver y cocinar alimentos. Una solución práctica y con una infinidad de usos. Sin embargo, una de las cosas que más llama la atención es que, en este tipo de papel hay un lado que brilla y otro no. Normalmente, se suele poner el que brilla para afuera, y el otro en contacto con el alimento.
La creencia popular es que un lado absorbe más el calor que otro, o que una de las dos partes genera más sustancias tóxicas que otra. Sin embargo, ¿es verdad? ¿Podemos colocarlo como queramos? En redes sociales se difundió hace tiempo que la cara mate, la que no brilla, es tóxica y sus partículas podrían poner en riesgo la salud.
Una diferencia visual
Sin embargo, los fabricantes aseguran que tan solo es una diferencia visual. Y es que, en el último paso del proceso de elaboración, las dos capas de papel pasan al mismo tiempo por el tren de laminación. En esta última parte, el objetivo es hacer el papel cada vez más delgado, hasta llegar a unos 2/10 milímetros de espesor.
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El problema es que el papel en las etapas finales se puede romper con facilidad, por lo que para planchar se pasan dos hojas de papel juntas por los rodillos. Y de esta manera, la posibilidad de rotura se reduce y hace que el lado que está en contacto con estos rodillos se vuelva brillante. No hay más.
Por lo tanto, el lado por el que se envuelvan los alimentos es indiferente, aunque normalmente se deja la parte que brilla más fuera, lo que para muchos es simplemente una cuestión estética, ya que ambos lados cumplen con la misma función. "El papel de aluminio no es tóxico a no ser que se ingiera", ya que ninguna de las partes queda afectada durante el proceso de producción aseguraron los fabricantes.
¿Se deben envolver todos los alimentos con papel de aluminio?
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), confirmó hace unos años que las cantidades de aluminio que pueden migrar a los alimentos son insignificantes (0,1 mg/día).
Aunque el riesgo sea mínimo, es recomendable limitar envolver alimentos líquidos ácidos, alcalinos o salados con utensilios de aluminio, para minimizar la liberación, ya que son más susceptibles a este tipo de metal.
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