Una reciente investigación de la Universidad de Michigan sostiene que algunas de las bacterias de nuestros intestinos provienen de seres vivos que habitan el océano.
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En el intestino habita una gran cantidad de bacterias que tienen un efecto beneficioso y que deberíamos cuidar.
La fibra de las legumbres, las verduras y los cereales hace que la población de estas bacterias aumente, pero los alimentos ultraprocesados las arrasan.
El yogur es un alimento en el que hay bacterias presentes que, cuando soportan la digestión, se emplazan en el intestino. Los lácteos fermentados son uno de los principales lugares de donde provienen estas beneficiosas bacterias, pero no es el único.
Una reciente investigación de la Universidad de Michigan sostiene que algunas de las bacterias de nuestros intestinos provienen de seres vivos que habitan el océano.
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El océano es una de las reservas más grandes de carbono del planeta y una gran parte de él está encerrado en el interior de las algas. Las bacterias marinas juegan un papel crítico en el ciclo del carbono rompiendo las algas. Hace poco más de una década, los investigadores descubrieron genes que permiten a las bacterias del océano degradar un carbohidrato complejo conocido como el porfirano, que se encuentra en algas de agua fría.
Ahora, un nuevo estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan descubrió que estos genes que proceden del océano son más comunes de lo que se creía.
Estos genes se encuentran en el microbioma intestinal de los humanos y se piensa que entraron en él a través de un proceso conocido como transferencia genética horizontal.
Las bacterias del intestino de los humanos rompen la fibra dietética, que son polisacáridos, que se encuentran en las frutas, las verduras y los cereales.
Sin embargo, los polisacáridos que se encuentran en las algas tienen diferentes estructuras químicas que los que se observan en los alimentos cultivados en la tierra. De alguna manera, los genes de los Bacteroidetes que habitan el océano -un género de bacterias que juega un papel clave en el microbioma- se abrieron paso en la microbiota humana.
Los investigadores creen que la vía por la cual estos genes han llegado a la microbiota humana es un misterio "tanto si provienen directamente de una bacteria oceánica que comemos o si es a través de alguna vía más compleja". Por tanto, el equipo quiso investigar cómo de extendidos estaban esos genes en nuestros intestinos y, para ello, el equipo recurrió a una fuente inusual: muestras de heces de los propios estudiantes de la universidad.
Este estudio abre nuevas cuestiones sobre un fenómeno que ya se había observado: cómo la dieta puede cambiar el microbioma para adaptarlo mejor en las poblaciones de alrededor del mundo. Es decir, que comer algas y pescado puede preparar a nuestros intestinos para consumir de una manera más eficiente comidas que contienen polisacáridos presentes en este tipo de alimentos, como el sushi, describe El Español.
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