La meditación se volvió popular en occidente a medida que la vida se fue acelerando. No ser trata de poner la mente en blanco sino de concentrarse en el momento presente.
Meditación contra el estrés: cómo empezar y qué hacer
La meditación no es un nuevo remedio contra el estrés. De hecho, es una práctica milenaria que se trata de concentrarse en el momento presente para, por un momento, dejar de pensar en lo que pasó o en lo que va a pasar.
Sin embargo, cuantas más distracciones, más necesidad de manejar muchas herramientas a la vez, más apuro por terminar y organizar las actividades, el estrés ha ido ganando espacio en nuestras vidas y occidente "importó" de oriente las técnicas de meditación que desde hace siglos, han demostrado lograr bajar varios cambios a nuestro cerebro.
Aunque se ha popularizado la idea de que meditar es "hacer nada", en realidad se trata de hacer algo que nunca hacemos: parar y observar. Meditar implica concentrarse en "manejar" los pensamientos de manera tal que no sean ellos quienes tomen el control sobre nuestra mente sino nosotros mismos.
Para conseguir ese objetivo que parece casi inalcanzable para muchas personas no hacen falta ni velas aromáticas, ni inciensos, ni música agradable ni sentarse en posición de "flor de loto": basta con tomarse un momento para sentir la respiración.
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Respirar nos mantiene vivos y concentrarnos en nuestra respiración nos mantiene calmos. Al concentrarnos en la respiración "anclamos", nuestra mente al cuerpo y entonces los pensamientos pasan, pero más livianos. Se trata de permitir que sigan de largo mientras nos concentramos en respirar.
Hay distintos tipos de meditación: puede ser concentrándose en repetir una frase, en visualizar una imagen, en "revisar" nuestras emociones, o simplemente en respirar y ser conscientes de la respiración y lo que nos provoca.
Los beneficios de meditar son incontables: nos ayuda a bajar el estrés, a concentrarnos, a ser más conscientes, pero también trae beneficios a nivel físico como regular la presión arterial, descontracturar los músculos, restablecer los procesos internos del cuerpo y muchos más.
Meditar también tiene beneficios a nivel cognitivo ya que favorece la concentración y comprensión, mejora las habilidades interpersonales y regula las emociones.
El único truco es meditar con frecuencia porque la técnica se aprende y se desarrolla con el tiempo y, cada vez, trae mejores resultados.
Cómo empezar a meditar
Como todo, lo primero es intentar. Podés ayudarte con algunos videos que hay en Youtube que enseñan a "meditar en un minuto". Un minuto de meditación será suficiente para que observes el resultado en tu propio cuerpo y te des cuenta de que, pasado ese minuto, te vas a sentir diferente. Entonces vas a querer seguir.
Después podés tomar clases o unirte a grupos de meditación o simplemente, buscar meditaciones guiadas que te ayuden a dar los primeros pasos. Hay incluso algunas Apps para el teléfono donde podés programas a qué hora meditar y durante cuánto tiempo. En principio se recomienda meditar pocos minutos e ir sumando a medida que sientas que vas controlando los pensamientos.
Tené en cuenta que meditar no es "poner la mente en blanco" ya que eso sería como pedirle al corazón que deje de latir. El cerebro crea pensamientos constantemente y lo sigue haciendo mientras meditamos, la diferencia es que, al meditar, no nos enganchamos de ellos, no les prestamos atención, los dejamos pasar sin observarlos porque ponemos la atención en la respiración, en el mantra o en lo que sentimos a nivel corporal.
Finalmente, recordá que meditar es como hacer gimnasia: cuanto más practiques mejor te va a salir y mejor te va a hacer.
Empezá de a poco y notá los resultados.
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